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EL ASALTO A LA RAZÓN

Memoria y Cienfuegos

Ignacio Morales Lechuga, ex procurador general de la República, piensa en Hugo, Paco y Luis cuando recuerda lo que a mí me hace pensar en Don Gato y su pandilla sobre la patraña que la DEA, en 1985, fabricó para inculpar a tres funcionarios clave del gobierno de Miguel de la Madrid de la “autoría intelectual” del homicidio del agente Enrique Camarena Salazar, y la ilusoria complicidad de un gobernador, un cuñado de Luis Echeverría y un médico de Guadalajara:

Según el cuentazo, los entonces secretarios de Gobernación y de la Defensa Nacional: Manuel Bartlett Díaz y Juan Arévalo Gardoqui; el procurador Sergio García Ramírez, el gobernador de Jalisco, Enrique Álvarez del Castillo, y Rubén Zuno Arce (hermano de la esposa del ex presidente y ex dueño de la casa en que se cometió el crimen) departían y se echaban sus tequilas en la sala contigua a la habitación donde torturaban al policía encubierto y les ordenaban a los capos Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca, Don Neto: “¡Mátenlo ya!”. Al mismo tiempo, en el cuarto del suplicio, el doctor Humberto Álvarez Macháin dizque se encargaba de “resucitar” a Kike cada que desfallecía para que estuviera consciente del dolor que le infligían sus victimarios.

En lo que llamó Reflexiones sobre el enjuiciamiento del general Salvador Cienfuegos con integrantes de Mexicanos por México, Morales Lechuga relató que desde que la Secretaría de la Defensa Nacional había descubierto los plantíos de mariguana en el rancho El Búfalo, en 1984, y mataron a Camarena, la DEA quiso vengarse de las fuerzas armadas, en particular del Ejército, por lo que le retiró su precaria confianza y prefirió trabajar con la Marina Armada.

“Las cosas han seguido muy tirantes entre el Ejército y la DEA –dijo el ex procurador– porque la DEA acusaba al Ejército mexicano de haber estado cuidando el rancho El Búfalo, donde se estaban sembrando toneladas de mariguana”. Recordó que el actual procurador de Estados Unidos, William Barr, ocupaba el mismo cargo cuando él (Morales Lechuga) era procurador general de la República, que describió como quien se caracteriza por realizar investigaciones basadas en supuestos indicios y no en pruebas incontrovertibles.

En ese entonces (hace unos 35 años), “me reuní con Barr, con el jefe del FBI, William Sessions, y con el director de la DEA, Robert Bonner, y me solicitaron que México extraditara a Manuel Bartlett, Enrique Álvarez del Castillo y a Juan Arévalo, a quienes culparon de ser los autores intelectuales del asesinato de Camarena, pero no tenían pruebas. Esto lo comento porque el procurador Barr es muy dado a armar expedientes con indicios, ni siquiera con pruebas y evidencias, sino con indicios como los que se han comentado ahora, de mensajes de BlackBerry, llamadas telefónicas, que muchas veces no tienen sustento…”.

También rescató el dato de que el juez que llevó el caso en EEUU acusó a los fiscales de mentir y dejó en libertad al médico Álvarez Macháin…

cmarin@milenio.com

Ámbito: 
Nacional