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SERPIENTES Y ESCALERAS

Cerrar y morir
Lo sencillo era hacerse a un lado y no tomar decisiones. Fácil era decir “No soy médico”

Lo que se veía venir llegó: la Suprema Corte de Justicia de la Nación concedió la suspensión al gobierno estatal sobre la reapertura socioeconómica en Cuernavaca, pero no entró al fondo del asunto. El edil Antonio Villalobos confirma que su gobierno acatará, y añade que la reapertura fue consensada con el sector productivo, que está muriendo a causa de la pandemia. El punto es que la SCJN fue ambigua y no ordenó nada.

Para entender lo que estamos viviendo analicemos el contexto:

Morelos se encuentra en semáforo epidemiológico rojo, es decir, con un alto nivel de contagios comunitarios; hasta ayer en la entidad se habían registrado 3,095 casos y 697 muertes a causa del coronavirus, por lo cual es correcto que las actividades esenciales sigan suspendidas.

Frente a los datos sanitarios están otros elementos que también cuentan y que se emiten por parte de diferentes organismos empresariales, comerciales y colegios de profesionistas; de acuerdo con la Canaco a causa de la pandemia podría cerrar de manera definitiva el 40 por ciento de los negocios. La cámara de la industria de la Construcción dio a conocer que 30 constructoras han quebrado y las demás en su mayoría, enfrentan problemas económicos por falta de trabajo.

Los restauranteros también han alzado la voz al señalar que el 30 de sus agremiados no podrá superar la crisis del coronavirus y otros más estarían en peligro de cierre definitivo si no hay un plan emergente de apoyo al sector por parte de las autoridades. Los hoteleros no han hecho oficiales sus cifras, pero tomando en cuenta lo que varios propietarios comentan, las expectativas para lo que resta del año son malas y algunos no podrán salir adelante.

En general hablamos de que la economía morelense, como la del resto del país, enfrenta una situación compleja desde antes de la pandemia, agravada al extremo por la crisis del covid-19. Desde hace varios años en la tierra de Zapata los sectores productivos luchaban con la crisis, muy pocos presumían su éxito y la mayoría apenas sacaban los gastos de operación; el 2020 el panorama es desolador y se puede agudizar si de nuevo se ordena el cierre de negocios.

Todos los comerciantes y empresarios que después de tres meses de suspensión de actividades recibieron la autorización para volver a trabajar temen una notificación en sentido contrario; el permiso que les dio el ayuntamiento no fue un cheque en blanco: para poder abrir nuevamente sus puertas tuvieron que cumplir con estrictas medidas sanitarias y de operación que en si mismas representaron una nueva inversión. Es decir: después de un trimestre de no ganar nada, hubo que gastar más para poder trabajar.

La preocupación del gobierno estatal por la complicación de la crisis sanitaria es comprensible y válida: Morelos se encuentra en el punto más alto de la pandemia y aunque los números anticipan que en unas semanas más el escenario cambiará y el color del semáforo se volverá naranja, no es prudente adelantarse. La decisión de abrir el comercio no esencial es peligrosa porque aumenta la movilidad y eleva el riesgo de contagios; eso es lo que quiere evitar el gobierno estatal.

A las autoridades del estado las mueve el cuidado de la salud general de la población, quieren mantener en pausa las actividades para que los centros hospitalarios no colapsen y la situación se complique aún más. Hasta ahora la atención que el sector salud morelense ha brindado a los enfermos de covid ha sido adecuada, los espacios y equipos han alcanzado y no se reporta falta de insumos. La clave para que la pandemia pueda ser controlada está en que el número de enfermos no sea mayor a la capacidad instalada, de ahí la urgencia de que la gente se mantenga en casa hasta que el peligro haya pasado.

Todas las partes que componen la pandemia de coronavirus son complejas: desde el equipamiento y atención hospitalaria, hasta las estrategias para reducir la movilidad y evitar contagios, pasando por la urgencia de apoyar a los sectores productivos, mantener viva la economía y salvaguardar la salud y la planta laboral. Todo es importante y todo es urgente, por eso es difícil tomar decisiones.

Lo que viene para Cuernavaca luego del fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación no es fácil de entender, porque el máximo órgano judicial mexicano fue ambiguo en su dictamen: indicó que el gobierno municipal no debe seguir avanzando en su plan de reapertura, pero NO ordenó el cierre de los negocios que ya están abiertos. Entonces todo queda a la interpretación, es decir, sin una indicación directa, específica y clara, Cuernavaca pueden detener su calendario de nuevas reaperturas, pero no está obligada a cerrar lo que ya está abierto.

Después del resolutivo federal lo que prosigue en el municipio es interpretar y ejecutar el fallo; pueden dejar las cosas tal como están o lidiar con el enfado de quienes volvieron a trabajar y nueva cuenta tendrían que bajar sus cortinas. No es fácil hacer que el comercio que reaperturó hace apenas unos días vuelva a cerrar, todos tuvieron que adecuar sus instalaciones para cumplir con la norma sanitaria y muchos, además, requirieron una inyección fresca de recursos para poder volver a funcionar. Pedir a todos que vuelvan al confinamiento no solo es duro, también sería sumamente problemático.

El empresariado morelense interpretó el fallo de la corte como una orden de cierre; si fuese así anticipan que la situación económica en Morelos se agravará más y muchos empleos se perderán. El reinicio de actividades ha sido muy lento y una orden de volver confinamiento sería dura, aunque comprensible por el momento de la pandemia. En la voz de varios líderes se percibe desconcierto e impotencia: saben que la reapertura anticipada significa un peligro para todos porque aumentaría los contagios, pero aceptan que la prolongación de la cuarentena es inviable porque los negocios están muriendo.

