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SERPIENTES Y ESCALERAS

Segura cercanía

La seguridad en la nueva realidad depende de nosotros.

Este día inicia el regreso a la normalidad en distintas ciudades del país, incluyendo Cuernavaca. Retomar las actividades económicas es una premisa para las autoridades y para muchos sectores, de eso depende la subsistencia de cientos de familias y el empleo de miles de personas. El reinicio de las actividades no ocurre en el mejor momento, ni tampoco en las circunstancias ideales, el semáforo sanitario continúa en rojo, pero ya no hay forma de que la gente se quede en casa. Ahora la salud depende de cada uno.

Es comprensible la necesidad de mucha gente de retomar sus actividades cotidianas y reiniciar sus labores profesionales; tres meses de cuarentena consumieron los ahorros de la mayoría de las familias, provocaron una crisis en gran parte de comercios y negocios al tiempo de que causaron un retroceso en la economía de la entidad.

Las condiciones económicas no eran las mejores en Morelos antes de la pandemia, desde hace varios años la tierra de Zapata enfrenta una desaceleración económica provocada por el saqueo y las políticas económicas del gobierno de Graco Ramírez.

Al arrancar el nuevo sexenio el panorama ya era adverso: la entidad acumulaba una deuda multimillonaria que obligaba a las nuevas autoridades a destinar una parte importante del presupuesto al pago del capital y los intereses, limitaba el margen de maniobra financiera y reducía drásticamente la capacidad de inversión y obra pública.

Eso ocurre en casi todos los ayuntamientos, donde la herencia de pasivos es superior a la capacidad de pago de las entidades y por ello el presupuesto es apenas suficiente para cubrir las nóminas y operar. La mayoría de las comunas funcionan en números rojos, arrastran laudos y se la pasan peleando jurídicamente para que el problema no les explote en la cara.

Precisamente por ello al iniciar el año los alcaldes de Morelos pidieron al congreso que les concedieran un mayor margen de operación financiera a través de las leyes de ingresos o la contratación de créditos; los diputados desecharon todas las peticiones, lo hicieron bajo el argumento de que no permitirían nuevos impuestos, pero con la mira puesta en las próximas elecciones. Nadie en la Legislatura 54 quiere un alcalde fuerte que tenga liderazgo y pueda ganar elecciones.

Con ese escenario apareció el coronavirus.

Desde febrero, cuando el gobierno federal advirtió sobre la gravedad de la pandemia, las autoridades estatales y municipales de todo el país pidieron ayuda al presidente Andrés Manuel López Obrador para enfrentar la situación, recursos para fortalecer la infraestructura médica y dotar de insumos al personal de salud. Morelos en específico solicitó al gobierno de México un primer apoyo de 150 millones de pesos para iniciar la reconversión hospitalaria y equipar a médicos y enfermeras. Tres meses después ni un peso ha llegado.

Con casi mil casos confirmados, más de 360 defunciones y el semáforo en rojo, el Estado de Morelos inicia hoy el regreso a la nueva normalidad. Igual que el resto de la nación, nuestra tierra se encuentra en un momento de contagio comunitario, una situación de alto riesgo que podría, como ya está pasando en otros países del mundo, provocar un rebrote de la enfermedad.

Nuestra entidad igual que las otras 31 entidades del país no ha domado la pandemia, como lo afirma el presidente López Obrador, ni tampoco ha entrado a una fase de descenso de casos. Ningún estado está en ese escenario y, por el contrario, varios de los municipios de la esperanza que se habían mantenido sin un solo caso positivo reportado, han comenzado a registrar enfermos de covid.

El problema es que ya no hay forma de mantener a la gente en casa, ni condiciones para que la industria, el comercio y los sectores productivos sigan detenidos. La pandemia es mundial y sus efectos se resienten en todo el orbe, cada día vemos reportes sobre el retroceso de las economías, de la recesión en varios países y cierre masivo de empresas por todos lados.

Nuestra situación no es distinta ala de los demás y en algunos casos es todavía más compleja: la dependencia financiera de Morelos con la federación es casi absoluta, los recursos con los que opera nuestra entidad dependen en más del 90 por ciento de lo que envía el gobierno federal y esa misma lógica se repite en todos los municipios.

