El show está por comenzar
Emilio Lozoya está por llegar a México. Comienza el gran show.
La detención y extradición del exdirector general de Pemex puede verse con dos perspectivas.
La primera es positiva. Se trata, hasta ahora, del funcionario más relevante de la administración anterior que será procesado por corrupción.
Tal vez usted pueda pensar que el caso de Rosario Robles es aún más relevante por haber sido titular de dos secretarías. Sin embargo, en el caso de la exsecretaria de Sedue y Sedesol, claramente se trató de una venganza política.
Si no hubiera sido así, ya estarían procesados otros funcionarios que colaboraron con ella, así como varios directivos de universidades públicas que fueron elementos clave para la trama de la ‘estafa perfecta’.
Para el gobierno de AMLO, la venganza implicó el detener y mantener tras las rejas a una sola funcionaria.
El caso de Lozoya es diferente.
Por un lado, se trata del director general de la empresa estatal más querida por AMLO. Pero, además, de un funcionario que fue elemento clave tanto en la campaña electoral como en los primeros años del gobierno de Enrique Peña.
La segunda vertiente de este caso es negativa, pues se tratará de un gran show, basado en el acuerdo que Lozoya alcanzó con el gobierno mexicano para aceptar voluntariamente su extradición.
Obviamente, ese acuerdo no será público. Pero, sospechamos que incluirá un conjunto de revelaciones que van a salpicar a diversos funcionarios del gobierno de Peña.
Incluso, en caso necesario, como ese extintor que dice: “Abrirse en caso de emergencia”, eventualmente podría implicar al propio expresidente, más allá del acuerdo y las consideraciones que tenga con él López Obrador.
Entre los funcionarios que seguramente van a ser implicados, además de los que dependían del propio Lozoya, anote usted en primerísimo lugar de la lista al exsecretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray.
Eran públicas y notorias las diferencias entre Videgaray y Lozoya. Y también era conocido que en varias ocasiones Videgaray trató de usar su influencia para remover a Lozoya, debido a la administración irracional que ejercía sobre Pemex y a los escándalos de corrupción que eran cada vez más públicos.
Al final, Videgaray convenció a Peña y Lozoya tuvo que irse.
Ahora va a querer el desquite.
Para el gobierno de López Obrador el momento es perfecto.
Si por varios meses la agenda nacional está dominada por el procesamiento de funcionarios relevantes o por escándalos que implican a otros, aun si no se les procesa, será una oportunidad de oro para que la opinión pública deje de atender a la crisis económica y sus consecuencias, así como a la pandemia.
Tal vez, en cierto momento, se pensó que esto podría ser mejor durante los meses previos a la campaña electoral del 2021.
Sin embargo las circunstancias cambiaron y ahora es necesario usar la artillería más importante para cambiar la agenda.
López Obrador conoce muy bien cómo funciona la opinión pública en México.
Nos encantan los escándalos, y son más atractivos aún mientras más arriba lleguen.
Así que no es nada remoto que la estrategia funcione.
Además se generará la impresión de que el combate a la corrupción va en serio y sin importar a donde llegue.
Aquí, el gobierno tiene todo que ganar y muy poco que perder.
Más nos vale que, por observar el show que está por comenzar, no perdamos de vista que mientras el espectáculo sucede, la situación de salud y la economía del país van a seguir cuesta abajo a toda velocidad.