Pensemos, lectora lector queridos, que lo que está viviendo Morelos no es distinto a lo que sucede en otros estados del país, aunque localmente la situación se agrava porque desde hace varios años arrastramos una fuerte crisis económica. La pandemia implica un problema doble: sanitario y financiero; pega a todos los sectores y a casi toda la población, puso a prueba a las instituciones, está acabando con el sector productivo y llevó al extremo la tolerancia de las personas.

En las dos posturas sobre la reapertura en Cuernavaca existen argumentos a favor y en contra; se entiende la decisión del gobierno estatal de procurar la salud colectiva y también la determinación municipal de ayudar a quienes económicamente ya no resisten el confinamiento.

Hablar del problema a lo lejos, sin responsabilidad, sin consecuencias, ni problemas de subsistencia es muy sencillo. Hacerlo desde un espacio de toma de decisión, pulsando todas las variables sanitarias, económicas, sociales y políticas que ello implica, no lo es.

Tomar decisiones institucionales maniobrando las finanzas públicas, llevando el conteo de contagios y viendo a los ojos a la gente que ya no tiene para comer es algo que no cualquiera puede hacer.

Las acciones tomadas por los gobernantes en la pandemia de covid-19 no han sido fáciles, porque todas traen consecuencias. El gobernador y el alcalde pudieron ser omisos en su responsabilidad legal y social, pudieron dejar que las cosas transcurrieran sin hacer nada, pero ninguno se mantuvo al margen; ambos actuaron a pesar de lo duras que han sido algunas decisiones.

Se pueden criticar las acciones tomadas por Cuauhtémoc Blanco y Antonio Villalobos, lo que no se puede decir es que se hicieron a un lado del problema para no asumir personalmente las consecuencias.

Lo fácil era decir “No soy médico”.

posdata

No soy abogado, pero le he preguntado a varios expertos en derecho sobre el alcance de la resolución emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre el confinamiento en Cuernavaca y todos coinciden en un mismo punto: en ninguna parte la SCJN ordena que se cierren los negocios que ya están abiertos.

El resolutivo no le entró al fondo del asunto, indica que no se prosiga con la agenda de reapertura, pero no ordenan que se de marcha atrás en las acciones ya implementadas.

La corte resolvió de manera inmediata una medida cautelar solicitada por el gobierno estatal, pero no fue puntual en su sentencia, lo cual permite a la autoridad municipal dejar las cosas como están, es decir, que quienes ya abrieron sigan abiertos con las medidas sanitarias necesarias.

Quienes ya están trabajando no están obligados a cerrar, a menos que la autoridad municipal se los notifique por escrito y eso no sucederá, porque la Suprema Corte NO se lo ordenó al ayuntamiento.

Este es el texto del resolutivo, para que cada quien saque sus propias conclusiones:

PRIMERO. Se concede la medida cautelar solicitada por el Poder Ejecutivo de Morelos respecto del acuerdo relativo a la reapertura socioeconómica en el municipio de Cuernavaca, Morelos, derivado de la sesión de cabildo del veintiuno de junio del dos mil veinte, para los efectos y consecuencias que se señalan en este proveído hasta en tanto esta Suprema Corte de Justicia de la Nación se pronuncie respecto del fondo del asunto.

SEGUNDO. La medida suspensional surtirá efectos sin necesidad de otorgar garantía y sin perjuicio de que pueda modificarse o revocarse por algún hecho superveniente, conforme al artículo 17 de la ley reglamentaria de la materia.

Notifíquese.

nota

La ley es la ley, pero la vida es la vida. Imaginen ustedes la cara de los comerciantes, los restauranteros, los empresarios, los hoteleros y en general de todos los que hace apenas una semana volvieron a abrir las puertas de sus negocios para regresar a trabajar, si les dijeran que otra vez tienen que regresarse a sus casas; me refiero a los propietarios y a los empleados.

Pensemos en lo que para todos ellos ha implicado más de un trimestre en confinamiento, en el dinero que han dejado de percibir y todo el que han tenido que gastar para subsistir sin trabajar.

Tratemos de imaginar lo que representó para todas esas personas el permiso de la autoridad municipal para reiniciar sus actividades productivas, para poder volver a percibir un ingreso y compensar el pago de rentas, servicios, escuela, comida y todo lo que implica la vida de una empresa y una familia.

Ahora veamos lo que pasa por sus mentes al suponer que deben regresar al confinamiento y aguantar más tiempo la cuarentena.

Cualquiera sufriría ante un escenario así. Hasta el más optimista se desmotivaría si eso ocurriera.

La decisión final sobre el resolutivo de la corte la tiene el ayuntamiento.

Yo creo que las cosas seguirán igual. Los comercios seguirán abiertos.

Ya no hay de otra.

post it

El tiempo avanza a pesar de la pandemia y el proceso electoral se llevará a cabo en los tiempos establecidos.

¿No será tiempo de que el gober vaya definiendo por quién apostará en el 2021?

Again: observen a Pablo Ojeda. Quiere y puede.

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La decisión es difícil, pero se reduce a este punto: abrir o continuar el confinamiento. De lo que se decida derivan muchas cosas y dependen miles de personas; lo primero protege la salud, aunque poco a poco mata la economía; lo segundo valora las finanzas, pero expone la vida de las personas.

Parafraseando al ex presidente Enrique Peña Nieto ¿Ustedes que hubieran hecho?

Comentarios para una columna optimista:

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