Morena y el 2021
La base electoral de AMLO son los pobres, pero quien le dio el triunfo fue la clase media.
Dos elementos fueron determinantes en la elección del 2018: la esperanza y el hartazgo. Un sector amplio de la sociedad mexicana estaba cansado de la triada PRI, PAN, PRD, de su forma de ejercer el poder y burlarse de los mexicanos; los escándalos, la corrupción, la impunidad y las complicidades provocaron un enfado generalizado que se manifestó en las urnas. Frente a ello Andrés Manuel López Obrador se convirtió en una esperanza de que las cosas fueran diferentes, de que los pillos pagaran y la situación mejorara; Morena fue el partido que capitalizó la ilusión.
Dos años después las cosas no han cambiado mucho en el país; el discurso de combate a la corrupción es el mismo, pero no hay hechos que validen el mensaje. Los ladrones del pasado siguen libres, los negocios dentro del gobierno continúan y los excesos de la clase gobernante son iguales o peores que antes.
El presidente ha hecho un esfuerzo personal por mostrarse austero y distinto a sus antecesores, pero en su gobierno hay figuras, como Manuel Bartlett, que actúan en sentido contrario, que emulan al viejo régimen, a la mafia del poder y provocan desprecio colectivo. Luego están los hechos, las acciones de gobierno y los resultados en las distintas áreas; el marcador es en contra.
México enfrenta un momento complejo en muchos frentes: la inseguridad es mayor a la del pasado, la impunidad sigue latente en todos los niveles de la administración y como antes, las compras oficiales están amañadas, se llevan a cabo sin licitación y con sobreprecio; la protección presidencial a figuras políticas cuestionadas por su probidad y actos de corrupción es la misma.
En función de los números no hay manera de creer el discurso triunfalista: las muertes provocadas por la delincuencia en este periodo de gobierno han superado a las de administraciones anteriores; en materia económica enfrentamos una crisis que comenzó antes de la pandemia y se profundizó a causa del coronavirus; el tímido desarrollo del pasado se transformó en decrecimiento y la confianza para invertir en México cayó drásticamente.
¿Hablamos del manejo de la crisis sanitaria? El ejecutivo federal y el subsecretario López Gatell nos dicen que vamos bien, que estamos en el camino correcto, que ya domamos la pandemia y que se aplanó la curva de contagios. Pero México es tercer lugar mundial en muertes por covid. ¿Cómo podemos creer que vamos bien con esas cifras?
La detención y repatriación de Emilio Lozoya como un acto de combate directo a la corrupción también se ha convertido en una parodia: nos dicen que el ex director de Pemex recibió sobornos millonarios de Odebrecht, que desvió recursos públicos del erario, que corrompió legisladores y figuras públicas, que defraudó y hundió a Pemex… pero ahora resulta que por brindar información que dañe políticamente a sus cómplices quedará libre y sin castigo. En esta historia de corrupción el personaje central es tratado como rey, no como el villano que es; Lozoya no pisará la cárcel, vamos, ni siquiera tiene que acudir a firmar al tribunal. ¿Qué sigue? ¿Le darán la medalla Belisario Domínguez por soplón o lo nombrarán director del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado?
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador no es peor que los anteriores, ha hecho cosas buenas y su decisión de atender a las clases más desprotegidas es loable; el problema es que no se gobierna con buena voluntad ni se saca adelante al país con buenos deseos. La ideal central del presidente es atractiva, pero la forma como intenta materializarla no es la correcta.
Para ayudar a los más desprotegidos no basta con acabar con la corrupción, se requieren políticas públicas bien trazadas, efectivas y permanentemente supervisadas. Abatir el rezago y mejorar la situación de millones de mexicanos no se logrará con programas asistencialistas, ni entregando recursos a la gente a cambio de nada; peor: regalar dinero a diestra y siniestra, eliminar los mecanismos de supervisión, fiscalización y operación de los programas genera espacios de corrupción, porque no hay manera de medir ni evaluar los resultados.
