La matanza de La Barona
La violencia mata todo: las esperanzas, la estabilidad, el buen ánimo y hasta las encuestas.
La semana pasada fue muy difícil para Morelos, una vez más los grupos delictivos mostraron su fuerza y enlutaron a una decena de familias en la capital. De nueva cuenta la sociedad fue testigo de un ataque armado contra personas inocentes. El gobierno afirma que el acto derivó de la pugna entre grupos delictivos, pero hasta el momento no se ha probado que alguna de las víctimas anduviera en malos pasos. Lo ocurrido el martes anterior rompió la lógica y el discurso oficial.
La matanza de La Barona acabó de golpe con la racha de estabilidad que mantenía el gobierno de Cuauhtémoc Blanco desde hacía varios meses; la pandemia por el coronavirus no detuvo la violencia en la entidad, pero la matizó al poner la atención general en el tema sanitario. De repente vino ese ataque y todo lo logrado por el equipo de Cuauhtémoc Blanco en materia de percepción se vino abajo.
Hay varias cosas que vale la pena analizar respecto a lo ocurrido esa noche durante el sepelio de un joven:
La manera de actuar de quienes perpetraron el ataque corresponde a la forma como se conducen los grupos de la delincuencia organizada. Las armas utilizadas, informó el secretario de gobierno, son de uso exclusivo del ejército y ya se habían utilizado en otros hechos delictivos.
Hasta el momento no se ha comprobado que alguno de los asistentes al velorio formara parte de un grupo criminal o tuviesen antecedentes penales; por el contrario, lo que se sabe es que se trataba de jóvenes deportistas, estudiantes, trabajadores, apreciados en su comunidad y reconocidos por su buen trato. Ni siquiera en su apariencia tenían la pinta de ser malas personas.
La apresurada declaración oficial que relacionó la matanza de La Barona con la pugna entre grupos criminales fue una falta de respeto a las familias de las víctimas, porque en lugar de condenar la tragedia y solidarizarse con los caídos, se relacionó a los muertos con actividades fuera de la ley.
En cualquier parte del mundo es difícil, casi imposible, anticiparse a un atentado; lo que si se puede hacer es reaccionar de inmediato para detener a los agresores; en Morelos este tipo de situaciones se han vuelto comunes, han ocurrido decenas de veces y los criminales siempre huyen. Después de la matanza en La Barona y a pesar del despliegue policiaco-militar, los dos días siguientes se suscitaron nuevos hechos de violencia en la misma colonia, sin que las autoridades detuvieran a nadie. Los criminales se burlaron del operativo de seguridad.
Acontecimientos como los ocurridos en La Barona provocan inestabilidad y provocan molestia ciudadana; un solo hecho de violencia como el antes descrito puede acabar con meses de esfuerzo institucional para reposicionar a un gobierno, sobre todo cuando la estrategia de seguridad no funciona y los encargados de las tareas de prevención y vigilancia se ocultan cuando hay crisis.
La violencia de la semana pasada tiene que ser analizada con mucho cuidado por el gobierno del estado; no estamos frente a un hecho delictivo más, sino ante una situación distinta, donde las víctimas son personas inocentes y los efectos son demoledores para la administración de Cuauhtémoc Blanco.
Quienes perpetraron los ataques durante tres días consecutivos retaron a la autoridad, se burlaron de sus operativos de vigilancia y demostraron que son más inteligentes, organizados y fuertes que el gobierno. La ausencia del comisionado de seguridad también mandó un mensaje: mostró que estamos ante un mando policiaco disfuncional y que tenemos a un jefe de seguridad sin liderazgo ni capacidad de reacción.
La matanza de La Barona es muy dolorosa para todos, cortó de tajo la vida de una decena de jóvenes, entre ellas una promesa deportiva que, como Cuauhtémoc Blanco, venía desde abajo labrándose su propio destino en el fútbol profesional hasta que una bala acabó con su existencia.
Políticamente hablando este suceso se colocó en las primeras planas de todos los medios de comunicación estatales y nacionales, exhibió la gravedad de la situación y ocurrió justo en el momento que el presidente López Obrador afirmaba en su segundo informe de gobierno que en México ya no había matanzas.
