Cuauhtémoc Blanco salió del fondo de la tabla en el ranking de gobernadores. Aún falta.
Del 32 al 24
Por mucho tiempo Cuauhtémoc Blanco Bravo se ubicó en las últimas posiciones de la tabla de calificación de los gobernadores de México; varias veces el mandatario morelense cayó hasta el fondo a pesar de ser una figura internacionalmente reconocida por su trayectoria deportiva. El manejo de la pandemia, su planteamiento informativo y el ajuste en algunas áreas de su gobierno lo han ayudado a recuperar posiciones y salir del sitio en el que se mantuvo durante varios meses, pero necesita mantener el mismo rítmo para recuperarse del desgaste. Continuar la tendencia ascendente es clave para su gobierno en un año electoral.
Las críticas al desempeño y resultados de la administración estatal han sido constantes desde que inició el sexenio; los cuestionamientos empezaron por las ausencias del jefe del ejecutivo y continuaron con los pleitos dentro del gabinete. Esto mermó la confianza en el nuevo régimen al grado de colocarlo rápidamente en niveles de desgaste similares a los que tuvo su antecesor el último año de su mandato.
La mala percepción hacia la administración estatal tiene lógica y no debe sorprender a nadie: a pesar de ser un personaje exitoso en su ámbito, Cuauhtémoc Blanco no sabe de política ni tiene experiencia en administración pública; aunado a ello tomó las riendas de un estado quebrado en lo económico y azotado por la violencia, situaciones que han sido permanentemente magnificadas por sus adversarios.
Hay que considerar que la llegada de Blanco Bravo a Morelos significó el desplazamiento de la clase política tradicional: el nuevo gobierno hizo a un lado a las figuras de poder de siempre y posicionó a una generación política que nada tiene que ver con quienes habitualmente ocupaban los cargos públicos. Ahí se abrió el primer frente de ataque.
Aunque el cambio de estilo y de personajes fue bien visto por muchos, el distanciamiento de los funcionarios con la sociedad ha costado mucho a la administración. El exfutbolista profesional no ha establecido ningún tipo de relación con la gente de Morelos y su gabinete ha seguido esa misma línea, lo cual ha provocado que entre el régimen y la población haya distanciamiento y una total falta de empatía.
Estos y otros elementos más en la operatividad cotidiana causaron un desgaste en el gabinete y una molestia en todos los sectores, pero lo de fondo, lo que ha puesto al gobernador y a su equipo en crisis constante es la falta de planeación gubernamental y operación política.
La critica no es sencilla de asimilar, especialmente cuando se trata de autoridades; para estas los cuestionamientos son un ataque personal y no una observación que puede ayudar a mejorar las cosas. Es difícil que un gobernante reconozca sus fallas, este enterado de la situación más allá de su entorno y escuche las voces que se contraponen a sus ideas. Sin embargo, esa realidad ahí está, es palpable y provoca el desgaste de las instituciones y de sus representantes.
Durante dos años la administración estatal ha sido blanco permanente de cuestionamientos, pero no todo lo hecho por el gobierno de Cuauhtémoc Blanco ha sido malo; el problema es que las noticias negativas se han colocado por encima de las acciones positivas durante mucho tiempo. La violencia, los hechos delictivos, los pleitos políticos, el conflicto con otros poderes y las grillas en el gabinete opacaron los puntos favorables del régimen. Entonces llegó la pandemia.
La crisis sanitaria tomó a todos por sorpresa, por ello las primeras reacciones de las autoridades fueron inconsistentes; la idea de grabar un comercial en un hospital móvil fue un error garrafal que costó mucho al gobierno estatal y puso contra la pared a Cuauhtémoc Blanco en los primeros momentos de la cuarentena; luego hubo un replanteamiento del plan, pusieron el tema en manos de los médicos y a partir de ahí mejoró la situación.
Cuando el ejecutivo atacó la pandemia desde un punto de vista técnico se empezó a construir una nueva narrativa a partir de resultados palpables. En algún momento del mes de mayo Morelos entró a una etapa crítica con un repunte acelerado de contagios y muerte; posteriormente las cosas mejoraron cuando la estrategia sanitaria empezó a dar resultados y el semáforo cambió.
