Corrupción en video
El Lozoyagate es clave para que el presidente de México recupere confianza.
Los primeros dos años no han sido sencillos para el presidente de México; las complejidades que han surgido en diversos ámbitos de la sociedad han mermado sensiblemente la confianza en la administración federal y complican la consolidación de la 4T. Andrés Manuel López Obrador asumió el poder con poco más del 67 por ciento de la aprobación y en menos de 24 meses su popularidad cayó al 46; el caso Lozoya le ha permitido recuperar 9 puntos perdidos, pero la difusión de los videos de su hermano recibiendo dinero para la campaña del 2018 lo están lastimando. La lucha contra la corrupción es muy importante para México, clave para el gobierno y sustantiva para ganar el 2021.
El mandatario federal apuesta fuerte al tema de la corrupción porque entiende que se trata de un tópico muy significativo para la gente; durante toda la campaña el tabasqueño enarboló esta bandera y apuntó sus flechas a la que denominó “Mafia del poder”. Como presidente, López Obrador ha hecho del tema un elemento permanente en su discurso y ahora que las cosas se le están complicando ha metido el acelerador para procesar a los pillos.
La estrategia del ejecutivo federal tiene sentido: frente a la complejidad económica que deriva de la pandemia, los más de 60 mil muertos causados por el coronavirus, los elevados índices delictivos, la violencia y la caída de la confianza de los inversionistas internacionales en el país, el combate a la corrupción se presenta como el único elemento del cual puede echar mano el gobierno de México para equilibrar el ánimo social.
Gobernar no es un asunto sencillo, ni tan fácil como se escucha en los discursos de la oposición, de ello se ha dado cuenta Andrés Manuel López Obrador; el combate a la delincuencia organizada implica muchos aspectos y varios de ellos están fuera del alcance del gobierno. Atender las raíces del problema, es decir, la pobreza y la desigualdad social es sin duda es uno de los caminos para lograrlo, pero llevará mucho tiempo revertir la situación y en ese proceso habrá muchísimos más muertos.
Económicamente hablando el escenario también es muy difícil: la pandemia y el confinamiento obligatorio frenó la economía y ya comenzamos a ver los efectos; la pobreza aumentó, se han perdido millones de empleos y la inseguridad aumenta a la par de que miles de negocios y empresas cerraron porque no pudieron aguantar los costos del confinamiento. La cuarentena fue la misma para todos, pero no todos la hemos vivido de la misma manera.
Este fenómeno de recesión se observa también en las administraciones públicas: la gente no tiene dinero y lo poco que tienen lo utilizan para subsistir, por eso la recaudación ha caído drásticamente en todos lados; ni en los municipios ni en los estados hay recursos para avanzar y los gobernantes han tenido que echar mano de medidas emergentes para tratar de sacar a flore sus administraciones. Por todos lados se está dando despidos de personal, cancelación de obras, suspensión de programas y en general un freno a casi todas las actividades y procesos que implican inversión de recursos. En el mejor de los casos las instituciones solo tienen para salarios.
Este escenario está pegando muy duro en el ánimo colectivo y provoca molestia; la gente está desesperada por la situación económica y enojada porque no ven caminos para salir adelante; todas las mediciones que se han levantado por parte de organismos públicos y privados reflejan un deterioro de la confianza ciudadana en sus autoridades y enfado contra quienes están al frente de las instituciones.
Bajo esa lógica hay que entender el manejo del presidente y los movimientos de la Fiscalía en torno al caso Lozoya; Andrés Manuel López Obrador apuesta fuerte por este tema porque le sirve de distractor respecto a los otros problemas del país, confirma que su lucha contra los corruptos va más allá del discurso y de paso toma venganza de quienes en el pasado reciente le hicieron la vida complicada.
La forma en que se está manejando el tema Lozoya muestra el fin de las cosas: buen trato al ex director de Pemex, filtración de videos y de la denuncia, manejo mediático contra los acusados… la idea es poner la denuncia por encima de los demás problemas que enfrenta México para que la gente valore el esfuerzo que López Obrador hace por acabar con la corrupción, más allá de las crisis que nos agobia a todos.