El manejo de la pandemia de covid y el replanteamiento en la estrategia de comunicación logró sacar del fondo de la tabla de calificación de gobernadores a Cuauhtémoc Blanco, pero los hechos violentos de la semana pasada seguramente le pasarán una costosa factura en materia de percepción y confianza.
En los próximos días, semanas y meses el equipo de gobierno de Morelos deberá tener mucho cuidado con este tipo de situaciones y el manejo informativo que les de, porque hechos así fácilmente rompen la estabilidad, la confianza y en los tiempos en los que nos encontramos, costarán muchos votos a su partido.
Hoy inicia el proceso electoral y las autoridades estatales deben tener claridad de los pasos que darán en los siguientes meses, la manera como afrontarán el proceso electivo y las condiciones en las que el gobierno y sus aliados partidistas llegarán a la elección.
Al jefe del ejecutivo y al PES les urge definir un plan de trabajo que considere todas las variables que influyen en el tema, necesitan reforzar las tareas de seguridad e involucrar a los todos alcaldes en el asunto, para que el costo de este tipo de situaciones no recaiga solo en el mandatario estatal. También tienen que revisar, ajustar y comunicar de mejor manera la estrategia del mando coordinado y establecer mecanismos informativos que respondan a este tipo de casos.
Recordemos que los conflictos de seguridad y los hechos de violencia han costado muy caro a las últimas cuatro administraciones estatales, que los altos índices delictivos y la impunidad con que actúan los grupos criminales hundieron las proyecciones de los gobiernos del PRI, PAN y PRD y que la falta de reacción de los equipos estatales, combinados con un mal planteamiento de comunicación, acabaron con la credibilidad de los gobernadores.
A todo eso agreguemos que ninguna de las administraciones pasadas, ni la de Carrillo Olea, ni la de Estrada Cajigal, ni la de Adame Castillo, ni la de Graco Ramírez, enfrentó las crisis de inseguridad en medio de una pandemia y con el estado en quiebra financiera.
Cuauhtémoc Blanco, Pablo Ojeda, Ulises Bravo, Hugo Eric Flores y Mauricio Robles, los estrategas políticos del régimen, deben observar con mucha atención los hechos violentos de la semana pasada y actuar en consecuencia. El tiempo corre en contra del gobierno estatal y las proyecciones políticas y electorales les son adversas; los problemas para Cuauhtémoc Blanco y para su equipo vendrán después de las elecciones, porque el presidente no permitirá que nada pase antes de que se coloquen las urnas.
Entiendan que después de la jornada electoral del 2021 todo va a cambiar en Morelos y los hechos de violencia pueden ser el detonante de una nueva crisis en el estado.
Tómenlo en cuenta.
posdata
El siete de julio pasado el ciudadano Jair Sánchez Sánchez hizo oficialmente dos preguntas al IMPEPAC:
Si las organizaciones políticas Nueva Alianza y Encuentro Social Morelos serían considerados como partidos de nueva creación para el proceso electoral 2021. Si es el caso de la manera más atenta pido se me expidan copias certificadas del acuerdo mediante el cual se estableció lo antes referido. Y
Si los partidos políticos con registro local Nueva Alianza y Encuentro Social Morelos podrán formar coalición con otros partidos políticos o candidaturas comunes para postular candidatos al proceso electoral 2020-2021.
El seis de agosto el IMPEPAC respondió:
Con relación a las primeras dos preguntas y toda vez que las mismas tienen un mismo objetivo, este Consejo Estatal señala que no existe pronunciamiento alguno sobre el registro sobre los institutos políticos Nueva Alianza Morelos y Partido Encuentro Social Morelos, como partidos políticos de nueva creación, toda vez que su registro se hizo en términos del artículo 95 párrafo 5 de la Ley General de Partidos Políticos, así como el acuerdo INE/CG939/2015.
