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EN TERCERA PERSONA

Así roban en la FGR

Iban a robarse varios millones de dólares que les habían dicho que un empresario guardaba en su casa en el Club de Golf Valle Escondido, en Atizapán, Estado de México

“A ver cabrones, ya tienen conocimiento que vamos por el papel (el dinero). Esta vez no agarren nada. No tablet, no celulares, nada electrónico… Ya saben, entramos por ‘la muñeca’ (el botín) y salimos”, dijo un comandante identificado como Rogelio Martínez, quien llevaba una chamarra negra de la Agencia de Investigación Criminal.

Iban a robarse varios millones de dólares que les habían dicho que un empresario guardaba en su casa en el Club de Golf Valle Escondido, en Atizapán, Estado de México.

Aquel día, viernes 3 de abril de 2020, un policía de Atizapán que se volvió testigo colaborador, recibió la llamada de un excomandante de inteligencia de ese municipio, Jorge Adrián Castro: quería ver si le podía conseguir una patrulla para esa noche, porque iba a hacer un cateo con excompañeros de la federal en el que “iba a haber algo, refiriéndose a que nos iban a pagar”.

Jorge Adrián le dijo que iban a ir “por un güey que está bien torcido”, y que en el cateo todo estaba en regla. El hoy testigo no consiguió la patrulla, pero accedió a acompañar el cateo para ver “cómo iban a quedar”.

Esa tarde fueron al fraccionamiento que los policías iban a asaltar. Se detuvieron en una casa muy vistosa en la que había dos escoltas. De una habitación salió un hombre apodado El Gordo. Se llamaba Rafael Almaraz. En 2016 había sido comandante de Vialidad y Tránsito en Ciudad del Carmen. Lo había llevado a ese puesto Guillermo Zayas, entonces director de la policía de Campeche —y delegado en GAM cuando la tragedia del New’s Divine.

Al Gordo lo sorprendieron al poco tiempo sacando de un corralón vehículos que el Ayuntamiento había dado de baja, para venderlos. Fue aprehendido pero no le tomó mucho tiempo resolver “su situación jurídica”. El expresidente municipal de Cozumel, Joaquín Aurelio Cowel, lo recomendó como escolta con un sujeto que después del falso cateo, al ser llamado a declarar, se presentó en la FGR como supuesto líder de autotransportistas de la CTM. Este personaje, antiguo elemento de un grupo antisecuestros de la Policía Federal Preventiva, rentaba una casa en Valle Escondido. El Gordo llegó a trabajar con él en marzo de 2019. Un día antes del cateo, al supuesto líder fue a visitarlo un hombre que conducía un Jetta idéntico al que participó en el asalto. Cuando lo interrogaron, dijo, sin embargo, que aquel hombre solo había acudido a su domicilio a solicitar que le hiciera una “limpia”.

El 3 de abril, frente a la casa del supuesto líder transportista, El Gordo le dijo a Jorge Adrián que “al rato se iba a hacer el tiro” y que había mandado traer “como cuarenta efectivos con quince camionetas”. “Ya está cincho que allí está ‘la muñeca’”, agregó. Le dijo también: “Hoy no creo que te pueda ver el jefe”.

Esa noche, acompañados por otro policía que conocía bien el sector Valle Escondido, se reunieron en la Avenida Ruiz Cortines con el resto de los participantes del “operativo”. A las 23:30 el comandante Rogelio Martínez les dio las instrucciones finales. Eran cerca de 40 hombres. Entre ellos había policías del Edomex y también agentes de la Fiscalía General de la República.

Finalmente se dispersaron, se pusieron pasamontañas, le quitaron las placas a sus coches. Pasada la medianoche llegaron al fraccionamiento. “Operativo Seido”, dijeron en la caseta de vigilancia. Abrieron la puerta del domicilio (sabían que el dueño estaba en Europa), y dejaron al testigo esperando junto a uno de los coches. Jorge Adrián le había dicho: “Esta sí es gente de a de veras, con esa gente no te puedes meter porque sí te dan para abajo”. Se oyeron gritos y “que rompían cosas”. Sacaron pantallas, bocinas, ropa. Cargaron al fin con una mochila de piel negra, tan pesada, que tuvieron que cargarla entre dos. “¡Afuera, afuera!”, se les oyó gritar.

El Gordo aparece en los videos de la caseta de vigilancia, a la hora en que se realizaba la salida de los vehículos. Ya no volvió a trabajar y, según su jefe, solo mandó pedir que le llevaran su camioneta a Mundo E. A la fecha se encuentra prófugo.

La presidenta municipal de Morena, Ruth Olvera, negó que aquella noche hubiera ocurrido un saqueo y afirmó que se había tratado de un cateo legal. El jefe regional de la Policía Federal Ministerial en la Ciudad de México, Víctor Hugo Sánchez Muñoz, dijo que no había tenido conocimiento de que aquella noche personal de la FGR hubiera participado en algún operativo en Atizapán, sobre todo porque a él “no le informaban esas cosas”.

Se determinó más tarde, gracias a los GPS, que cuatro vehículos de la flotilla de la FGR habían registrado actividad en Valle Escondido entre el 3 y el 4 de abril de 2020. Dos de ellos, con placas PXP510B y 679 BDM lo habían hecho a las 01:36.

Uno de estos vehículos se hallaba en resguardo, desde el 22 de diciembre de 2019, de la encargada de la Unidad de Investigación de la Fiscalía de Asuntos Fiscales y Financieros, Beth Isha Fernández. La funcionaria dijo que el 3 de abril había utilizado el vehículo “un compañero de la unidad”: de nombre Jesús Lara Espinosa, quien se había retirado el viernes 3 al caer la noche.

Su declaración se tornó extraña. Según Fernández, al día siguiente Lara pasó por ella y todos los miembros de la unidad se fueron a desayunar a Ciudad Sahagún, Hidalgo, para coordinar asuntos administrativos “y la forma en que se trabajaría en las oficinas”.

Como “no encontramos dónde comer, nos seguimos a Tuxpan”. No regresaron a la ciudad sino hasta las siete de la noche. Dijo que no informó a sus superiores que los vehículos habían salido de la unidad, “porque era sábado”.

Fernández es parte del equipo de Fernando Neira Espinoza, director de Investigación Policial en Apoyo a Mandamientos, que a su vez forma mancuerna con el jefe de la Policía Federal Ministerial, Antonio Pérez García, cuyo historial de irregularidades y corrupción se remonta a los tiempos de Genaro García Luna.

Quedan muchos cabos sueltos en el falso cateo de Valle Escondido. Muchos de esos cabos sueltos pasan sin duda por la FGR. Hay algunos agentes detenidos, pero nadie sabe dónde están los cerebros de esto, y nadie sabe tampoco dónde está el dinero. ¿En verdad se acabó la corrupción?

Ámbito: 
Nacional