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Gobierno Vs maestros: choque de trenes

En la Secretaría de Gobernación y Conflictos No Resueltos les dicen: “Ventanilla equivocada. Vayan al Congreso”…

Y los maestros, que ya comprobaron que los intentos de diálogo frente a un gobierno que no entiende de la construcción de reformas con y para el pueblo, toman estados como Oaxaca y Chiapas, bloquean la Ciudad de México, Michoacán y Guerrero, marchan en Morelos y hasta en Nuevo León, pasando por el propio Estado de México, a pesar del riesgo de las represiones y del descrédito que a través de sus pregoneros en los medios difunden las autoridades contra ellos por defender sus conquistas y derechos laborales.

Ciertamente, entre los gobernantes como entre los maestros, de todo hay en este supermercado de Dios.

Hay un hecho concreto:

De la Coordinadora o del Sindicato, los maestros se han cansado de externar al Presidente Enrique Peña Nieto que la reforma laboral-administrativa, que enmascaran bajo el rimbombante título de educativa, no sólo tiene que ser revisada, sino que en su nueva elaboración ahora sí deben ser tomados en cuenta los maestros.

A cambio, la respuesta ha sido de ninguneo, de amenazas, de represión, así como de evadir la responsabilidad de atender a los descontentos con el engendro que en la imaginación retorcida de algún tecnócrata le hizo creer que era no la herramienta para mejorar los niveles de aprendizaje en el país, sino para someter a los disidentes a la sumisión y obediencia, pero sobre todo a fin de adelgazar la nómina.

En este choque de trenes, el gobierno tiene las armas a través de las policías y el Ejército.

A cambio, los maestros tienen a numerosos grupos sociales que se han sumado a su lucha no sólo convencidos de la legitimidad de los planteamientos de los maestros, sino porque también carecen de respuestas a sus necesidades desatendidas. En Oaxaca, incluso el EPR saltó nuevamente al escenario. En Chiapas, también vuelve a la escena el EZLN. Y váyanle sumando a los partidos políticos y los iluminados.

Mientras tanto, a falta de Elba Esther Gordillo, el gobierno pretende revivir la figura e incondicionalidad del líder sindical que firmaba los cheques que daban acceso al dinero que la maestra se robaba y que hoy inexplicablemente no es su vecino de celda, ignorando su desprestigio y falta de identificación con el magisterio. ¿El Mensaje de Nuño? Por la vía institucional, con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, los escucho y dialogamos –lo cual de ningún modo significa echar por tierra la mentada reforma-. Les concede escuchar sus lamentaciones y quejas estoicamente y sin que se mueva una coma de la ley, a cambio de su sumisión.

Igual ofrecimiento han recibido de la Secretaría de Gobernación: podemos dialogar todo lo que quieran, pero de reforma, en el Congreso, donde tampoco les harán caso, ignorando la facultad de iniciativa –hasta preferente- que tiene el Ejecutivo Federal para, después de verdaderamente negociar y construir juntos, proponer enmiendas a la reforma.

Pocas esperanzas hay de solución.

De todas las “deformas” propuestas en este sexenio y convalidadas por los principales partidos políticos, la de Educación es la que ha contado con un rechazo tajante, absoluto y de confrontación. Y no es para menos: afecta a los que ya dieron su vida educando a generaciones de estudiantes, a los nuevos maestros, así como sus derechos, prestaciones y hasta el empleo mismo.

Décadas van y vienen, y al INEGI nunca se le ocurrió contar cuántos maestros había en el país, hasta que se lo ordenaron y todavía no termina.

Mientras el corporativismo funcionó, ni la Secretaría de Hacienda ni la de Educación se preocuparon por revisar las nóminas que ellos mismos pagaban a maestros igual al frente del aula, que a los “comisionados”, o para poner lupa a lo que gana un verdadero profesor y lo que, en contraste, percibe un líder charro.

Al gobierno se le ocurrió modernizar la educación, pero no contempló comenzar por poner un profesional en la materia en la Secretaría de Educación. Tampoco pensó en que, para evaluar igual a todos, había que poner en las mismas condiciones de funcionalidad y servicios los planteles. Al menos, como un acto de generosidad, ni siquiera se le ocurrió colocar un cajero en cada una de las serranías o pueblos apartados en los que igual los profesores, sin los elementos indispensables, siguen abrazando su labor.

Y si había que dar tiros de precisión, tenía que ser con los seudolíderes que tenían de incondicionales. Con Elba Esther lo hicieron porque se opuso al Presidente, pero que sepamos, no se ha realizado ninguna auditoría al SNTE, mientras los de la CNTE tienen expedientes de tres metros de altura en su contra.

Este gobierno nos resultó juarista: “A los amigos –y aliados- justicia y gracia… A los enemigos, justicia”… Si es que así se le puede llamar.

La lección que la reforma educativa podría dejar a Nuño, Osorio Chong y al Presidente es que destaparon toda la animadversión que la sociedad ya tenía contra su partido y contra sus gobiernos.

¿Aprenderán?

Si hablamos de educación y del método científico, éste obliga a rectificar o desechar una hipótesis al comprobar los yerros después de la práctica. No lo conocen o, claro, dirán que no aplica en política. A cambio, el Presidente y el Secretario de Educación piden una fe ciega, que no cuestione el dogma, exigen la sumisión absoluta, y eso en cualquier parte es tan parecido a la religión con su fe ciega.

El restablecimiento del orden sí, pero no a cualquier precio, menos el de vidas humanas.

 

 

 

 

 

 

 

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