De conformidad con lo señalado por la normatividad citada en líneas que anteceden, se puede apreciar que no existe regulación alguna que prohíba la coalición de los partidos políticos que hayan perdido su registro nacional y hubiesen optado por el registro local…
La respuesta que oficialmente da el IMPEPAC al ciudadano Jair Sánchez deja claro que ambos partidos, Nueva Alianza y Encuentro Social, SÍ podrán formar parte de una coalición, porque NO los consideran partidos de nueva creación, a pesar de que ambos organismos políticos perdieron el registro a nivel nacional.
Un dato más: el documento en cuestión solo está firmado por la consejera presidenta Ana Isabel León Trueba y el secretario ejecutivo del IMPEPAC Jesús Homero Murillo Ríos.
El fracaso en la aprobación de la Reforma Política hundió las esperanzas de PES de ir en coalición en la contienda del 2021, pero esta respuesta los revive y les abre la posibilidad de integrar una alianza partidista.
A menos, claro, que alguien impugne el fallo de los consejeros y una autoridad federal vuelva (¡ooootra vez!) a corregirle la plana al IMPEPAC.
Pero lo más importante: ¿Quién quiere coaligarse a estos partidos políticos?
nota
Unas horas después de la matanza en La Barona, el diputado federal y presidente estatal del PES Jorge Argüelles Vitorero dijo lo siguiente:
“Esto es resultado de la lucha entre grupos delincuenciales, es una lucha de territorio, entre los grupos delincuenciales que se disputan la plaza y es reflejo de que la estrategia de seguridad va avanzando, de que poco a poco se les ha ido quitando territorio y estas son reacciones a estas acciones de gobierno”.
¡Vaya declaración!
Con este tipo de amigos, el gobernador no necesita de enemigos.
post it
El miércoles pasado el Tribunal Federal de Justicia Administrativa determinó que además del ex rector de la Universidad de Morelos Alejandro Vera Jiménez, dos ex funcionarios más de la UAEM son responsables del quebranto financiero cometido en la denominada Estafa Maestra.
Los magistrados concluyeron que el ex secretario de Rectoría Gerardo Ávila García y el ex director de Empresas y Servicios de la Universidad, Wistano Luis Orozco García, tuvieron responsabilidad en el daño al erario público por más de 239 millones de pesos, al autorizar la subcontratación de una empresa para cumplir con un contrato con la SEDATU, en donde la UAEM se comprometió a brindar productos y servicios para la Cruzada Nacional Contra el Hambre.
Las autoridades judiciales determinaron que no existen indicios de que dicho servicio se haya prestado, por lo que Gerardo Ávila y Wistano Orozco tendrán que resarcir dicha cantidad de recursos junto con Alejandro Vera Jiménez, quien en días pasados fue encontrado responsable del daño al erario público.
El fallo del tribunal federal amplía el espectro de quienes tienen responsabilidad legal en el tema, pero habrá que ver si los involucrados apechugan con toda la carga del problema o señalan a otros personajes que no firmaron, pero estuvieron directamente ligados con los contratos, participaron de la operación y sobre todo formaron parte de los beneficios económicos que se obtuvieron por estas asignaciones.
Cuentan los que saben, que el ex rector apunta su dedo al patronato.
redes sociales
A nadie sorprende que los partidos interesados en coaligarse en las elecciones del 2021, particularmente el PES, busquen todas las opciones jurídicas posibles para ello. Es comprensible.
Lo que llama la atención es que no hagan lo conducente para que sus respectivas fuerzas políticas tengan rentabilidad electoral, es decir, que los votantes los vean como una opción atractiva en la cual confiar.
De nada sirve que encuentren un resquicio legal para asociarse con otros partidos si en las urnas no reciben votos. En el caso de Nueva Alianza se entiende: es un partido sin liderazgo, sin estructura ni propuesta, destinado a desaparecer; pero el PES es la casa política del gobernador y por lo tanto tendrían que buscar la manera de que su mejor carta, Cuauhtémoc Blanco, mejore en el ánimo de la sociedad para que la continuidad de su proyecto político sea vista con buenos ojos.
De nada sirve una cosa sin la otra.
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