Morena sin AMLO, Sansón sin melena
Desde que Andrés Manuel López Obrador arrasó en la elección presidencial de 2018, ocho estados del país —la cuarta parte de las entidades federativas— han ido a las urnas para renovar cargos locales.
En 2019 fueron Aguascalientes, Baja California, Durango, Puebla, Quintana Roo y Tamaulipas. El domingo pasado, Coahuila e Hidalgo.
En conjunto, sus listados nominales corresponden a la quinta parte del número de votantes convocados para votar en los comicios federales y locales de 2021.
De un universo de alrededor de 18.5 millones de posibles electores, unos 6.2 millones acudieron a las urnas en las votaciones de 2019 y 2020.
Dos de esos estados tuvieron elección de gobernador (Baja California y Puebla), cuatro renovaron ayuntamientos (Aguascalientes, Baja California, Durango e Hidalgo) y también cuatro votaron por diputados locales (Baja California, Coahuila, Quintana Roo y Tamaulipas).
Los resultados globales hablan de un país que parece más tripartidista de lo que expresaron los comicios presidenciales de 2018.
De los 6.2 millones que sufragaron en los ocho estados, aproximadamente 1.59 millones lo hicieron por candidaturas apoyadas por el PAN (25.63%), 1.55 millones por las de Morena (24.93%) y 1.28 millones por las del PRI (20.65%). En esas mismas entidades, los candidatos presidenciales Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya y José Antonio Meade obtuvieron 54.56, 21.44 y 16.27 por ciento de los votos, respectivamente.
Por supuesto, no se puede comparar mecánicamente una elección presidencial con votaciones estatales, pero los resultados de los comicios celebrados en 2019 y 2020 sí mandan señales respecto del ánimo del electorado hacia 2021.
Una primera lectura es que la oposición a Morena y sus aliados está fragmentada y eso, probablemente, permitirá a la coalición de gobierno mayores oportunidades de ganar cargos y formar mayorías legislativas el año entrante.
Sin embargo, los resultados también muestran que no es lo mismo que López Obrador vaya en la boleta a que esté ausente de ella. Más aun cuando su partido vive un intenso pleito interno.
Pese a la alta visibilidad mediática del Presidente y las expectativas que generó con su triunfo hace dos años, Morena ha obtenido, en los comicios pos 2018, un porcentaje de votación inferior en 20 puntos al que obtuvo aquella vez.
Aun así, estamos hablando de un partido político surgido apenas en 2014, por lo que su participación electoral en esos ocho estados tiene pocos precedentes y resulta, visto así, sorprendente. Sobre todo porque enfrentó esos comicios en estados que no gobernaba al momento de abrirse las casillas.
También debe mencionarse que el PRI ha conseguido sobrevivir a la hecatombe de 2018, de manera similar a como lo hizo después de la de 2006. A diferencia de los viejos partidos de Estado en Europa del Este, que desaparecieron o se volvieron irrelevantes pocos años después del derrumbe del mundo socialista, los priistas supieron mantener el peso de su marca durante los 12 años del PAN en la Presidencia y, hasta ahora, han logrado lo mismo en la era de la llamada 4T.
En cuanto a Acción Nacional, los datos lo muestran como el partido más votado cuando se juntan los resultados de los ocho estados que han tenido elecciones después de 2018, pero lo sucedido el domingo debiera prender luces de alerta en las filas del blanquiazul. Tanto en Coahuila como en Hidalgo, el PAN terminó en tercer lugar, detrás de PRI y de Morena, cuando tradicionalmente había sido segundo, llegando incluso a pelear la gubernatura en dichas entidades.
Lo que más preocupó a muchos panistas fue la ausencia de su jefe nacional, Marko Cortés, quien desapareció de las redes sociales durante la mayor parte de la jornada electoral. Ésto los hizo preguntarse si la nave panista tiene un capitán en la ruta de 2021, cuando estarán en juego cuatro de las diez gubernaturas con las que cuenta el partido.