Esta muchacha es bella. Es buena, y está llena de ilusiones. ¿Cuántos años tendrá? Quizá 18. Es grácil y es graciosa. Vive en Madrid. En ese tiempo -los veintes del pasado siglo- la capital de España es como un pueblo de provincia. Llora con los dramones de Echegaray y ríe con las comedias de los hermanos Álvarez Quintero. La alusión viene a cuento porque a esta muchacha le gusta mucho el teatro. Quiere ser actriz. Ya ha hecho papeles pequeñitos de damita joven. Cierto muchacho vio una de sus actuaciones y se enamoró de ella con sincero amor. Es de buenas familias este joven. Pertenece a esa rancia aristocracia de la vieja España, profusa en escudos nobiliarios. Su padre es rico, dueño de prósperas empresas comerciales e industriales. La linda actricita y el muchacho se hacen novios. Se aman; son felices amándose. Pero en la España de aquel tiempo un noviazgo como éste no puede ser. A las actrices se les llama "cómicas". Los padres del joven le prohíben esa relación. Él se empecina: quiere casarse con la muchacha; le ha prometido matrimonio. Súplicas de la mamá; cólera del padre, cuyos blasones serían maculados por esa desigual unión. Envían al hijo al campo. Ella llora su soledad a solas. Un día aparece en los periódicos de Madrid una noticia triste. El joven Fulano ha muerto en trágico accidente. Su funeral será mañana, en la iglesia tal. Se llevan a cabo las exequias, y la muchacha mira desde lejos el ataúd de aquel a quien tanto había amado. Pasan los años. Ella viaja a Cuba, y luego llega a México en una compañía teatral. Aquí se queda, y aquí se convierte en actriz de renombre. Sale en obras de teatro, y con el tiempo aparece en películas como El padrecito, con Cantinflas. Hace giras por diversos países. Una de esas giras la lleva a España. Su retrato y su nombre están en las carteleras. Cierta noche recibe en su camerino la visita de un elegante caballero: "¿No te acuerdas de mí?". Es el antiguo novio, el hombre a quien ella creía muerto. No murió. Obligado por sus padres, que temían la venganza de la familia de la joven, aceptó el fingimiento de su muerte. Se fue a Francia y ahí se casó. Viudo, venía ahora por ella para cumplirle la palabra dada. Esto parece teatro, pienso tras de leer lo que hasta ahora he escrito. Pero, ¿qué cosa en la vida no parece teatro? Sigamos, pues, con la siguiente escena, la final. Ella lo rechaza. Le reprocha su falta de entereza para enfrentar la oposición de su familia, y le hace ver que ahora todo es diferente, que es demasiado tarde ya. Él se marcha, apenado, y ella regresa a México, a seguir con su vida de artista. Lo que he contado es la historia de Angelines Fernández, la excelente actriz que hacía el papel de la bruja del 71 en El Chavo del 8. ¿Será cierta esa historia? Pienso que sí, porque no parece real. Dígamelo alguien, por favor, pues el relato es bello a más de triste. Quizás es bello porque es triste... FIN.