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SIN RODEOS

La semana pasada, el Presidente dedicó mucho tiempo de su payasada mañanera para informarnos lo que llamó un “hallazgo” en artículos y columnas, de un día, en ocho diarios nacionales.

¿Qué encontró? “… que todas las notas, artículos, y columnas están dedicadas a criticarnos, a atacarnos sin fundamento, en muchos casos viles calumnias”.

De inmediato se contradijo, pues afirmó que La Jornada hablaba bien de su gobierno y que solo el 63.3 por ciento del material revisado resultó “negativo”.

Esa misma tarde, el vocero presidencial difundió una estadística en la que evaluó hechos y opiniones expresadas durante la segunda quincena de agosto en radio, periódicos y televisión. También todo lo redujo a porcentajes.

En realidad, no hay novedad en este tipo de estudios, porque se trata de una costumbre inveterada en los distintos gobiernos. Lo relevante es, para mí, el simplismo e irracionalidad con el que se hizo y la mentirosa conclusión a la que llegaron.

En efecto, dividir a contentillo el material periodístico entre positivo y negativo (porque lo neutro no le significa nada) solamente responde a su recurrente irracionalidad perversa y totalitaria: quien no está con él (y su proyecto), necesariamente se hallará en contra de él (y de su proyecto), será “conservador” y corrupto.

Este planteamiento, sustancialmente binario, niega la pluralidad social, destruye la vida democrática del país, así como la esencia y trascendencia del periodismo, al reducirlo entre aduladores y enemigos. Es un pronunciamiento altanero, amenazante y soez, no propio de un presidente sano.

No probó lo falaz o calumnioso de comentarios o noticias, pero definió su concepto de ética periodística: lo grato a su gobierno es “positivo” y la crítica es “negativa”. Demostró palmariamente su pequeñez, ese que descaradamente exige a sus colaboradores “lealtad a ciegas para el proyecto”, o sea, para él.

Prestigiados periodistas lo han encarado certeramente diciéndole que ellos no son sus adversarios, que solo son periodistas. ¡Zas! Ojalá que alguien se lo explique, necesita ayuda.

En vez de salir con la estupidez de que entre más lo “agreden” más lo honran, mucho bien le haría a su gobierno y a la República ponderar honradamente la crítica, para tomar de ella lo positivo; eso que jamás hallará en sus consentidas moléculas, lambiscones de primera fila.

Cuestión aparte somos los que, con repugnancia y desprecio a su proceder, nos asumimos sus adversarios, por considerarlo CORRUPTO y CORRUPTOR; en el entendido de que, si algún día respeta a la ley, a su investidura y a los gobernados, lo respetaremos; antes, no. Muchos millones de mexicanos jamás seremos sus “mascotas”, alimentadas en pago de una “lealtad a ciegas”.

PD. Con Frenaaa tengo discrepancias, pero reconozco su servicio a México.

Ámbito: 
Nacional