Conspiración y linchamientos
El ruido político que dejó la mañanera del martes es ensordecedor. No es para menos, si de juegos pirotécnicos se trata. El presidente Andrés Manuel López Obrador mostró un documento, cruzado por la palabra “Confidencial”, de un “Bloque Opositor Amplio”, con el título de “Rescatemos a México”, en donde se hace un diagnóstico político y se enumeran prominentes personas e importantes grupos económicos que se proponen, dijo, quitarle la mayoría en el Congreso el próximo año y promover la revocación de mandato, para que deje la Presidencia en 2022. Es decir, de hacer política dentro de los márgenes de la ley.
Pero en el imaginario colectivo, esto que no es nada salvo aire, se viste de conspiración, y en tiempos donde si no estás conmigo estás en contra, se antoja como un buen platillo para no hablar de Covid ni de economía, y allanar el camino a los linchamientos. El documento de marras tiene siete páginas y es un bombón para la opinión política que, cuidado, es distinta a la opinión pública. Es decir, está pensado en las élites para que sigan discutiendo entre sí. El problema es que las redes que dependen de los colaboradores del Presidente, actúan con espíritu vigilante de las buenas costumbres y propósitos del régimen, golpeando a quien no lo considere así.
La jauría pagada, junto con los espontáneos –que no son pocos– defensores de lo que se está haciendo, no se detienen en minucias. Como por ejemplo, que el Presidente no confirmó la veracidad del panfleto, por lo que se queda en el nivel de rumor, ni tampoco ofreció sustento alguno de su solidez, pues fue entregado en Palacio Nacional por quién sabe quién. Para quien se queja que hay muchas fake news, no parece importarle el control de calidad de información en su casa. O sí, sabedores que la percepción y la verosimilitud matan a la verdad.
Los supuestos promotores del BOA son los enemigos usuales decretados por el Presidente, el Consejo Coordinador Empresarial, con un atento recordatorio de sus éxitos empresariales a Carlos Salazar, el Grupo Monterrey casi por definición, la Coparmex de su contumaz crítico Gustavo de Hoyos, FRENNA, que es el grupo articulado por empresarios que quieren la renuncia inmediata de López Obrador, y el Consejo Nacional Ciudadano, que está vinculado a esa agrupación. Entre todos ellos, según lo que presentaron en Palacio Nacional como de su autoría, no fueron capaces de hacer un diagnóstico más sofisticado y un plan de acción que no cayera en lugares comunes.
Si fuera verdadero, y como todo es un catálogo de intenciones disfrazadas de “estrategia”, habría que condenarles por lo que ya está plasmado, su falta de imaginación estratégica y carencia de nuevas ideas. Lo demás es para el futuro. Sin embargo, en el ecosistema político que vivimos, que es el de la confrontación y el mundo bipolar, como en la Guerra Fría y el macartismo, los nombres lo son todo para alimentar la locomotora de odio.
Figuran, como personas a las que saldrá el BOA a reclutar, Enrique Krauze, el historiador y ensayista, con quien el Presidente acaba de tener un diferendo por el tema del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, y su manejo sobre el asesinato del joven Giovanni López por parte de policías municipales. Está Héctor Aguilar Camín, historiador también y escritor, que ha sido linchado porque uno de sus compañeros de escuela hizo a mal –porque era una reunión privada–, difundir un audio donde dice un par de palabras soeces sobre López Obrador, y sus amigos, Jorge G. Castañeda, y María Amparo Casar, que aparece como intelectual, sin apellido de la ONG que dirige.
Por supuesto, incluye a los periodistas Ciro Gómez Leyva, que no le deja pasar una al Presidente; Pablo Hiriart, ácido crítico de López Obrador desde hace más de 20 años; Carlos Loret, su enemigo público número uno dentro de los medios de comunicación, y Leo Zuckerman, un honesto liberal. Y los influencers en las redes sociales, como Loret –tiene el honor de ser el único que aparece ¡dos veces! en la misma lista–; Fernando Belaunzarán, militante del PRD y activísimo en Twitter; Denise Dresser, opositora sistemática que se carcajeó de la octavilla, y las cuentas asociadas a México Libre, de Margarita Zavala y Felipe Calderón, quienes se deslindaron de la BOA.
Una idea que prevalece entre los señalados y muchos no señalados, es que en el peor de los casos es un libelo, y en el mejor, que puede ser peor, es una canallada-tontería-broma-puñalada-fuga-acción malograda. Por cierto, también bastante rezagada. ¿Persuadir a la prensa estadounidense y europea de que la gestión de López Obrador pone en riesgo sus inversiones? Sólo quien no lee prensa extranjera ignora que al Presidente lo traen a trapazo desde hace más de un mes. ¿Mostrar las deficiencias en seguridad y la crisis económica? Para qué realizar acciones que parecen pleonasmos. O los estrategas del BOA son realmente nefastos, o quienes fabricaron el pasquín son ignorantes.
Pero aún cuando el sentido común recomendaría no hacerle caso a este documento que parece un bulo, y enfocarse en los asuntos graves, preocupantes y que requieren atención objetiva, no puede dejarse de lado, por lo que significa, que haya sido presentado en el máximo atril de la nación por el jefe del Estado Mexicano. Cuando López Obrador pide definiciones sobre si se está o no con él, porque si no lo apoyan son enemigos, una lista con tantos nombres es un llamado al linchamiento. Ya existe en el mundo cibernético, pero el enrarecimiento social añade riesgos para quienes ahí fueron denunciados e identificados como los adversarios de la patria morena. Sobre de ellos es la consigna subliminal. Sobre quienes añadieron ayer una pista más al circo mañanero, recaerá la responsabilidad si algo les sucede.