Porfirio estira la liga
Le dijo Porfirio Muñoz Ledo a Luis Pablo Beauregard en El País:
“Se van porque se van. Y si no, juicio. No estoy bromeando. Mi querido amigo, lo digo con respeto, Marcelo Ebrard está ansioso, ganoso, desbocado para ser presidente de la República. En todos sus actos lo demuestra. Jugó un juego suyo en Washington. Eso llegó hasta nuestra representación en Washington. Que se cuide. Perdóname, Marcelo, pero te vas a ir del partido si sigues así. Yo me comprometo. Te vas. Mario (Delgado), te lo digo por este medio: Ya te pasaste de cómplice. Estás comprando a todas las autoridades. Cuídate. Si siguen en lo suyo, se van del partido. Marcelo, ¿quieres ser presidente? Que encabece la derecha mexicana, por favor. No es una oferta mala…”.
A veces, metidos en el día a día, en la bronca cotidiana entre nombres propios, vale la pena aclarar algunas cosas: Un aspirante a presidir el partido en el poder, con mayoría en ambas Cámaras legislativas federales, y en la Presidencia de la República le dice al secretario de Relaciones Exteriores de ese mismo gobierno —es decir, quien representa a ese gobierno, de ese partido, frente al mundo— que es corrupto, que lo ha sido en este sexenio y que representa a la derecha, los adversarios del actual gobierno según la narrativa del Presidente. Y más: amenaza con correrlos del partido, al canciller y a su verdadero contrincante a la presidencia del partido al que pinta como nada más que un operador del secretario de Relaciones Exteriores.
Se entiende que las disputas por el poder son a veces brutales, pero ésta toca al gobierno del que todos los morenistas dicen estar orgullosos. Siempre hay el peligro de que las ganas de liderar un partido acaben con él. Y en este caso, si hacemos caso a sus declaraciones, afectar al gobierno.
Tal vez la experiencia de Muñoz Ledo le debería a ayudar para saber que una disputa tan temprana por el futuro —porque todo esto tiene que ver con 2024 más que con 2021— difícilmente termina bien. Pasó en el foxismo con la aspiración de Calderón contra Creel, al calderonismo después de la muerte de Mouriño y a Peña, que fue testigo de cómo la bronca entre Videgaray y Osorio se acabó al partido y se llevó al país entre las patas.
O tal vez eso es lo suyo, lo de Porfirio, los rompimientos.
@puigcarlos