Vándalos debidamente reclutados y organizados
El pasado 8 de junio, una marcha para pedir justicia por Melanie Martínez Uribe, la joven agredida por la policía el día anterior en los rumbos de Polanco, culminó con el saqueo de establecimientos comerciales de la Avenida Juárez y Cinco de Mayo, y con el destrozo de mobiliario urbano, cometido por un centenar de jóvenes encapuchados y vestidos de negro.
Un documento del gobierno de la Ciudad de México, establece que los actos vandálicos, fueron planeados detalladamente, y cometidos por tres grupos debidamente “reclutados y organizados”.
El primero se encargó de la seguridad de los encapuchados. El segundo tuvo a su cargo acciones de destrucción. El tercero fue el que se entregó al robo y al saqueo.
“El grupo de seguridad se encargó de derribar las vallas metálicas que resguardaban el Hemiciclo a Juárez y el Palacio de Bellas Artes.
El grupo de destrucción iba armado con varillas, desarmadores, martillos, cohetones, piedras, latas de pintura con aerosol, entre otros utensilios, con los que dañaron las instalaciones del Hotel Fiesta Americana, Banamex, Kentucky Fried Chicken, Banco de México, cámaras de videovigilancia de negocios y del C5, entre otras instalaciones y equipamiento urbano.
“El grupo de saqueo realizó dicha acción de forma organizada, en establecimientos previamente ubicados”, precisa el documento.
Aquel día, colectivos feministas se concentraron en los alrededores del Ángel de la Independencia desde las 14 horas. Desde el primer momento se sumaron sujetos embozados procedentes de colectivos anarquistas. Durante el primer tramo de la marcha se realizaron pintas y destrozos en parabuses.
El saqueo en forma comenzó en una tienda de conveniencia en Avenida Juárez y Humboldt. Vino después el ataque a los accesos de un par de restaurantes. Los presuntos anarquistas emplearon palos, tubos, mazos y martillos. Avanzaron luego hacia el Zócalo: fueron derribadas las vallas que protegían el Hemiciclo a Juárez. En ese punto, según las crónicas del día, los encapuchados golpearon a los reporteros y agredieron a personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos que grababa la marcha.
Los grupos iban a lanzarse sobre Bellas Artes, pero fueron disuadidos por antimotines mediante el uso de un extintor. Vandalizaron entonces el histórico edificio del Banco de México y avanzaron destruyendo comercios y golpeando a comerciantes de la avenida Cinco de Mayo.
En la tienda Adidas perpetraron el saqueo mayor. Imágenes captadas por reporteros los consignan llevándose al por mayor tenis y ropa deportiva, entre otros accesorios.
El documento del gobierno capitalino consultado por el columnista indica que entre los actores principales de los saqueos y los destrozos fueron identificados Raúl Antonio González Hernández, alias Teddy, y Héctor Tlahtoani Vargas Enguilo, alias Chino.
Raúl Antonio González Hernández fue detenido el 10 de junio de 2013, durante la marcha que conmemoraba el “halconazo” de 1971, al lado de 21 jóvenes que en el Zócalo se enfrentaron a pedradas y tubazos con los granaderos.
Fue acusado de tres delitos: ataques a la paz pública (utilización de sustancias tóxicas), lesiones y ultrajes a la autoridad. Se abrió en su contra la averiguación ACI//T1/002039/13-06.
Héctor Tlahtoani Vargas Enguilo fue detenido el 27 de febrero de 2015 durante los disturbios protagonizados por encapuchados durante la marcha en la que los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa exigían la aparición con vida de sus hijos. Tenía entonces 18 años.
Se le volvió a detener en 2017, durante las protestas por el “gasolinazo”. Se hallaba en posesión de varios petardos. Además de protestar por el “gasolinazo”, exigía la aparición de los 43 estudiantes y “la liberación de los presos políticos”. Se le identificó como miembro del Colectivo Rebeldía, Resistencia, Libertad.
El documento indica que otros participantes de los saqueos fueron identificados como Karime Chacón Tabla, Pilar Tinoco Garza, Serabasti Solís Corona, Kevin Israel Godínez Ramos y Nayelli Ortega.
Los vándalos del 8 de junio tenían identificadas las cámaras del C5, y llevaban la encomienda de destruir las de vigilancia privada que hallaran a su paso.
¿Quién los reclutó y organizó “debidamente”? Me inclino a creer que es muy probable que, a estas alturas, el gobierno de Claudia Sheinbaum ya lo sepa.
@hdemauleon