Trump se comió a su partido
Él, sus hijos, su mujer, los Trump tomaron por asalto la convención del Partido Republicano cada vez más entregado a los designios del presidente de Estados Unidos.
Como nunca en la historia reciente, las maneras de un presidente han terminado para efectos prácticos con la imagen de un partido. Hoy son indistinguibles. Un par de legisladores, un movimiento sin cabezas visibles o importantes que desde los republicanos dicen oponerse al habitante de la Casa Blanca, pero nada que importe demasiado.
La convención, ahora condicionada por la pandemia, no fue el lugar para discutir la plataforma —de hecho, no hubo— o para empoderar a otros candidatos o para comenzar a construir futuro más allá de noviembre;todo fue él.
Los oradores insistieron que la pandemia era un asunto del pasado y superado con éxito yque la economía va en franca recuperación; ambas cosas más que discutibles.
En medio de un nuevo brote de protestas por el comportamiento de policías con la población afroamericana, ahora en Washington todos los oradores prometieron más dureza, más armas, más ley y orden. Todos se convirtieron en Trump.
El partido que desde finales de los sesentas se reconstruyó para ser inclusivo, atrapar a votantes que tradicionalmente no estaban con ellos y que ganó cinco de seis elecciones presidenciales ha sido capturado por el extremo, el lugar que representa Trump y el trumpismo.
Por lo mismo, como se ha visto en los discursos del hoy presidente, la batalla será a muerte contra Biden, pintándolo como un extremista de izquierda y, como dijo ayer, responsable de ese Estados Unidos del pasado que Trump pinta como si hubiera sido un infierno.
Ya veremos qué dicen las encuestas la próxima semana después de ambas convenciones partidistas y si la campaña de Trump es capaz de remontar en las urnas en noviembre la ventaja que hasta hoy llevan Biden y Harris.
Si gana Trump, para efectos prácticos, el Partido Republicano habrá dejado de existir para dar paso a una organización en manos de un hombre. Si Trump pierde, habrá que esperar quién es el valiente capaz de recoger los restos de una organización política cuyo éxito, cuando lo tuvo, descansó en no ser en lo que se ha convertido en el último lustro.
@puigcarlos