Reactivar la economía es una apuesta muy fuerte de las autoridades y también es el único camino que queda para sobrevivir; sin capacidad para apoyar a los sectores productivos, al gobierno le toca es conducir este reinicio de actividades estableciendo protocolos de sanidad, acciones preventivas y modelos operativos que reduzcan el riesgo de contagios. Aún así el peligro es alto para todos: a mayor convivencia, mayor sacrificio y se añade que en unos meses arranca la temporada de influenza.

Desde que concluyó a nivel federal la jornada nacional de sana distancia y el presidente reinició sus actividades públicas en el sureste del país, se registró un considerable incremento de la movilidad en todos lados. Morelos no fue la excepción, aunque vale decir que nuestro estado ha sido uno de los que menos respetaron la cuarentena, lo cual se reflejó en el acelerado aumento de casos positivos y defunciones.

El reinicio de las actividades productivas es una medida institucional que carece de lógica científica, aunque se entiende desde el punto de vista financiero. Morelos se reincorporará a las actividades de manera paulatina, siguiendo los lineamientos definidos por el gobierno federal, con protocolos muy estrictos de operación para la industria y el comercio, pero sin la seguridad de que este camino nos llevará a buen puerto.

Recordemos que hace apenas una semana los representantes del estado y de la capital aseguraban que no era tiempo de salir, que estábamos en el punto más peligroso de la pandemia y que el contagio comunitario era una señal inequívoca de que debíamos mantenernos en casa. Unos días después, con la curva de contagios a la alza y muertos cada día, el discurso cambia: ahora nos dicen que debemos salir respetando los protocolos, pero omiten que al hacerlo las cosas pueden empeorar.

Las decisiones de las autoridades en torno al covid-19 no han sido sencillas en ningún momento; desde la orden de cierre de negocios hasta la cancelación de actividades públicas, las medidas han sido impopulares y severamente cuestionadas por una sociedad recelosa de sus líderes, pero también con sectores profundamente irresponsables.

Personalmente reconozco en las autoridades (de todos los colores) un gran esfuerzo por tratar de salir adelante, sin recursos, sin liderazgo y sin apoyo federal, en contra de mucha gente que sigue sin creer en la enfermedad, que retan a las instituciones y nos ponen en riesgo a todos.

Estos últimos son los que más daño han causado al estado y a la sociedad en su conjunto, más incluso que el peor de los gobernantes. La irresponsabilidad de quienes omiten las recomendaciones de sanidad y propagan la enfermedad colocó a Morelos en un escenario de crisis, aceleró el ritmo de contagios y multiplicó las muertes.

Son esos torpes, los irresponsables, los que cuando enferman reclaman a las autoridades y agreden a los médicos; ellos son los que más vociferan contra las enfermeras y aseguran que en los hospitales están matando a la gente. No se dan cuenta que fueron ellos por su idiotez los que se expusieron y se contagiaron, los que enfermaron a otros y quienes provocaron la muerte de varios doctores.

El punto es uno: ahora que debemos regresar a la nueva normalidad, es imprescindible que sigamos con las mismas precauciones que hemos tenido a lo largo de la pandemia: lavado de manos, distanciamiento social, uso de máscaras y cubre bocas… teniendo en cuenta que la reactivación social es consecuencia de la necesidad económica, no el resultado de un triunfo contra la enfermedad.

Los gobiernos nos pueden decir muchas cosas y pueden implementar diversas medidas, pero la verdadera barrera a la enfermedad la debemos poner nosotros, por nuestra decisión, con nuestra actitud y tomando en cuenta un elemento determinante: todavía NO hay vacuna contra el covid-19, ni cura contra la enfermedad.

Hoy más que nunca nuestra salud depende de nosotros.

posdata

En la víspera de que arranque formalmente el proceso electoral, algunos graquistas están saliendo de su madriguera. Lo hacen de manera virtual, a veces a través de terceras personas o utilizando pseudónimos para no ser identificados.

Los graquistas están presentes en varios partidos, quieren competir en el 2021 y la base de su proyecto es atacar al gobernador Cuauhtémoc Blanco.

