Lo que se juega en el 2021
Si quisiéramos encontrar un justo medio de lo que pasa en el país más vale que vayamos asumiendo que no será posible.
No hay día en que no aparezcan escenarios que llevan las cosas al límite, y en la medida en que pasa el tiempo, se enquistan y es cada vez más difícil revertirlos, si es que alguien quisiera hacerlo. Las confrontaciones de hoy se agudizarán y nos colocarán en circunstancias de alto riesgo en el mediano y largo plazo.
Las elecciones del 2021 empiezan a ser la nueva obsesión y eje del debate. La magra oposición ha entendido que a través de ellas se podría revertir el peso que ha adquirido el Presidente y Morena. No parece exagerado afirmar que la oposición partidista y un sector de la llamada comentocracia andan cerca de la desesperación y quizá también de la impotencia.
Sin embargo, algunos escenarios se están transformando. El ejercicio del poder genera un desgaste del cual es difícil abstraerse, el Presidente lo debe saber. Las encuestas muestran cierta baja en su popularidad la cual es para señalarse, pero también no hay que dejar de considerar que el tabasqueño conserva un reconocimiento entre buena parte de la población.
Un elemento que aparece cada vez con mayor frecuencia es el de la evaluación que los ciudadanos hacen de su gobierno. En algunos temas reprueba como es el caso de seguridad y economía.
Sin embargo, la imagen de López Obrador sigue siendo fuerte y positiva lo cual puede tener que ver con lo que provoca entre muchos ciudadanos, al tiempo que se le sigue viendo como sinónimo de esperanza.
Un factor que va apareciendo es que el propio Presidente, voluntaria o involuntariamente, está logrando que aquellos que son críticos y distantes de su gobierno se vayan agrupando. Por más que López Obrador sea un Presidente fuerte y con efectiva capacidad de maniobra no puede por ningún motivo menospreciarlos y menos aún señalarlos con argumentos menores. Bajo el juego de la política, la libertad y la democracia, representan de alguna u otra forma un pensamiento, una forma de ver al país y son también factor en la sociedad.
A menudo queda la impresión de que al Presidente no le merecen atención, y quizá respeto, las posiciones que le son contrarias. Aquello de que cada quien es libre de plantear lo que quiera parece más un lugar común que una convicción, si no fuera así sus reacciones tendrían que ser diferentes.
No pasa por alto que muchas de las críticas que se le hacen a López Obrador rayan en el menosprecio, sólo es cuestión de ver el tipo de crítica que se le hace para entender por qué se puede pasar por alto. Pero reiteramos que existe una crítica fundamentada que merece ser atendida y no menospreciarla con lugares comunes.
En medio de los muchos escenarios en los que estamos no creemos que sea casual su insistencia en el “conmigo o contra mí”, para un personaje tan intuitivo suponemos que algo está viviendo y percibiendo. Tampoco creemos que no sea casual la difusión de un muy extraño documento, dado a conocer en la mañanera, del cual se desconoce origen y autenticidad. Como sea, los presuntos firmantes del mismo se la pasaron ayer desmintiendo que pertenezcan al BOA (Bloque Opositor Amplio); sorprende la importancia que se le otorgó a un documento de esta naturaleza.
Todo indica que entramos a una etapa en que las confrontaciones serán el signo de definición. Para el gobierno ganar las elecciones significa la consolidación de su proyecto y se empieza a ver que será capaz de lo que sea para no perder.
RESQUICIOS.
Las manifestaciones ya se ven como un lamentable mal necesario y un camino sin salida. Los comerciantes del centro están en el total hartazgo, encono y en muchos casos están pensando defenderse, por una sola manifestación pueden llegar a perder lo que ganan en un año. En la misma ecuación no quitemos la vista a lo que viven y padecen las desprestigiadas policías.