Agazapados, saliendo del búnker
Los semáforos comienzan a ponerse en rojos menos intensos; en Ciudad de México es naranja. Las hospitalizaciones, poco a poco, muy poco a poco, empiezan a ser menos y comenzamos a salir a la calle.
Pocas industrias han sido golpeadas económicamente como la de la hospitalidad: fondas, restaurantes, bares. Canirac, calcula que uno de cada cinco no volverá a abrir. El virus habrá acabado con ellos.
El miércoles, a unas horas de reabrir, conversé con el gran Mikel Alonso, de grupo Biko, hoy al frente de los restaurantes Koma y Lur.
“Han sido meses duros, muy duros, meses de una dureza interesante. Carlos, creo yo que son de estos momentos de vida donde, por un lado, no te gustaría volverlos a vivir, pero también, por el otro, igual tienes que son casi casi necesarios cada cierto tiempo para volver a reajustar esa parte de nuestros relojes internos de nuestro caminar; de hacia dónde nos dirigimos, quiénes somos y quiénes queremos ser. De abandonar ese espacio de confort que a veces nos robotiza”.
“Nosotros somos un país de crisis y cada cierto tiempo, no sé si cada 5 o 10 años, nos pegan un batazo en la cabeza, ¿no? y ya sabemos que tenemos que estar un poquito preparados para eso”.
Cerraron los restaurantes el 18 de marzo y en abril comenzaron, desde Lur, el servicio para comida en casa. Todos los días, me cuenta, se reunía con el staff, preguntaba por ellos, por las familias, les recordaba que no era obligatorio estar ahí y luego les pedía que guisaran mejor que nunca. “Porque los padres asan, Carlos, las madres guisan”. Y así sobrevivieron.
El miércoles abrió Lur. Ayer comí en Lur, primera vez en casi cuatro meses que como en un restaurante. El gel en todas partes, las máscaras, las caretas, el menú que no se toca, las múltiples desinfecciones de mesas y objetos, la distancia entre mesas, entre personas. ¿Será suficiente?
“Yo creo, Carlos, que aquí hay un tema que se llama confianza y hay que entender que la confianza es bilateral, es decir, la confianza que nosotros podemos dar al cliente, pero también la confianza que el cliente trae, que nos puede transmitir”.
Y sabe, porque lo ha hablado con ellos, que los restaurantes mexicanos se han preparado para este nuevo momento.
Dice Mikel que es normal que en estos primeros días nos sintamos con miedo, como quien sale de un búnker en el que ha estado meses, pero es tiempo de volver. Comí como dios ayer. Es hora de volver.
@puigcarlos