Se vale: los métodos para llamar la atención de hoy no son distintos a los de ayer, criticar al gobierno en curso es el camino más sencillo de cualquiera que aspira a ganar una elección, sin embargo, en el caso de los graquistas, habría que tener presente lo que hicieron en el pasado reciente, el daño que causaron a miles de personas y los males que aún sigue pagando la entidad por sus abusos.

Digámoslo así: la crítica contra el gobierno que proviene del ciudadano común me parece absolutamente válida, no importa que tenga o no la razón; el empresario, el comerciante, el ama de casa, el estudiante, el trabajador… todos tienen derecho a opinar, a expresarse y a cuestionar o aplaudir el desempeño de las instituciones.

No opino igual de los que hasta hace poco estaban en una posición de poder y desde ella, en lugar de ayudara que las cosas mejoraran, se coludieron para obtener ganancia personal del pillaje. Los que fueron comparsas del tabasqueño, los que hicieron negocios con el hijastro, los que se beneficiaron económicamente de su cercanía con la familia y observaron sin decir nada (o aplaudiendo) el saqueo cometido la damota, esos no tienen calidad moral para hablar.

Entendamos algo: Morelos vive un momento difícil con múltiples crisis: económica, de seguridad, social y política; todas ellas tienen origen muchos años atrás y crecieron durante el sexenio del PRD, con el multimillonario endeudamiento del estado, con la división ciudadana que provocaron las políticas del régimen anterior, con la llegada de delincuentes a las jefaturas de la policía y la mercantilización de la política.

Todo ese mal no se acabó con el sexenio y nos tomará mucho tiempo superarlo. Las mafias que llegaron y crecieron con el graquismo siguen aquí, incluyendo a la mafia política que tiene presencia en varios partidos y se disfraza con piel de oveja.

Cuauhtémoc Blanco puede no ser el mejor gobernante, se puede equivocar, pero no tiene la maldad de Graco Ramírez. Puede ser que en el 2021 la gente no vote por quienes representan al futbolista, pero tampoco lo harán por los herederos del tabasqueño.

nota

El gobierno municipal difundió el sábado un mensaje del alcalde capitalino a propósito del reinicio de las actividades económicas; el edil habló de las estrategias que se implementarán dentro de la nueva convivencia y de una “reingeniería de la movilidad”.

Las decisiones que ha tomado a lo largo de la pandemia el gobierno capitalino han sido oportunas y efectivas, han ayudado a contener la enfermedad y ayudaron a que los centros de salud no colapsaran. Apoyarse en un grupo de científicos y especialistas para definir el plan fue sin duda una buena decisión.

El mensaje de Antonio Villalobos, empero, no fue del todo bueno; quien elaboró el discurso no supo aterrizar las ideas, se enredó en indicaciones, divagó y al final no tuvo la claridad necesaria para que el mensaje se entendiera.

Digámoslo así: el discurso del presidente Villalobos no estuvo a la altura de las decisiones anteriores que ha tomado. Los comunicados futuros deben ser mejores, para que las ideas sean comprendidas por todos.

post it

En la próxima boleta electoral veremos más de una docena de partidos compitiendo, muchos de ellos de reciente creación y otros, como el PRD, el PRI o el PES, con altas posibilidades de desaparecer.

La contienda real en el 2021 será entre Morena y el PAN, habrá quizá algunas candidaturas ciudadanas llamativas y seguramente veremos el debut y despedida de muchas fuerzas políticas emergentes.

El próximo año veremos muchos candidatos, pero muy pocos que valdrán la pena.

redes sociales

Imagina, lectora lector queridos, que los partidos políticos fueran personas.

Vislumbra al PRI con la cara de Jonathán Márquez Godínez, al PRD con la de Matías Quiroz Medina, al PES con la de Jorge Argüelles Vitorero, al PAN con la de Juan Carlos Martínez Terrazas, a Morena con la de Gerardo Albarrán Cruz y al PT con la de Tania Valentina Rodríguez.

¿Qué rostro te inspira confianza?

Comentarios para una columna optimista:

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