De eso no se habla en la Casa Blanca
Hay una lógica que no cambia en los encuentros entre presidentes de México y Estados Unidos; en momentos como el de ayer a mediodía cuando Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump pronunciaron sus discursos le estaban hablando, mayormente, a sus propios ciudadanos.
Trump está en campaña y tocó temas de su campaña, la pandemia, la economía, su habilidad negociadora que siempre logra según él “los mejores acuerdos comerciales del mundo”. López Obrador habló en el suyo, sobre todo, de por qué estaba ahí en ese momento y a lado de quien estaba. Después del desastre aquel de Peña, de lo que él mismo dijo de Trump en su momento y de lo que éste ha dicho de los mexicanos tantas veces, López Obrador les habló a los mexicanos, bueno, a los que viven en México.
Repito, eso es bastante normal. Nadie va a la Casa Blanca, nadie ha ido, a gritonearse o insultar a su anfitrión como ningún presidente vendría a Palacio Nacional para algo así. Si esa fuera la intención no habría visita y las negociaciones de política real sucederían en otra parte entre otras personas.
Ya veremos en el futuro las verdaderas consecuencias de la visita: qué tanto ha molestado a los demócratas que podrían ganar la Casa Blanca o el Senado en noviembre —además de que ya tienen la Cámara de Representantes—, o si Trump, como acostumbra, en unos días empieza a contar lo que según él hablo o negoció con López Obrador en la reunión que tuvieron a solas, como suele hacer después de estos encuentros.
De eso que pase en el futuro dependerá la evaluación general de la visita de ayer que hasta ahora solo tiene un grupo perdedor: los migrantes.
Desde 1986, fecha de la última reforma migratoria seria en Estados Unidos, y salvo el primer año del gobierno de Vicente Fox con Jorge G. Castañeda, cuando México puso en la mesa y estuvo cerca de llegar a un acuerdo migratorio que tumbó el atentado de las torres gemelas, el asunto migratorio y los migrantes son siempre los perdedores. De diferente manera, con diferentes énfasis, con muros o deportaciones, con discursos o leyes o decretos, pero siempre olvidados, marginados, jodidos, golpeados.
En el último par de años, un poco más. Pero de eso no se habla en la Casa Blanca.
@puigcarlos