La pandemia concedió a Cuauhtémoc Blanco un respiro, porque disminuyó la presión hacia su gabinete; durante los últimos meses la atención ha estado en el tema sanitario, lo cual ha permitido al jefe del ejecutivo ajustar las cosas en su gabinete y retomar relaciones con otros poderes. Mientras la gente se cuidaba del covid, el ejecutivo mejoró su trato con los otros dos poderes y estableció una línea de comunicación en positivo cuyos resultados comienzan a verse en las encuestas nacionales.
Por supuesto hablamos de una mejora que apenas comienza a percibirse y que de ninguna manera garantiza nada hacia el futuro; estar en el sitio 24 de 32 no es para presumir, pero sin duda es mucho mejor que estar en el último lugar. El primer reto era sacar a Cuauhtémoc Blanco del fondo y ya lo lograron.
Ahora lo que el jefe del ejecutivo y su equipo de estrategia deben tener presente es que la recuperación apenas comienza y se puede venir abajo en cualquier momento por cualquier suceso, como lo ocurrido esta semana en la colonia Antonio Barona. Desplazar la violencia y la inseguridad del centro de la discusión fue sustantivo para que el gobernador de Morelos saliera del sótano de mandatarios, pero ubicar a Blanco Bravo en una dinámica de presencia física permanente, de ayuda directa, de apoyo a los sectores productivos, de trabajo con los ayuntamientos y de impulso a la economía, fue lo que lo hizo mejorar en el ánimo colectivo y en las encuestas.
Desde cualquier ángulo que se observe, la figura del gobernador es clave para la elección del 2021 en Morelos; a los adversarios del régimen les beneficia que el jefe del ejecutivo este desgastado, porque de esa manera es más fácil cuestionarlo y arrebatarle votos a su partido. Para Blanco y para el PES mejorar la percepción no solo es importante, es indispensable para que el proceso electoral del siguiente no sea un desastre que los arrastre a peores escenarios de los que ha vivido.
Recordemos que la pandemia ha modificado muchas cosas, incluyendo los tiempos electorales; en enero los partidos deberán tener definidos a sus candidatos, lo que implica que desde los últimos meses del 2020 iniciará formalmente el proceso de selección y los acuerdos entre partidos para conformar alianzas.
El Partido Encuentro Social es la casa política del jefe del ejecutivo morelense y en el 2021 se va a jugar el todo por el todo; el 2018 el PES apenas alcanzó a mantener el registro estatal y en la siguiente contienda no podrá hacer coaliciones con otros partidos, lo que los obliga a superar el 3 por ciento de la votación por sus propios medios. Ahí también es fundamental la imagen y reposicionamiento de Cuauhtémoc Blanco.
Aunque el lugar que ocupa hoy Cuauhtémoc Blanco en el ranking nacional de gobernadores sigue siendo bajo, sacarlo del último lugar es un logro que se debe reconocer a su equipo de comunicación. Continuar la recuperación de la imagen del ejecutivo pasa por la continuación del trabajo hecho y el fortalecimiento de aquellas áreas que siguen generando problemas.
El primer paso en la recuperación del gobierno de Morelos se ha dado, pero ni el jefe del ejecutivo ni su equipo pueden cantar victoria. El cierre del 2020 y todo el 2021 serán difíciles, en las próximas semanas y meses pueden surgir hechos de violencia como los que hemos visto en los últimos días y también está en puerta la creación de uno o varios frentes partidistas que apostarán por derrocar y procesar judicialmente al jefe del ejecutivo.
Ante algo así, sin muchos elementos ni recursos de los cuales echar mano, el gobernador necesita mejorar su estrategia política y cuidar al extremo el manejo eficiente de su imagen. Si falla en cualquiera de estos aspectos, la suerte de Cuauhtémoc Blanco estará echada y veremos nuevamente la salida anticipada de un gobernador.
posdata
La violencia no ha dado tregua al estado a pesar de que por varios meses la atención ha estado puesta en la pandemia. Mientras nos cuidábamos del covid y atendíamos las recomendaciones sanitarias de las autoridades, diversos grupos delictivos siguieron operando a sus anchas a todo lo largo y ancho de la entidad.
