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SERPIENTES Y ESCALERAS

Crisis capitalina

El problema financiero en Cuernavaca es grave y las decisiones serán muy duras.

La capital de Morelos enfrenta un momento sumamente complejo; la crisis económica agobia al gobierno municipal y las alternativas para que el ayuntamiento salga adelante se agotaron. El problema financiero en Cuernavaca no es nuevo, se arrastra desde hace varias administraciones y tiene que ver con diferentes circunstancias. La pandemia aceleró lo inevitable: el ayuntamiento entró en una moratoria de pagos cuyo destino final es la quiebra. A menos que se tomen decisiones difíciles.

Para entender lo que está sucediendo en el gobierno de la ciudad hay que analizar lo que ha pasado en los últimos trienios; empecemos por el crecimiento desmesurado de la burocracia: cada tres años se multiplica la base trabajadora, colocan a la gente que les ayudó en las campañas y hacen de la nómina municipal un refugio laboral para los amigos, para los aliados, para pagar compromisos políticos o para fortalecer la estructura política de sus partidos.

Tomemos como parámetro el trienio de Luis Flores Ruíz (1991-1994) cuando el gobierno capitalino estaba conformado por 800 trabajadores o el de Alfonso Sandoval Camuñas (1994-1997) en el que solo existían dos agrupaciones sindicales. Las administraciones panistas de la capital duplicaron la base trabajadora y actualmente la nómina municipal supera los 4 mil trabajadores con un costo mensual de más de 21 millones de pesos, de los cuales el porcentaje mayor (32%) lo representan los jubilados y pensionados. En el 2020 el ayuntamiento de Cuernavaca tiene 6 sindicatos.

Para entender lo que esto representa para las finanzas de Cuernavaca tomemos en cuenta lo siguiente:

Cuernavaca recibió en el presente año, 1 mil 300 millones de pesos como presupuesto, de ellos 800 millones (65%) se destina al pago de nómina, 300 millones (29%) se utiliza como gasto corriente, 150 millones van al pago de créditos bancarios y solo 50 millones se aplican en obra pública y servicios. Del mayor gasto que hace el municipio, el pago de nómina (65%), el porcentaje más elevado (32%) se lo llevan trabajadores jubilados y pensionados.

A lo anterior se pueden agregar más elementos que agravan la situación, como la caída en la recaudación producto de la pandemia, los pasivos heredados en diferentes rubros, el abrumador costo de la burocracia y los enormes ingresos que consume mes a mes el cuerpo edilicio. Al final llegamos a una misma conclusión: Cuernavaca está quebrada, en moratoria de pagos y frente a un escenario catastrófico que no se resolverá de la noche a la mañana con un acuerdo político.

El principal problema que enfrenta el municipio es económico; la inseguridad y la efervescencia política afectan la operación, pero no son la razón principal de la situación que enfrenta el gobierno de Antonio Villalobos.

Hace poco tuve la oportunidad de leer un documento del ayuntamiento capitalino que arrogantemente se presenta como el “Análisis histórico de la crisis financiera que enfrenta Cuernavaca”; el escrito (mal escrito) pesca datos de aquí y allá, los presenta en desorden, sin sentido y es más parecido a una publicación de Facebook que al trabajo profesional de un especialista. El resumen es un refrito periodístico autocomplaciente, superficial, con algunos datos históricos interesantes, pero con el único propósito de echar culpas y justificar la grave situación municipal. El escrito no entra al fondo del problema, ni da alternativas para resolver la crisis.

Ese panfleto refleja el problema de Cuernavaca: quienes han estado y están al frente del ayuntamiento gobiernan por ocurrencias, sin rumbo, con sus cuates, sin planeación, sin supervisión, sin orden, postergando la solución de problemas y heredando conflictos al siguiente gobierno. No hay manera de que así salgan bien las cosas.

Lo que sucede en la capital de Morelos es muy grave, es la consecuencia de problemas acumulados desde hace más de veinte años que finalmente llegaron a un punto de ebullición. Antonio Villalobos no es el causante de todos los males de la ciudad, pero es el responsable de hacerles frente en el peor momento.

