Videos, trampas y traiciones
Cayó, como se esperaba, la denuncia del PAN en contra de Pío López Obrador, hermano del Presidente de la República, y David León, ex coordinador de Protección Civil y Morena, por el presunto delito electoral de financiamiento ilegal de campañas. Sin embargo, lo visible oculta el fondo de un episodio que, fuera de lo legal y penal, esconde una historia de trampas y traiciones dentro del Partido Verde, donde el principal involucrado es el senador Manuel Velasco, pero alcanza a salpicar de manera preponderante al gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca.
Velasco, el senador que de ser compadre del expresidente Enrique Peña Nieto y profesarle públicamente su amor, brincó a la trinchera de Andrés Manuel López Obrador entregándole el estado a sus intereses electorales. Hoy, sus métodos de chantaje, se le han revertido frente al Presidente, y abierto la imaginación de personas informadas que sospechan si el exgobernador no es, en realidad, un Caballo de Troya. Su nerviosismo tras la divulgación del video, comentan cercanos a él, sugiere que como debe, teme.
Grabar a políticos y empresarios como una forma de garantía de seguridad que algunos llaman eufemísticamente chantaje político, era un método seguido por Velasco, quien grabó a decenas de personas que acudieron a él por apoyos, que se puede traducir en dinero, entre aspirantes a puestos de elección popular –como podría estar el actual gobernador de Chiapas–, líderes opositores e, incluso, secretarios de Estado del gobierno de Peña Nieto. El video de Pío López Obrador se inscribe en esa mecánica, aunque por la intranquilidad registrada en él desde el jueves pasado, probablemente no fue él quien filtró tan dañino video.
El video fue grabado por el mismo León, quien trabajaba como asesor en comunicación con el gobernador Velasco. León tenía un socio en la consultoría, Gerardo Pasquel, quien había sido consejero del Partido Verde y diputado local por el Estado de México, hasta el verano de 2009, cuando pidió licencia. Junto con León llegaron a manejar la comunicación y las relaciones políticas de Velasco en la segunda parte de su gobierno, hasta que se separaron. Pasquel, que recibió contratos de publicidad en el gobierno de Peña Nieto, se fue a Tamaulipas, a trabajar con García Cabeza de Vaca. León, como lo hizo el entonces gobernador, se pasó a la trinchera de López Obrador.
La relación entre los socios terminó mal—muy peleados. Cada quien siguió su camino. León se integró al equipo de logística de López Obrador desde la campaña y continuó de esa manera hasta que lo nombró coordinador nacional de Protección Civil. Su trabajo eficiente hizo que recientemente lo promoviera a dirigir una nueva empresa en proceso de creación, que administrará la compra de medicinas en el extranjero y su distribución en el país. En espera de que surgiera esta empresa estaba León cuando el video con el hermano de López Obrador lo demolió. Ni nombramiento, ni nada. Probablemente su carrera política se acabó.
Pasquel se asoció con su hermano Bernardo, y con Adrián Escobar, hermano a su vez del diputado Arturo Escobar, uno de los dirigentes del Verde y uno de los grandes operadores electorales del partido, en una empresa que hoy se encarga de adquirir y distribuir los medicamentos para el gobierno de Cabeza de Vaca, además de asesorarlo en temas de comunicación social. La llegada de León no lo iba a beneficiar en el negocio, ante la posibilidad de que el enfrentamiento que tuvieron al terminar de trabajar con Velasco, les provocara que se quedaran si el programa con García Cabeza de Vaca. El video lo difundió el periodista Carlos Loret el jueves pasado a través de la plataforma LatinUs, una empresa propiedad de Miguel Alonso, cuya esposa fue secretaria particular de Arturo Escobar.
Las redes de vínculos sólo permiten hacer conjeturas, porque no hay prueba hasta este momento que en busca de salvaguardar un negocio, hayan entregado a LatinUs el video para descarrilar a León. Loret recibió personalmente el video en sus manos –que eliminaría cualquier intermediación con su patrón–, y León supo que lo iba a transmitir cuando menos cinco días antes de su difusión. Incluso, en la víspera de la difusión, envió mensajes crípticos con la misma redacción: “Solamente para agradecerte el apoyo que me has dado siempre, especialmente en mi paso por Protección Civil”.
Ese día no se entendía el porqué de tal mensaje, pues hasta ese momento su carrera ascendía meteóricamente. León sabía la bomba que explotaría. Preguntas en busca de respuestas se le hicieron llegar por WhatsApp, pero sólo se recibió silencio. Previamente anunció que aclararía todo en la Fiscalía General, salvo una pregunta que no va a responder: ¿por qué si Velasco grababa todo, fue el video del hermano del Presidente el que se filtró?
No parece una vendetta por asuntos de negocios, que sería el caso si Pasquel fuera el responsable de su difusión, pues podría haber entregado otros más, también escandalosos, sin meter al hermano del Presidente, y no abrirse un frente al más alto nivel del poder. Esto nos lleva al origen de este texto, el papel de Velasco en todo este nuevo embrollo con potencial de escándalo, al quedar expuesto su modus operandi con la clase política y empresarial.
López Obrador bien le puede estar preguntando, por ejemplo a través del consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer, a quien el exgobernador llama lambisconamente “padrino”, qué tenía en la cabeza cuando grabó a su hermano. Viejos aliados de Velasco podrán reclamarle que los haya grabado, una vez que descubrieron por los medios que así lo hacía. Si León debe explicaciones de índole electoral y penal, Velasco las debe de índole legal –por grabar sin consentimiento de la otra parte– y político. Por sus marrullerías, el senador bien pudiera ser la siguiente víctima de este episodio.