La suspensión de actividades por el coronavirus provoca un hundimiento del 35% en la manufactura y de un 38% en la construcción
La estocada del coronavirus a la economía mexicana ya tiene cifras. En abril, momento en que se suspendieron las actividades no esenciales, la industria se hundió un 29,6% respecto al mismo mes del año pasado, la mayor caída desde que se iniciaron los registros hace más de un cuarto de siglo, de acuerdo a datos publicados este jueves por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Si se compara mes con mes, la caída fue del 25,1% respecto a marzo. Por sectores, la manufactura se dejó un 35% y la construcción, un 38%, en términos anuales. Estas señales dibujan un bache más profundo que la recesión de 2009 e incluso que la crisis de la deuda de 1995.
De proporciones históricas. Así ha calificado el presidente del Inegi, Julio Santaella, el tamaño del golpe. La caída anual en abril supera el anterior mínimo de octubre de 1995, cuando la actividad industrial se hundió un 17,6%. Fueron 12 puntos porcentuales menos que en el hundimiento de este abril. En cuanto a la comparación mensual, hay que remontarse hasta marzo de 1996, con un retroceso del 25,1%, para tener una cifra similar. Es la caída consecutiva número 19 para el sector, según el centro de análisis Instituto para el Desarrollo Industrial, y el retroceso trimestral del 9,3% es el mayor desde 1980.
El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador decretó a finales de marzo la suspensión de actividades no esenciales para detener la expansión del virus. Durante los siguientes dos meses, manufacturas de todo tipo tuvieron que echar el cierre, incluida la potente industria automotriz, el segundo mayor componente de las exportaciones mexicanas. La producción de vehículos bajó un 98,7% en abril respecto al mismo mes del año pasado, otro dato inédito. De esa lista apenas se excluyó un puñado de actividades consideradas esenciales como la producción de hidrocarburos o de material sanitario.
El confinamiento de Estados Unidos, que tuvo su mes clave en abril, también ha contribuido al golpe. Ambos países están estrechamente vinculados mediante cadenas de valor transfronterizas. Como ejemplo, un 80% de la producción de autopartes tiene a las fábricas del vecino del norte como destino. Son vasos comunicantes; si para uno, para el otro. La reapertura más temprana de la economía estadounidense puede haber causado roces en esas cadenas. La economista Valeria Moy apunta a la posibilidad de que se rompan. "Esa posibilidad existe y se da porque cada economía ha abierto en diferentes momentos. Cuando México cerró, tendría que haber conversado con EE UU y Canadá, siendo sus socios comerciales”, señala.
Pero el cierre de EE UU no explica, por ejemplo, el desplome de la construcción. En este sentido, el coronavirus ha sido el golpe de gracia para una economía que lleva años estancada. La actividad industrial presentaba una tendencia a la baja desde principios de 2018 y en 2019 el PIB retrocedió un 0,1%, la peor cifra en una década. Se esperaba un modesto repunte en 2020 hasta que irrumpió la pandemia.
Ahora el Banco de México prevé una caída del 8,8% para este año y el Banco Mundial una del 7,5%. Según el organismo internacional, México será uno de los países más golpeados en la región, casi a la par que Brasil. “La comparación anual del primer trimestre muestra que ya veníamos de un declive importante", apunta Valeria Moy. "Había un daño estructural previo a la pandemia y esta situación acelera su caída”.
Salir del bache tomará tiempo. Si bien la industria ha vuelto a arrancar en junio, México se mantiene en el pico de contagio y varios Estados del país han impuesto restricciones a la capacidad manufacturera para evitar rebrotes. “Se tendrá una reactivación gradual de los sectores esenciales, pero no al 100%”, afirma el economista José Luis de la Cruz. “Todavía habrá que observar cuántas empresas sobreviven. Muy probablemente esta caída provoque quiebras”.
El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, prevé una recuperación en forma de palomita Nike. "Rápida pero asimétrica. Es decir, va a ser importante, pero no a la misma velocidad que cayó”, dijo hace una semana. La respuesta del Gobierno mexicano a la pandemia es de las más débiles de la región. El FMI estima en menos del 1% del PIB las medidas fiscales adoptadas por el país para contener el impacto de la crisis, cuando las de Brasil superan el 6% de la economía.