Inteligencia antifeminista
Como reportero, me ha tocado cubrir algunos movimientos sociales, así como intentos despóticos desde el poder por desacreditarlos, aunque sean legítimos. Así, en su momento, el EZLN era una creación de Echeverría o Salinas; la APPO, de José Murat o Gabino Cué; el Movimiento por la Paz, de Osorio Chong o George Soros… incluso recuerdo haber oído que al movimiento del actual presidente López Obrador se le achacaba en los 90 ser impulsado por el entonces presidente Zedillo, con el fin de atizar el frente de guerra que éste sostenía en Tabasco con el otro político de su partido, Roberto Madrazo.
En una rarísima conferencia, la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, dio a conocer que Beatriz Gasca, simpatizante de la toma de las oficinas de la CNDH, es empleada de GIN Group, empresa de outsourcing acusada de evasión de impuestos.
Según este planteamiento, las acciones radicales de protesta en el edificio número 60 de la calle República de Cuba, estarían siendo financiadas por una compañía corrupta y ligada al gobierno anterior.
Es posible que grupos políticos y económicos deseen aprovechar causas y movimientos como el feminista para hacer politiquería, pero es perverso atribuirles un protagonismo que no tienen con el fin de rehuir el debate de fondo, en este caso, sobre la escandalosa situación de violencia que padecen las mujeres.
Por ello, sugerir que la okupación feminista de la CNDH es una operación secreta de las factureras requiere de una inteligencia tan retorcida como involuntariamente cómica, rasgos que no parecían ser característicos de la gobernante de la capital.
“Reporteando entendí —publicó la periodista de Proceso, Neldy San Martin— que las feministas que rompen y queman cosas son estudiantes, madres de víctimas, trabajadoras, indígenas, artistas, académicas, desempleadas, activistas, muchas violentadas, todas hartas del miedo y de las violencias”.
Ojalá que la jefa de Gobierno abandone esa inteligencia antifeminista de pacotilla y muestre la sensibilidad social que se esperaba de su administración, sobre todo ante demandas legítimas como las que resuenan en el número 60 de la calle República de Cuba.