Iban con la orden de incendiar la camioneta de García Harfuch
Cerca de las cuatro de la mañana se concentraron en dos puntos. Una gasolinera de la Condesa y otra ubicada en la alcaldía Gustavo A. Madero. No sabían quién era el objetivo, según declararon después algunos de ellos. Les habían indicado que se trataba de una misión suicida: les ofrecieron pagos de hasta 100 mil pesos, así como hacerse cargo de sus familias.
Como acostumbra hacerlo el Cártel Jalisco Nueva Generación, los sicarios fueron reclutados en diversas partes del país. Chihuahua, Michoacán, Estado de México, Guerrero y Jalisco —concretamente Puerto Vallarta. Había incluso un colombiano.
Estos nunca supieron dónde estaban. Desde hace tres semanas habían ido llegando en grupos a la Ciudad de México. Algunos arribaron la noche anterior al atentado. Con el rostro cubierto, los llevaron a distintas casas de seguridad en Gustavo A. Madero y Neza. Los repartieron también en hoteles de Toluca y la alcaldía de Cuauhtémoc.
Según la investigación, se les había aleccionado para que, en caso de caer en manos de las autoridades, señalaran como responsable del atentado a Nicolás Sierra Santana, El Gordo Viagra, jefe de la Familia Michoacana que hoy se encuentra en pugna, en la zona de Buenavista Tomatlán, Apatzingán, Nueva Italia y La Huacana, con Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, líder del CJNG.
Al frente del grupo de sicarios se hallaba José Armando Briseño de los Santos, apodado El Vaca. La procuraduría capitalina lo ubica como un operador del Cártel Jalisco al servicio de Julio César Moreno Pinzón, El Tarjetas.
El Vaca, que durante mucho tiempo actuó al lado de Carlos Fernando Huerta, El Viejón —implicado en la ejecución, en julio de 2019, de dos israelíes en Plaza Artz—, es el encargado de recibir en Puerto Vallarta grupos de sicarios que luego son entrenados en la sierra. Él mismo orquesta los “trabajos de campo” llevados a cabo por los sicarios.
Moreno Pinzón, El Tarjetas, es el líder operativo del Cártel Jalisco en la zona metropolitana de Guadalajara. Su bastión, sin embargo, está en Vallarta.
El secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, ha tenido conflictos con el grupo de Vallarta desde que se hallaba al frente de la Agencia de Investigación Criminal.
En febrero de 2018, por ejemplo, dos elementos de la AIC fueron detectados en Puerto Vallarta. Los “levantaron”, los grabaron arrodillados, los obligaron a leer una “confesión”, y luego los torturaron y ejecutaron. Sus cadáveres fueron encontrados el 15 de ese mes en Xalisco, Nayarit.
García Harfuch ordenó un megaoperativo en respuesta: 40 agentes de la AIC se infiltraron por goteo en Vallarta, haciéndose pasar por turistas. A través de cámaras de vigilancia descubrieron que el subdirector de la policía municipal y uno de sus elementos habían entregado a los agentes a sicarios del Cártel Jalisco: 39 días después, 18 miembros del CJNG fueron detenidos por la PGR, entre ellos, el entonces jefe de plaza, Mauricio Valera Reyes, El Manotas.
Diversas células operativas del Cártel Jalisco han sido detenidas en la ciudad de México durante operativos coordinados y ordenados por García Harfuch.
Aunque los motivos del ataque no se han hecho públicos, se sabe que, debido a una comunicación interceptada por el Centro Nacional de Investigación, el funcionario estaba al tanto de que se gestaba en contra suya una operación de alto impacto.
Las autoridades creen que al menos 39 hombres tomaron parte en el atentado ocurrido el viernes. Se trató de un operativo que implicó la compra de vehículos blindados —los cuales fueron pagados al contado—, así como de armamento de alto poder. Se rentaron casas y una bodega. Millones de pesos serían transferidos a las cuentas de los pistoleros.
La magnitud de recursos con que los sicarios contaron arroja luz sobre los costos del operativo: 13 vehículos, algunos de ellos blindados; 5 fusiles Barrett, un lanzagranadas, 34 armas largas, 8 cortas, 7 granadas, 96 cargadores y 39 chalecos. Los gatilleros llevaban también 51 bombas molotov. La idea era acribillar y luego incendiar la camioneta del secretario.
Una avanzada del cártel, formada por jóvenes de bajo perfil, estableció las rutas, los horarios y los puntos vulnerables de García Harfuch.
A las 3:26 del viernes, dos de los vehículos involucrados en el ataque fueron registrados por cámaras de la calle Valle Hermoso, en Valle de Aragón. A las 3:31 los vehículos corrían por vías de la alcaldía Gustavo A. Madero.
Se cree que las armas fueron guardadas en una bodega de esta última alcaldía. Ahí mismo reforzaron con planchas de metal la camioneta de redilas que luego cerró el paso al vehículo del secretario.
La unidad del secretario de Seguridad quedó cercada por dos vehículos. Los sicarios le dispararon de frente, para inmovilizar el motor. Al mismo tiempo, se le atacó desde otros vehículos por los costados. Las balas fueron empleadas para vencer el blindaje. El jefe de escoltas de García Harfuch recibió 38 impactos. En la escena fueron recogidos más de 400 cartuchos percutidos.
Los agresores no tuvieron tiempo de incendiar la camioneta: la rápida respuesta policiaca se los impidió.
El Vaca cayó en Tláhuac, junto a la mujer encargada de las casas de seguridad y de dotar de despensas a los sicarios. Quienes habían vigilado la ruta de García Harfuch fueron detenidos más tarde en Atlacomulco, gracias a una alerta lanzada por el C5. “Ya no traían nada en los teléfonos”, según una fuente. Estos detenidos declararon que, además del Vaca, un segundo hombre estaba encargado de darles instrucciones. Probablemente, alguien apodado El Morro.
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