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DÍA CON DÍA

La última trinchera

Hace 23 años, luego del encarcelamiento por complicidad con el narco del zar antidrogas mexicano, el general Gutiérrez Rebollo, escribí en el diario La Jornada un artículo titulado “La última trinchera” (24/2/1997).

Decía, en síntesis, que meter al Ejército a combatir al narcotráfico era arriesgar su contaminación, como había sucedido con Gutiérrez Rebollo.

Recordaba ahí que en los años ochentas del siglo pasado se había dado una discusión en torno a la conveniencia de que el Ejército combatiera directamente al narcotráfico.

La conclusión entonces fue que no, porque se corría el riesgo de que la corporación se corrompiera, como se había corrompido la policía encargada de la tarea. El caso de Gutiérrez Rebollo probaba que aquel cálculo no era equivocado.

El artículo terminaba así: Quizá no hay alternativa... Quizá ha dejado de ser posible, por la presión externa estadunidense y por la presión interna del crimen, plantearse la separación del Ejército de las tareas policiacas que está asumiendo.

Pero si el narco corrompe al Ejército... si el caso del general Gutiérrez Rebollo no es un punto final sino un punto y seguido en la corrupción militar frente al narco, habremos expuesto a los poderes corruptores del narco nuestra última trinchera. Su pérdida o su debilitamiento no tendrán vuelta atrás. Habremos expuesto a la erosión del narco el corazón mismo del Estado (https://bit.ly/2IYMnkT).

Es lo que hicimos en los siguientes años: seguir metiendo a las fuerzas armadas al combate del narcotráfico. Lejos de reducirse el problema se ha agravado, ensangrentando al país.

La captura del general Cienfuegos sugiere la contaminación ya no del zar antidrogas de los noventas, que estaba fuera del Ejército, sino de la cúpula de éste.

Digo sugiere, porque no está probado.

Esto pasa en el momento en que el gobierno dobla la apuesta sobre el Ejército para que se ocupe de la seguridad en su conjunto: seguridad pública, seguridad nacional, inteligencia, puertos, aduanas. El Ejército como garante de incorruptibilidad

La captura del general Cienfuegos es un terremoto en el corazón de ese proyecto, sugiere que quizá en estos años hemos seguido contaminando la última trinchera del corazón del Estado, que es la seguridad.

hector.aguilarcamin@milenio.com

Ámbito: 
Nacional