Antes de la captura de Lozoya AMLO intentó marcar la agenda nacional con diferentes aspectos que no le funcionaron o le resultaron contraproducentes, como la venta del avión presidencial. El caso Lozoya no trata solo de información que provoca morbo y controversia, también son acciones que muestran la fuerza del estado y exhiben a los delincuentes políticos. El problema es que ya aparecieron otros videos.
El combate a la mafia del poder ha sido en los últimos años una fórmula efectiva para ganar la atención del público y recuperar confianza. Son tantos los abusos, los excesos y la impunidad que se ha visto en el país, que una de las acciones más demandadas por la sociedad es proceder contra quienes lucraron de las instituciones, lastimaron al estado mexicano y provocaron muchas mermas en la calidad de vida de la gente.
El Lozoyagate es un elemento clave de la estrategia política del presidente rumbo al 2021, pero para que funcione, las cosas deben ir más allá del escándalo mediático. La difusión de un video en donde aparece Pío López Obrador recibiendo dinero para la campaña del 2018 empañó el plan presidencial y restó fuerza al golpe político de Lozoya, pero no anula la acción que las instituciones puedan dar contra todos los pillos.
El gobierno federal deberá ser muy cuidadoso en los pasos que dará en este tema y en la forma como atenderá el nuevo video que se presentó ante la opinión pública; no se pueden defender el Piogate como tontamente lo han hecho algunos personajes de la 4T diciendo que “fue menos dinero”, que no fueron “sobornos sino aportaciones”, ni mucho menos la tontería de que “también Leona Vicario aportó dinero para la causa”.
Hablamos del mismo acto de corrupción con diferentes personajes, de la participación de figuras de la vida pública que ahora tienen un cargo o una fuerte relación con el gobierno y de la posibilidad de que el dinero entregado al hermano incómodo saliera de las arcas de un gobierno estatal, como el de Chiapas.
Por el bien de su proyecto político, de su gobierno y del país, López Obrador no puede meter las manos al fuego por nadie, ni amarrar su trayectoria y futuro a los errores de su hermano; lo hecho por Pío López Obrador sin duda representa un grave error político y probablemente un acto fuera de la ley y quien lo grabó es precisamente el que le entregó el dinero y hace unas semanas fue ascendido a un alto cargo dentro de su gobierno. Defender esta nueva historia de la forma como lo están haciendo no solo compromete la honestidad personal del presidente, también resta fuerza a la mayor y más fuerte carta política que tiene Morena para el 2021.
Andrés Manuel López Obrador no podrá acabar en el corto plazo con la violencia ni disminuir los índices delictivos antes del 2021, con más de 60 mil muertos y el tercer lugar mundial en número de muertes por coronavirus, tampoco podrá rendir buenas cuentas en el tema de la pandemia; en materia económica tampoco son números positivos porque el país enfrenta la recesión más fuerte de las últimas décadas. ¿Qué le queda? Atacar frontalmente la corrupción.
En cualquier momento, pero particularmente ahora, acabar con la impunidad y proceder contra quienes abusaron del poder y los recursos públicos es una acción que ayuda al estado mexicano y fortalece a las instituciones ante la ciudadanía. Combatir la corrupción no es un buen camino para que AMLO recupere confianza ciudadana antes del 2021, es la única vía que le queda para que su gobierno no se descarrile.
Lo mismo se puede decir en el caso del gobernador de Morelos.
posdata
Ante la orfandad política en la que lo han dejado sus correligionarios, el alcalde de Cuernavaca ha recibido cobijo del PT; la polémica legisladora Tania Valentina le ha entrado al quite en el gobierno municipal pensando en la elección del 2021.
