Y todo indica que "llegó la hora" para los gobernadores de Veracruz y Quintana Roo, Javier Duarte y Roberto Borge, respectivamente, acusados de todo tipo de trampas y corruptelas y quienes, sin pudor alguno, trataron de crear un manto de impunidad a través de sus respectivos congresos locales.
Sin embargo, Duarte y Borge no solo son acusados de corruptelas y raterías sin freno. No, los aún mandatarios de Veracruz y Quintana Roo también son señalados de traición política al PRI y de engañar al Presidente.
Y es que —como dijimos en el Itinerario Político del 1 de julio—, el gobierno federal "prepara sendos expedientes" para impedir que los gobernadores se oculten en la impunidad.
También dijimos que "el mensaje del gobierno federal es que los dos gobernadores serán procesados por las instituciones de procuración de justicia federal", porque en el último tramo del gobierno de Peña Nieto "no se tolerará ni la impunidad".
Y si alguien conoce a Peña Nieto, advertimos, "sabe que una de sus reglas básicas es la intolerancia a la traición. Y el 5 de junio no pocos engañaron y traicionaron al Presidente".
Por eso, ayer la PGR presentó sendas controversias constitucionales como primer paso para echar abajo el manto de impunidad tendido por Duarte y Borge, para blindar sus respectivas gestiones.
Es decir, que el gobierno federal va por dos mandatarios estatales que, con sus probadas raterías, empujaron la derrota del PRI el 5 de junio. Y se trata de una acción política en consonancia con el cambio de dirigente del PRI y la llegada de un perfil completamente nuevo, joven y "sin cola que le pisen", como el de Enrique Ochoa Reza.
Sin embargo, a líderes partidistas, como Ricardo Anaya, les pareció tibia la reacción del PRI en torno a gobiernos tricolores corruptos. El jefe del PAN exigió acciones más decididas en esa materia. Y tiene razón, se requieren acciones mucho más severas contra la corrupción. Pero esas acciones deben ser contra todos los corruptos, sean de PRI, PAN, PRD y Morena.
Y es que en materia de corrupción pocos partidos se salvan. ¿Quieren ejemplos?
En el PAN destacan corruptos como Guillermo Padrés, gobernador de Sonora; Margarita Arellanes, alcaldesa de Monterrey; Lucero Sánchez, la chapodiputada; Luis Alberto Villarreal, diputado federal del PAN; Luis Armando Reynoso Femat, gobernador de Aguascalientes; Antonio Echevarría Domínguez, gobernador de Nayarit, y el alcalde que "roba poquito", Hilario "Layín" Ramírez Villanueva, de San Blas.
Por el PRD la lista es larga: Amalia García, gobernadora de Zacatecas; Narciso Agúndez, gobernador de Baja California Sur; Ángel Aguirre, gobernador de Guerrero, y el también mandatario guerrerense, Zeferino Torreblanca.
En el caso del PRI la lista también es larga: Humberto Moreira, gobernador de Coahuila; Rodrigo Medina, gobernador de Nuevo León; César Duarte, gobernador de Chihuahua; Egidio Torre Cantú, gobernador de Tamaulipas, y Mario Marín, solo por citar los más recientes.
Y los gobernadores de alianza no se salvan: Gabino Cué, gobernador de Oaxaca y Pablo Salazar, gobernador de Chiapas.
Y de Morena, ¿quién no recuerda los videoescándalos de AMLO?, raterías de antología.
En efecto, el de la corrupción de políticos y partidos es uno de los más graves escándalos en México. Pero también es cierto que ningún partido y ningún líder partidista de salvan. El propio Ricardo Anaya tiene una larga historia de corruptelas en Querétaro.
¡Llegó la hora...!, pero para todos los partidos.
Al tiempo.