Trump se quedó sin cash
Lo menos pensado acaba de suceder: el multimillonario, el magnate que goza con ser llamado así, el Midas que convierte en dólares lo que toca, el favorecedor de las grandes fortunas de este país, Donald Trump, se quedó sin dinero para competir con la publicidad de su contendiente demócrata.
Y en qué momento: a siete semanas de las elecciones presidenciales Trump ya se gastó casi mil millones de dólares de los mil 100 que recaudó, y va atrás en todas las encuestas.
El abanderado republicano huele a lo que tanto detesta: a loser, a perdedor.
De ninguna manera digo que ya perdió, pero de que huele a derrotado lo muestran las donaciones de agosto.
Joe Biden logró recaudar una cifra récord para un mes de campaña presidencial en la historia de Estados Unidos: 364 millones 500 mil dólares.
Un mes antes, en julio, la campaña demócrata reunió un total de 140 millones de dólares.
¿Cómo fue que lograron más que duplicar el dinero recaudado de un mes a otro?
Fue el efecto Kamala Harris como su compañera de fórmula para la vicepresidencia, una máquina imantada para atraer fondos, dicen los conocedores de su trayectoria.
La nominación de Kamala Kamala Harris provocó que llegaran un millón 500 mil nuevos donantes a la campaña, con 205 millones de dólares aportados por donadores individuales en línea.
El dinero, en cualquier lugar del mundo, también tiene olfato, aunque no siempre acierte: esa mujer tarde o temprano va a ser presidenta de Estados Unidos, dice la lluvia de dólares que cae en las cuentas de la fórmula Biden-Harris.
Para desgracia de Trump, en dos semanas termina el plazo de recolección de fondos y sus recursos están en crisis.
En dos semanas de agosto, según Advertising Analytics, Biden gastó 35 millones 900 mil dólares en spots de televisión, mientras que Trump sólo dispuso de 4.8 millones para TV.
Y según The Washington Post, entre el 10 de agosto y el siete de septiembre, lo gastado por Biden en anuncios televisados llegó a 90 millones de dólares, contra 18 de Trump.
¿Estrategia? No, se quedaron sin dinero.
Los anuncios de Trump son, mayoritariamente, exhortos a sus seguidores para que aporten recursos en esta recta decisiva de la campaña.
Bill Stepien, jefe de la campaña del presidente, ha dicho que los recortes en publicidad son porque ya no quedan otros espacios donde ahorrar.
En radio, “donde probablemente se decidirán las elecciones”, apuntan Michael Shrerer y Josh Dawsey, reporteros del Post que han trabajado el tema, entre el 10 de agosto y el siete de septiembre, Biden invirtió 20.5 millones de dólares en el estado clave de Florida, y Trump sólo 7.8 millones.
La radio es fundamental. Hacia allá se va buena parte del dinero por su penetración.
En otro estado clave, Michigan, Biden gastó nueve millones 300 mil dólares y Trump 560 mil dólares.
Pensilvania, la radio emitió 17 millones setecientos mil dólares en anuncios de Biden, mientras que Trump sólo dispuso de seis millones 100 mil dólares.
En Arizona el gasto publicitario en radio de Biden supera al de Trump por seis a uno, y por tres a uno en Carolina del Norte.
Rico Mc Pato se quedó sin monedas.
Jared Kushner, el yerno todoterreno del presidente, supervisa personalmente los gastos de la campaña con la idea de dar un fuerte sprint el día de los comicios, el 3 de noviembre. No hay para más.
La semana pasada Donald Trump dijo que “de ser necesario” él pondrá recursos de su bolsa para mejorar las finanzas de su campaña, lo que provocó comentarios irónicos en los medios que recuerdan sus antecedentes de empresario chapucero que aún no puede enseñar su declaración de impuestos.
Con spots, y escasos argumentos sustantivos, Biden ha mantenido su ventaja en estados clave donde la inquietud es por la inseguridad y la violencia.
Ha expresado su rechazo, pero no ha dicho cómo la va a frenar.
Donde sí se ha movido la aguja de manera significativa –tal vez el único estado en que ha ocurrido ese fenómeno–, es en Florida.
Aquí Trump está a un pelo de alcanzar a Biden, fundamentalmente por el apoyo masivo que le brinda la comunidad cubanoamericana.
Sin embargo, a la hora buena, el magnate se quedó sin cash. Y eso en Estados Unidos cuenta más que en cualquier otra parte.