Una visita cara
Desde antes de empezar, la visita del presidente López Obrador al presidente Trump ha resultado cara. El mandatario mexicano la hace contra viento y marea, desoyendo la práctica unanimidad de las opiniones en contra que hay en su país.
Ha decidido pagar el costo por un beneficio que nadie alcanza a ver. Este ha sido el patrón de sus tratos con Trump: concesiones unilaterales a planteamientos unilaterales, gestos de cordialidad a cambio de ofensas, intemperancias y ocasionales dichos de simpatía que se parecen mucho a la condescendencia.
No hay nada en la visita que augure un cambio favorable en la difícil relación de ambos países y entre los presidentes, pese a las cordialidades declaradas. La visita puede anticipar, en cambio, tiempos difíciles en la relación con el nuevo gobierno estadunidenses si, como dicen las encuestas, Trump pierde la elección en noviembre y los demócratas ganan el Senado.
La impopularidad misma de la visita a los ojos mexicanos significa un alto costo para López Obrador, en momentos donde lo que le urge es bajar los costos del mal momento que vive el país, controlar los daños.
La incongruencia discursiva del mandatario mexicano respecto de Trump apenas puede exagerarse: ha pasado del reto abierto a la cautela obsecuente.
Nadie sensato espera de un Presidente en funciones de México que le hable airadamente al presidente de Estados Unidos, pero el actual Presidente de México sí lo hizo, y en voz muy alta, cuando era candidato, al punto de escribir un libro de título elocuente, Oye, Trump, eco de otro, famoso en los años universitarios de López Obrador: Escucha, yanqui, un alegato por la Revolución Cubana del gran sociólogo Wright Mills.
El presidente López Obrador se ha tragado todas las palabras sobre Trump que puso en su libro el candidato López Obrador. Ha construido, en cambio, la versión de que Trump ha respetado a México y ha sido generoso con él. Nadie puede decir cabalmente en qué consisten ese respeto ni esa generosidad.
Lo cierto es que el Presidente mexicano ha empeñado en su trato con Trump el más valioso de sus recursos: la fuerza y la credibilidad de su palabra. Una visita cara.