Cuernavaca se está quedando sin combustible para operar, hasta el momento la comuna ha podido seguir brindando algunos servicios, pero cada día es más claro que la bomba estallará. La distribución de agua ya es un problema en muchas colonias; en el momento en que el ayuntamiento suspenda la recolección de basura, pierda el alumbrado público y deje caer más la infraestructura urbana, veremos una crisis sin retorno.

Lo que vive Cuernavaca es culpa del pasado, pero también del presente; la contratación de créditos y el mal manejo de las finanzas es la causa principal los males, pero entendamos que lo que está pegando más es el abultadísimo costo de su nómina. Miles de salarios se pagan cada mes, pero en muchos casos se trata de compromisos políticos, de gente que poco o nada ayuda al funcionamiento de la ciudad. Ahí está el ahorro inmediato puede lograr el alcalde.

Para entender la manera como funciona el municipio tomemos en cuenta que la pandemia obligó al ayuntamiento a mandar a su casa a más del 70 por ciento de los empleados; la cuarentena confinó a millones de personas en todo el mundo y en nuestra ciudad casi todos los trabajadores se fueron a sus hogares como una medida de prevención ante el incremento de contagios. Durante el confinamiento la ciudad siguió operando en sus áreas fundamentales con solo al 30 por ciento de su personal. ¿Qué nos dice eso? Obviamente hay burocracia de sobra.

Al gobierno de Antonio Villalobos le toca enfrentar un momento clave para la ciudad, no solo para su administración; lo que vive la comuna es inédito, es sumamente grave y se puede poner peor. Cuernavaca necesita una profunda reingeniería financiera que toque todos los espacios de la administración; es necesario un recorte de personal, pero también que se haga un ajuste en los altos mandos del ayuntamiento, que se fusionen áreas y se reduzcan o eliminen oficinas que duplican funciones o no sirven.

El alcalde ya se quedó sin opciones, no puede recurrir al endeudamiento sin ajustar la operación y no tienen capacidad de recaudación porque la gente no tiene dinero para pagar; Villalobos necesitan dinero para sortear el vendaval que tienen enfrente y tiene que sacarlo de su propio presupuesto.

No puede ser una cosa sin la otra: si Villalobos opta por un ajuste en la nómina, lo correcto es que lo haga a la par de un reacomodo en las áreas de mando, que incluya una verdadera reingeniería de las finanzas municipales y se aplique un efectivo plan de austeridad. El alcalde tiene secretarios floreros como Esaú Mondragón, Rafael Baldovinos, Mauricio Maldonado o Alejandro Flores Archer, hay oficinas que no brindan ningún beneficio social y un número importante de mandos medios que representan el pago de cuotas para los amigos y para los regidores. Ahí también debe tomar acciones inmediatas.

Es técnicamente comprensible la decisión del presidente municipal, se puede juzgar el paso, pero también hay que observar los beneficios inmediatos de dichas acciones. Pero para que la gente se convenza de que no se trata de otra ocurrencia, el ajuste financiero debe incluir toda la operación del ayuntamiento, se debe revisar toda la nómina y evaluar completamente el desempeño de su gabinete.

Vienen tiempos duros en la capital; la decisión que está a punto de tomar el alcalde no solo es numérica, se trata de personas y de familias; el remedio es doloroso, pero necesario para que la ciudad recupere la estabilidad financiera perdida. El movimiento, por cierto, tendrá un enorme impacto social y político a unos meses de la elección.

Dos cosas debe manejar con cuidado e inteligencia Antonio Villalobos: que el ajuste tenga un impacto positivo tangible en la economía municipal y que los recursos que se ahorren no se destinen a gasto corriente. Para que la decisión se entienda como una medida sana, necesaria, indispensable y buena para las finanzas de la ciudad, también la deben comunicar de manera adecuada.