La jugada de Antonio Villalobos y del Partido del Trabajo son comprensibles dentro de un ambiente político descompuesto, con partidos y actores de poder desarticulados; el edil necesita apoyo, sabe que el Movimiento de Regeneración Nacional no ha sido capaz de dárselo y que sus correligionarios son los primeros en intentar expulsarlo de la alcaldía, de ahí su reciente cercanía con el PT.
Si se observa la situación dentro del contexto político electoral, la suma del PT a Villalobos es lógica, porque en principio une a dos personajes que han sido lastimados públicamente por la misma persona y además concede a los petistas la posibilidad de llevar mano en la candidatura capitalina dentro de la alianza del próximo año.
Antonio Villalobos ha cometido varios errores en su actuar como figura pública, pero no es el único personaje de Morena en Morelos que lo ha hecho; la falta de unidad dentro de ese partido y la ausencia de una dirigencia estatal que unifique criterios y coordine acciones permite este tipo de cosas y complica el futuro de un partido que llegó impulsado por la esperanza y a lo largo de dos años lo único que ha provocado es decepción.
La alianza de Villalobos y el PT no es el mejor camino que puede seguir el alcalde de Cuernavaca en su carrera política, de hecho es un sendero muy peligroso porque lo enlaza con un personaje desprestigiado como Tania Valentina, cuestionada en su actuar, señalada por su falta de probidad personal e investigada por sus relaciones peligrosas. Pero para Villalobos es la única vía que le quedó frente a los ataques de su partido.
No es claro lo que depara el futuro al presidente municipal de Cuernavaca, pero está visto que su decisión no será quedarse a esperar a que Morena reaccione y lo ayude a salir del hoyo. Su decisión es polémica, peligrosa, pero eventualmente le puede funcionar.
Un dato más: en una de esas regresa Yeidckol Polevnsky a la dirigencia nacional de Morena y entonces muchas cosas volverán a estar del lado del edil capitalino.
Así son las vueltas que da la política.
nota
Las últimas semanas han sido tranquilas para el jefe del ejecutivo estatal; en esta etapa de retorno a las actividades sociales y económicas luego de la parte más compleja de la pandemia, el interés general se ha puesto en temas que no atañen directamente al mandatario.
Cuauhtémoc Blanco ha diseñado una agenda social y de atención al problema covid que le ha mostrado más sensible e interesado en el tema; su nueva postura ha sido mejor apreciada por la opinión pública y desde México se le ve con mucho menos recelo que cuando los temas locales agobiaban su agenda diaria.
Precisamente porque el gobierno estatal se encuentra en una etapa de calma chicha es importante que los operadores del régimen aprovechen la situación para construir hacia el futuro; en la agenda estatal hay varios temas pendientes de solución y muchos cabos sueltos que no han atendido en dos años; es tiempo de que lo hagan, que retomen o construyan relaciones, que generen alianzas y empiecen a construir lo que vendrá después de la segunda mitad del sexenio.
Más allá de si Cuauhtémoc Blanco tiene o no pensado terminar el sexenio porque puede incorporarse al gobierno federal en la Conade o cualquier otra idea que pase por la cabeza de la clase gobernante, el mandatario debe trabajar hacia adelante pensando en el estado, en el proyecto político que representan y en el futuro personal de cada uno de los integrantes del equipo.
Gobernar sin aliados ha sido sumamente complicado; hacerlo sin el control de las instituciones puede ser mortal después del tercer año.
post it
¿Una vez más: ya revisaron los motivos que sustentan el juicio político contra Graco Ramírez, particularmente los que tienen que ver con los recursos del Impepac?
Si no analizan lo que pasó y lo que sigue sucediendo con ese tema, los promotores del proceso contra el ladronazo tabasqueño se van a llevar una desagradable sorpresa.
¿Qué a nadie le gusta estudiar en este gobierno? ¿Qué nadie es capaz de analizar las cosas?
redes sociales
Dicen que habrá más de 20 partidos habrá en la boleta electoral del 2021.
Serán muchos los candidatos en campaña; quedarán muy pocos partidos con registro después de las elecciones.
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