Sobre mojado
La profundidad de la crisis económica empieza a mostrar perfiles de vértigo. No hablo de la crisis que vendrá sino de la que está ya destruyendo empresas, empleos, inversiones y crecimiento.
Amanecimos ayer con una sombría anticipación del Fondo Monetario Internacional ajustando todos sus pronósticos a la baja. Su previsión de crecimiento de la economía mundial para 2020 se redujo de menos 2.9 a menos 4.9 por ciento.
El pronóstico para México fue mucho peor que ese promedio. En abril había previsto una reducción de 6.6 por ciento en el crecimiento económico, pero ahora su cifra es -10 por ciento, la peor para países emergentes. ¿Qué significan estos datos abstractos en el mundo real de las empresas y los empleos?
Significan un horizonte de potencialidades catastróficas. Según la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) que realiza BBVA, hay en el país 600 mil empresas en el país paralizadas, sin ingresos presentes ni posibilidades claras de poder reabrir luego de la pandemia o en medio de ella. “Es muy probable”, apunta el banco, “que el cierre de compañías se incremente y sus empleados engrosen el empleo informal, el desempleo y los altos niveles de pobreza laboral”.
La encuesta reporta que han cerrado ya 20 mil negocios y que si la tendencia sigue expandiéndose hacia los que no han cerrado, pero están detenidos, la contracción del mercado laboral podría ser tan profunda que tardaría en recuperarse hasta 2024.
Agravan el panorama desde luego las incertidumbres sobre la reapertura económica en medio de la pandemia y la falta de apoyos fiscales y financieros para cruzar la tormenta.
Lo que inquieta más a algunos expertos de la crisis económica mexicana es que no hay en el horizonte nada que indique que estén sembrados para el futuro factores de recuperación.
No parecen serlo los proyectos de inversión pública del gobierno en Pemex, Dos Bocas, Santa Lucía o el Tren Maya. La inversión privada nacional está contraída y la extranjera en retirada. Iberdrola canceló ayer inversiones por mil 200 millones de dólares.
La única carta de recuperación es el nuevo tratado comercial de América del Norte. Quién lo dijera.