Con este ajuste de personal el alcalde de Cuernavaca no solo se está jugando su reelección, también está poniendo en la mesa la imagen de Morena en la capital y varios puntos de la zona metropolitana.

posdata

Los dientes que la pasada legislatura le dio al fiscal anticorrupción se utilizan cada vez con más frecuencia, aunque rara vez contra quienes cometen actos fuera de la ley.

Juan Salazar anda envalentonado y dirige la fuerza de su oficina contra cualquiera que le caiga mal; la fiscalía se entromete en áreas que no le corresponden, utiliza fuerza excesiva y deja ver que detrás del abogado mediocre hay un policía represor.

Si la rabia que muestra Salazar Núñez en el uso de la fuerza pública la tuviera en la conformación de expedientes contra los corruptos, seguramente veríamos una oficina con resultados y reconocimiento social por sus acciones. Pero no es así: el fiscal y su equipo son buenos para amedrentar, pero muy malos para defender jurídicamente sus posiciones; una y otra vez los acusados se les van en medio de burlas y carcajadas, quizá porque conocen la complicidad del fiscal con los graquistas.

La semana pasada fue la Entidad Superior de Fiscalización la que acusó actos de intromisión de parte de la oficina de Salazar Núñez, denunciaron al personal por irrumpir en sus instalaciones sin identificarse y bajo el pretexto de llevar a cabo una diligencia. “No obstruya ni se entrometa en el proceso de fiscalización que esta entidad está realizando” le dijo América López Rodríguez.

“Este es un acto grave, estos actos violentan los principios por los cuales fue creada la Fiscalía Anticorrupción. La ESAF se encuentra sumamente preocupada al ver las prácticas de los organismos autónomos para cuestiones meramente personales y no para los fines que fueron creadas… al actuar de esta manera, la FGE y la Fiscalía Anticorrupción incurren en acciones políticas y afectan el proceso de fiscalización realizado tras la denuncia que presentó un particular. Quieren saber de qué se trata esa denuncia, pero nosotros conforme a la Ley debemos de guardar a secrecía sobre la denuncia. Estamos impedidos para dar a conocer el expediente”.

No es la primera vez que la Fiscalía Anticorrupción y su titular son acusados de actuar de manera facciosa, personalista y por intereses políticos; hace unos meses la titular del Sistema Estatal Anticorrupción también criticó el actuar de la FECC.

Algo está claro: mientras Juan Salazar sea el fiscal anticorrupción de Morelos, los corruptos pueden dormir tranquilos.

nota

Luego de los múltiples hechos de violencia de los últimos días, la Comisión Estatal de Seguridad instalará más cámaras de videovigilancia en la colonia Antonio Barona. Alguien tendría que explicarle al comisionado Guarneros que la situación delictiva no se resolverá con más equipo, porque el problema está en quienes están a cargo de las cámaras y en aquellos que no hacen su trabajo.

Los espaldarazos políticos a los jefes policiacos no son eternos, ya no funcionan, pero sobre todo no resuelven los conflictos en las calles. Cada vez que los gobernantes respaldan a Guarneros, crece el enfado social hacia este régimen.

El vicealmirante puede ser bueno como persona, pero el resultado de su trabajo no es satisfactorio.

post it

De manera discreta algunos jerarcas del Episcopado Mexicano acuden regularmente desde hace tiempo a Cuernavaca; el pretexto es conocer las bellezas culturales y turísticas de la ciudad, pero en cada visita se reúnen con Javier Bolaños.

La cúpula nacional católica viene solo por algunas horas, dialogan con Javier, le presentan a más miembros de su grey, comparten ideas sobre lo que necesita la capital morelense y hablan de lo importante que es impulsar un cambio.

No se trata de eventos oficiales, ni siquiera invitan al Obispo Ramón Castro, pero su presencia se nota porque no se trata de cualquier persona.

A la iglesia también le duele lo que está pasando en Cuernavaca.

redes sociales

¿Bajo qué parámetros se llevará a cabo el recorte de personal en Cuernavaca? ¿Tomando en cuenta capacidades y antigüedad? ¿Incluirán a los recomendados? ¿Valorarán el desempeño de la gente? ¿O los expulsarán por tómbola?

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