En esta historia hay un punto importante que no se debe pasar por alto: el liderazgo histórico de López Obrador está en los sectores más desprotegidos, por eso su lema de “Primero los pobres”. Pero aunque los pobres siempre han apoyado al presidente, el triunfo electoral en el 2018 se lo debe la clase media; AMLO nunca pudo ganar en las urnas hasta que el sector intermedio de la sociedad se volcó a su favor en las elecciones pasadas. Hoy quienes más padecen las decisiones del presidente son los clasemedieros.
López Obrador se preparó para ganar la elección, pero no estaba listo para gobernar; el equipo que lo acompaña es viejo de ideas, está aprendiendo a conocer el funcionamiento de las instituciones y no se deja ayudar; el costo del aprendizaje, combinado con la terquedad del presidente, ha ocasionado problemas por todos lados. Como lo dijo hace un par de días el titular de Semarnat: "La 4T como tal, como un conjunto claro y acabado de objetivos no existe, por el contrario, este gobierno de la 4T está lleno de contradicciones, y éstas se expresan concretamente con luchas de poder al interior del gabinete, que yo lo he notado en varias líneas”
A poco más de dos años de su triunfo electoral el desgaste de Morena es enorme, la popularidad y la confianza del presidente ha caído, sobre todo entre la clase media que fue quien le dio el triunfo en el 2018; en Morena la situación interna es caótica: trabajaron bien cuando eran oposición, pero ahora que son gobierno no han podido ponerse de acuerdo en nada porque no saben dirimir sus diferencias. ¿Qué va a pasar cuando tengan que elegir a sus candidatos?
Frente a la sociedad Morena se ha equiparado a los demás partidos; atrás quedó la imagen de un organismo que generaba esperanza y tenía como abanderado a López Obrador. Hoy el Movimiento de Regeneración Nacional no parece distinto al PRI, al PAN o al PRD, replica las mismas acciones y vicios, se alejó de la idea original y de los motivos que le dieron vida; lo peor: el próximo año no tendrán a López Obrador en la boleta.
En la contienda del 2021 Morena lleva la delantera, pero no como en el pasado reciente; en el 2018 el Movimiento de Regeneración Nacional ganó sin importar el candidato porque había esperanza y hartazgo, porque Andrés Manuel López Obrador arrastraba a todos y la gente no quería saber nada del PRI, PAN y PRD. El próximo año la situación será diferente, la gente no ve una diferencia sustancial entre partidos y lo que inclinará la balanza son los candidatos.
La competencia electoral que viene no será tan dispareja como la anterior.
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El desgaste político de quien gobierna es natural y se refleja en las elecciones; el daño que provoca ejercer la autoridad depende de las personas, los momentos y las circunstancias que envuelven el uso del poder.
Morena ha dejado de ser invencible en las urnas y ello abre la posibilidad para que otros partidos retomen posiciones. En esta lógica hay muchos personajes del pasado reciente que vienen de regreso, porque suponen que la sociedad ya olvidó lo que hicieron. Tal es el caso de Rodrigo Gayosso.
El hijastro de tristemente célebre historia en Morelos se mueve en las alcantarillas de la política para que no lo vean, pero ha dado pasos legales que muestran sus intenciones de volver a participar de la vida pública del estado.
El sujeto en cuestión interpuso ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación un juicio para la protección de sus derechos políticos electorales; Manuel Rodrigo Gayosso Cepeda alega ante las instancias judiciales que se afilió al PRD el 31 de mayo del 2011, que el 06 de marzo del 2015 tomó protesta como presidente del Comité Directivo Estatal de ese partido y que en la campaña 2017-2018 fue postulado como candidato de la coalición PRD-PSD, pero que “el 15 de junio del 2020 hizo una revisión al padrón de militantes, percatándose que no aparecía su nombre”.
El 19 de junio de este año Gayosso interpuso una queja ante el órgano de justicia interpartidista del PRD para controvertir su exclusión del padrón y del listado nominal que se utilizará para la renovación de los órganos de dirección; el 10 de julio presentó una demanda de juicio para la protección de sus derechos político-electorales y el 10 de julio la justicia federal determinó la improcedencia del juicio ciudadano y lo reencauzó a las autoridades estatales.