El recuento de daños se puede contabilizar en más de mil personas ejecutadas en los primeros ocho meses del 2020, según un sangriento periódico estatal. En lo que va de esta semana las acciones violentas de los grupos criminales superan la docena de muertos en hechos registrados en la capital y en otros municipios de la entidad.
Un atentado es muy difícil de prevenir, pero es claro que la prevención del delito y la persecución de los delincuentes no funciona, porque siempre que ocurre algo los agresores logran huir.
La colonia Antonio Barona está considerada una de las más violentas de la capital de Morelos y lo ocurrido durante un velorio está relacionado con la rivalidad entre grupos de la delincuencia organizada, afirman las autoridades del estado. Lo llamativo es que después de la matanza del martes vino otro ataque el miércoles y dos nuevas ejecuciones el jueves. Todo pasó en la misma colonia, en donde se supone hay una fuerte presencia de la policía estatal y elementos del ejército mexicano.
¿Cómo debemos tomar esta situación? ¿Es un reto a las autoridades? ¿Una burla a su estrategia de seguridad y operativos de vigilancia? ¿Será que los criminales son más inteligentes y están mejor organizados que la policía? ¿O de plano estamos en un escenario de complicidades múltiples en donde todos hacen como que trabajan y nadie hace nada? Los malos pegan porque saben que pueden hacerlo.
En múltiples ocasiones el gobierno federal ha defendido el trabajo y la figura del comisionado de seguridad estatal; en esa lógica el gobernador de Morelos también ha metido las manos al fuego por el marino, respaldando su desempeño al frente de la CES.
Viendo todo lo que está pasando sería bueno que Cuauhtémoc Blanco dejara de exponerse por un personaje que puede ser bueno en lo personal, pero ha resultado ineficiente en su tarea de pacificar en el estado. En un futuro, igual que como le sucedió a Carrillo Olea, a Sergio Estrada y a Marco Adame, en la policía estatal pueden surgir sorpresas que manchen la imagen del ex seleccionado nacional.
No se trata de dejar de apoyar a Guarneros, simplemente no meter las manos por alguien que quizá tiene su propia agenda.
Ya lo dijo el propio presidente López Obrador: “Yo por el único que respondo es por mi hijo menor de edad”
nota
Un reto mayúsculo tiene enfrente al alcalde Villalobos: estabilizar las finanzas municipales. La tarea no es sencilla e implicará tomar decisiones difíciles y dolorosas, pero necesarias para evitar el hundimiento financiero de la capital.
Lo que viene no es sencillo y seguramente habrá reacciones en contra del munícipe; ante ello vale la pena que el municipio socialice las razones que hay detrás de las acciones, para que el ciudadano entienda el contexto general del problema.
Igual que Cuernavaca, por cierto, están otros municipios y el propio estado.
post it
Es notorio que esta semana se intensificaron las críticas hacia el gobernador en las redes sociales. El tema en discusión vuelve a ser la violencia y los señalamientos se enfocaron again contra el titular de la seguridad.
Ante los señalamientos el almirante Guarneros y su equipo hacen mutis; saben que los golpes se los llevará el gobernador y que ellos en algún tiempo ya no estarán aquí.
Como el almirante, muchos funcionarios se escudan en la figura del gobernador. Esa es la lealtad que existe en este gobierno.
redes sociales
Ante un escenario que nuevamente se le complica al gobierno estatal, poner en la mesa la versión oficial es imperativo.
Recordemos: en términos de comunicación, espacio que no se ocupa, lo llenan otros. Las voz oficial equilibra la crítica.
Comentarios para una columna optimista: eolopacheco@elregional.com.mx
Twitter: @eolopacheco
Facebook: Eolopachecomx
Instagram: eolopachecomx