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DUDA RAZONABLE

Y ahora, la tormenta desde el norte

Hoy parece normal, pero no debería serlo. Cuando durante su campaña Donald Trump hablaba del muro en la frontera y sus seguidores gritaban a coro que lo construyera, parecía una locura, se le reclamaba desde México; ya no, parece normal.

Ayer, Trump firmó —sí, firmó—su nombre en la pared de su muro que lleva unos 300 kilómetros construidos.

Unas horas antes había dedicado su intervención en un evento de la patrulla fronteriza a hacer otra vez la lógica de la frontera cerrada, de cómo eso ha evitado más contagios del virus, lo horrible que son los indocumentados, presumió arrestos, y la gran ayuda que ha tenido del presidente López Obrador en la frontera sur mexicana y que espera ver pronto en la Casa Blanca.

Donald Trump está en campaña y está en problemas. Al menos en su campaña piensan que migración es un tema que puede repetir en esta campaña, por eso es por lo que ha elegido que su segundo evento después del confinamiento haya sido la visita al muro y a Arizona de ayer. O que unas horas antes firmó un decreto limitando las visas para trabajadores temporales extranjeros, o que prometió que volverá a intentar terminar el problema DACA después de la decisión de la Suprema Corte que se lo impidió. Frente a la crisis de desempleo, culpar a los extranjeros con o sin documentos, cree que puede funcionar.

Por lo mismo, a unos días de la entrada en vigor del nuevo Tratado de Libre Comercio, se empiezan a escuchar con más vigor las voces en Estados Unidos que exigen se cumplan los acuerdos sobre estándares laborales y la vigilancia desde allá. En la comparecencia del Representante Comercial del gobierno de Estados Unidos ante la Cámara de Representantes hace unos días, lo recibió el presidente del Comité diciéndole que “somos conscientes de que existen graves deficiencias en la implementación actual de las reformas legislativas en México, y amenazan con socavar preventivamente el modelo exitoso que hemos trabajado tan duro para construir con el USMCA” y presionando para utilizar los mecanismos de vigilancia del nuevo acuerdo, esos que el gobierno dijo que no eran para tanto. El funcionario gubernamental coincidió y el líder de la central obrera más grande de Estados Unidos ha hecho lo mismo.

Viene la presión. Esperemos, por lo pronto, que no termine con una visita a la Casa Blanca antes de noviembre.

@puigcarlos

Ámbito: 
Nacional