¿Por qué AMLO tiene alto nivel de aprobación?
¿Cómo es posible que la aceptación del presidente López Obrador crezca y la intención de voto por Morena también lo haga en el contexto económico, social y político que vivimos?
El PIB caerá en este año cerca de 10 por ciento; México estará entre las naciones con mayor número de fallecidos por la pandemia y la polarización política alcanza extremos que no habíamos visto en mucho tiempo.
Más aún, si nos formáramos una opinión respecto a las circunstancias que se viven en México a través de lo que decimos en los medios o de lo que se lee en las redes sociales, sería completamente inexplicable que el presidente incrementara su aprobación.
La lógica indicaría que en las circunstancias que reflejan los indicadores, cualquiera que ostentara el Poder Ejecutivo, pagaría un enorme costo que habría de reflejarse en un menor nivel de aprobación.
En el caso de Morena, el partido que llevó al poder al presidente, las divisiones a su interior y el caos que se percibe en esa organización, también debieran conducir a una pérdida de respaldo entre la población.
Las encuestas publicadas por El Financiero en esta semana revelan que en el mes de septiembre hubo un salto en el apoyo a Morena, mientras que López Obrador consolidó su recuperación en el nivel de aceptación.
A mi parecer, este comportamiento solo puede explicarse por el hecho de que la sociedad compara. ¿Qué opción existe al presidente o a su partido?
El movimiento social más visible de oposición, FRENAA, Frente Nacional Anti AMLO, basa su existencia en una negativa. No tiene propuesta.
La razón de su existencia es pedir la renuncia del presidente y por lo mismo deriva su naturaleza del propio López Obrador.
Las fuerzas políticas tradicionales parecen estar borradas.
Algunos consideran que hay un enorme temor de constituirse en una oposición activa y propositiva porque muchos personajes tienen “cola que les pisen” y consideran que el Estado va a usar su poder para enfrentarlos.
Otros, simplemente siguen paralizados después de la derrota del 2018.
Tal vez, en un principio, el elevado respaldo al presidente correspondía a su carisma o a su capacidad para generar grandes esperanzas entre el grueso de la población.
Sin embargo, a la vuelta de los meses y cuando ya nos acercamos al segundo año de gobierno, hay que encontrar en la falta de opciones una parte importante de la explicación de su elevado respaldo.
Como aquí le hemos comentado en otras ocasiones, López Obrador no tiene su “López Obrador”.
El actual presidente, desde hace muchos años, se convirtió en una voz crítica que tuvo la capacidad de construir una narrativa que logró aglutinar a una parte inédita del electorado.
Es muy probable que entre los que hoy se oponen al presidente, haya muchos que lo respaldaron en el pasado por oponerse a Felipe Calderón o Enrique Peña.
Mientras en la oposición no existan voces con el crédito, la fuerza y el prestigio para convertirse en creadores de agenda pública, lo más probable es que el presidente y su partido sigan como los más aceptados en el espectro político nacional.
Una parte muy importante de la narrativa que construyó López Obrador se basó en la denuncia de la corrupción, un mal padecido por millones y millones de personas.
Hoy no se ha construido una narrativa que sea análoga. No hay una crítica que aglutine. Hay muchas críticas que hablan a segmentos específicos pero no al conjunto.
¿Tendrá la oposición la capacidad para construirla?
¿O AMLO y Morena seguirán arrasando entre esa población que no está en Twitter ni acude a las marchas pero que representa a la mayoría?
En los próximos meses tendremos la respuesta.