La defensa legal de sus derechos partidistas es porque el Gayo tiene interés de participar en la contienda del 2021, no se puede entender de otra manera. La exclusión de su nombre del padrón de militantes del partido del Sol Azteca confirma lo que es vox populi: Nadie lo quiere, ni en el PRD.
Pronto veremos a Rodrigo Gayosso haciendo política en Morelos. La diferencia es que ahora lo hará sin poder, sin la protección ni la fuerza del estado y cargando el inocultable repudio de todos los que fueron lastimados por el gobierno de su padrastro.
Veremos si en esas condiciones sigue siendo igual de arrogante que antes.
nota
El gobernador Cuauhtémoc Blanco puso en marcha el programa “Golazo a la corrupción”, cuyo objetivo es combatir los actos fuera de la ley. “No tengo duda de que cimbrará a todo el país”, dijo el mandatario al presentarlo.
La lucha contra la corrupción es clave para cualquier autoridad, sobre todo porque es la bandera principal del gobierno de México. En Morelos el ejecutivo prometió poner un alto a los abusos, a los excesos y a castigar a quienes en el pasado reciente lucraron con las instituciones. Nada ha pasado aún.
Las caravanas, los concursos ciudadanos, las acciones preventivas y los convenios forman parte de este plan, pero nada servirá si no vemos acciones concretas.
El presidente López Obrador tiene en el Caso Lozoya una apuesta fuerte para recuperar confianza, para mostrar que no se trata solo de palabras; el gobernador Cuauhtémoc Blanco debería trazar una ruta similar, identificar temas y personas específicas y actuar en consecuencia. La gente quiere a los ladrones en la cárcel.
Pero para que eso se logre el ex futbolista debe cambiar a quienes se comprometieron a encarcelar a los corruptos y no lo hicieron, a quienes en lugar de ir tras ellos se coludieron para obtener beneficios económicos personales. El ejecutivo debe recordar que siguen pendientes las acciones ilegales cometidas en la obra pública, en el manejo de la hacienda estatal, en los fideicomisos y por supuesto en el dinero para atender las consecuencias del sismo del 2017.
Una recomendación ¿Qué tal que Blanco Bravo se apoya en algún despacho externo, especializado en estos temas, para que hagan ese trabajo y armen expedientes sólidos que no se caigan como los que se han presentado hasta ahora?
Ese tipo de despachos existen y cobran en base a sus resultados.
¿No se les ha ocurrido?
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Los comuneros de Tlaltenango acabaron con el debate que sostenían las autoridades por la realización de la feria. En los ciudadanos cupo la prudencia y por unanimidad decidieron que en el 2020, por la pandemia, no se llevaría a cabo un festejo con más de 300 años de historia.
La feria de Tlaltenango es polémica desde hace mucho tiempo: para algunos representa la tradición de un pueblo que honra sus raíces, que vive la modernidad sin perder su identidad y goza de sus tradiciones de una manera sana; otros piensan que esa feria no debe continuar con el mismo formato porque genera molestias, caos vehicular e inconformidad en todos los vecinos; pero sobre todo porque, dicen, se convirtió en un tianguis.
Cualquiera que sea la posición, la Feria de Tlaltenango no se llevará a cabo a causa del covid, como una medida para prevenir contagios y preservar la salud colectiva. Sí en cambio se celebrará la parte religiosa, lo que corresponde a la Virgen de los Milagros, tomando en cuenta todas las previsiones sanitarias.
La decisión tomada por los pobladores es prudente, plausible.
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En Cuernavaca Morena tiene cuatro prospectos propios para competir por la alcaldía: Antonio Villalobos, Alejandra Flores, Javier García y Alejandro Mojica. Por condición natural de su labor como presidente, el más conocido y mejor posicionado es Villalobos. Si descalifican al edil por las denuncias que hay en su contra, Morena se queda sin su mejor prospecto y con los costos del escándalo.
Pegarle a Villalobos es pegarle a Morena ¿Ya se dieron cuenta de ello? ¿O por eso lo hacen?
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