El país donde estamos. El gobierno
A estas alturas está claro que el gobierno no ha dado una respuesta satisfactoria ni a la crisis de salud ni a la crisis económica. El gobierno federal ha jugado en ambas a la no intervención del Estado, en la lógica del Estado mínimo.
Pero el proyecto del actual gobierno es el de un Estado máximo, el de un gobierno capaz de cambiarlo todo, reiniciar y transformar la historia.
La suya es una utopía regresiva, como he dicho muchas veces utilizando una expresión de Fernando Henrique Cardoso y como ha dicho 100 veces el presidente López Obrador cuando habla de echar abajo 35 años de historia neoliberal y empezar de nuevo.
Lo que vemos a dos años de ejercicio del poder es que el gobierno sigue empeñado en esa utopía, pero sus resultados concretos en ese rumbo han sido pobres, por decir lo menos.
El azar de la historia lo ha puesto frente a retos que no esperaba y que no ha podido manejar. El resultado neto es un gobierno que no tiene respuestas fundamentales para los problemas fundamentales que aquejan al país: la crisis económica, la crisis sanitaria, la crisis de inseguridad y la crisis de finanzas públicas que anticipa el presupuesto presentado anteayer.
El presupuesto habla de un gobierno que atiende a su proyecto antes que atender a su país. No responde a los problemas que la realidad le plantea, sino a las prioridades del cambio con que sueña; no a lo que piden los hechos, sino a lo que le mandan sus ilusiones de cambio, las prioridades de la transformación histórica en que está empeñado.
Tenemos un gobierno empeñado en destruir lo que recibió sin haber construido nada a cambio. Un gobierno que sueña con hacer historia al que la historia del momento se le escapa de las manos, que predica un cambio deseable muy distinto del terrible cambio que el país vive bajo su mando.
Tenemos un gobierno que habla mucho y hace poco, zarandeado además por las adversidades inesperadas de la historia. Un gobierno se podría decir con mala suerte, dicho esto en el mismo sentido que se dice en el futbol: portero sin suerte no es portero.