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SERPIENTES Y ESCALERAS

Morena ya no es invencible

Las elecciones del fin de semana antepasado en Hidalgo y Coahuila mostraron una realidad que no se veía en las predicciones preelectorales y confirmó que las encuestas y los estudios de opinión no son infalibles. Todos los análisis anticipaban que Morena se llevaría la mayoría de las posiciones en las dos contiendas, que nuevamente arrasaría en las urnas y se convertiría en la primera fuerza política en ambos estados, pero los votantes decidieron lo contrario. Lo ocurrido en aquellos estados puede volver a pasar.

Hay que tener claridad sobre lo que representan las olas electorales para anticipar lo que suele ocurrir con este tipo de procesos; la analogía que cotidianamente se hace con el movimiento del mar es correcto: las olas llegan con fuerza y se llevan lo que tienen enfrente; luego regresan a su punto de origen.

La oleada electoral del 2018 de Morena fue muy fuerte e impulsó las candidaturas de muchísimas personas que en condiciones normales no tendrían nada que hacer en una elección. La esperanza generalizada de un cambio de régimen validó el llamado al voto masivo que lanzó el presidente López Obrador y pintó de guinda a muchos estados del país y a prácticamente todos los estados de la república mexicana.

Para Morena en la elección pasada no fueron importantes los perfiles de los candidatos, ni mucho menos sus capacidades, su experiencia o trayectoria; la estrategia del partido se centró en una sola persona, Andrés Manuel López Obrador y en torno a él se generó una enorme expectativa cuyo ingrediente principal fue otorgar al presidente los elementos indispensables para generar el cambio que requería México. Ese ingrediente era el control total de los parlamentos.

Dos años más tarde el panorama de Morena es otro, no muy distinto al que tuvieron el PAN y el PRI cuando vivieron oleadas electorales similares. Hoy la fuerza de Morena no es la misma que en el 2018 y podría disminuir más el siguiente año si la situación general del país se sigue complicando. En un escenario así la estrategia del Movimiento de Regeneración Nacional ya no puede ser la misma, empezando por el hecho de que ya no ganan con cualquier persona que postulen.

Pongámoslo de esta manera: en las elecciones del 2018 con Andrés Manuel López Obrador como candidato presidencial, cualquiera que fuera postulado ganaba; el mensaje del voto en cascada funcionó al punto que el votante sabía que el sufragio a favor del tabasqueño no era suficiente, se necesitaba cruzar el nombre de todos los candidatos de su partido, para que la Cuarta Transformación fuera posible.

Dos cosas no se tomaron en cuenta en la premisa de esa campaña:

El cambio de un país no se logra de la noche a la mañana, hay problemas que no se pueden resolver desde el gobierno y muchas situaciones que requieren de ajustes en la mentalidad, la actitud y forma de actuar de los ciudadanos. Lo fácil es echarle la culpa al gobierno, cualquiera que este sea, pero la solución depende de todos y tarda mucho tiempo. Y

Para que las cosas cambien en la política mexicana hace falta mucho más que un cambio de siglas de partido, se requiere de una nueva clase gobernante, de un enfoque diferente en las políticas públicas, de figuras que realmente entiendan los problemas y conozcan la manera de resolverlos. El cambio de régimen con Morena no implicó eso, fue solamente un cambio de colores con muchos personajes de otros partidos y figuras nuevas sin capacidad, sin experiencia y sin compromiso que están repitiendo lo mismo que se hizo en el pasado.

Después de conocerse los resultados de las elecciones en Hidalgo y Coahuila de inmediato iniciaron los análisis post electorales, cada uno tiene su propia hipótesis, sustenta su opinión en diferentes hechos y supone que lo ocurrido tiene que ver con aspectos locales o nacionales. Al final la consideración es la misma: el presidente López Obrador está perdiendo simpatía y Morena ya dejó de ser invencible en las urnas.

Lo ocurrido en aquellas entidades, empero, está lejos aún de considerarse una tendencia nacional; el próximo año habrá que elegir a más de una docena de gobernadores y a pesar de los recientes fallos de las encuestas, Morena se llevará la mayoría de los estados en disputa. Incluso se puede predecir que en la renovación de la cámara federal el Movimiento de Regeneración Nacional volverá a ser mayoría, aunque con menor representación de la que tiene hoy en San Lázaro.

Morelos no es ajeno a esta situación y seguramente vivirá una elección distinta a la del 2018; en la tierra de Zapata el desgaste de Morena es alto por varias razones: el ejercicio de los gobiernos en sus tres niveles no ha resultado satisfactorio para la gente, los problemas derivados de la pandemia no han sido atendidos de la mejor manera y frente a las diferentes crisis latentes (económica, de seguridad y sanitaria) no se ven acciones gubernamentales que ayuden a la población a salir adelante.

Aunado a eso está el hecho de que los representantes del Movimiento de Regeneración Nacional en casi todos sus espacios se han quedado muy por debajo de las expectativas, se convirtieron en lo mismo que siempre criticaron y no marcaron la diferencia aún cuando, se supone, llegarían a dar pasos muy concretos en temas que a la gente realmente le importaba, como el combate a la corrupción.

Morena en Morelos está desdibujado, no tiene estructura, ni estrategia, ni proyecto, carece de liderazgo partidista, sufre de una pésima representación parlamentaria y sus actores se la pasan peleando entre sí desde el primer día. Peor: la línea de actuación del partido en todos sus espacios no responde a lo que marca López Obrador, ni se comporta con la sencillez y rumbo del presidente; en la entidad los morenistas no se distinguen de los demás políticos y en muchas ocasiones son peores que los que estaban antes.

La elección del 2021 en Morelos ya era compleja antes de conocer los resultados de aquellos dos estados y se vuelve más ahora que se ha comprobado que el partido guinda dejó de ser invencible. Esa derrota significa mucho en el ánimo de la oposición, genera un ánimo de competencia y provoca que muchos actores que se habían agazapado retomen posiciones de ataque pensando que pueden ganar.

Y si: en Morelos el Movimiento de Regeneración Nacional entró al proceso electoral 2020-2021 sin proyecto, sin rumbo y sin unidad; apenas están renovando su dirigencia nacional y aún falta ver lo que sucederá con la impugnación del resultado. Ese tema, la renovación, ha servido de excusa a los morenistas locales para no moverse, para no trabajar ni apuntalar la siguiente elección. El tiempo corre y Morena es uno de los pocos partidos que aún no sabe cómo y con quién buscará el refrendo en las urnas.

Estadísticamente el partido del presidente encabeza la preferencia electoral de todas las encuestas, aunque con mucho menos ventaja que en el 2018; a pesar de ello la percepción es que en Morelos a Morena no le irá tan bien en el 2021 porque no tiene candidatos fuertes, ni tendrá el impulso de la imagen de Andrés Manuel López Obrador.

No se puede dar por descartado a Morena en el 2021 porque es el partido que gobierna y aún el que más intención de voto posee, pero para que la lógica política se traduzca en hechos, es necesario que el partido postule buenos candidatos, con imagen, con trayectoria y en el caso de la reelección, con resultados.

Morena puede volver a ganar en las urnas, pero definitivamente no con cualquiera.

posdata

Muchos personajes, empezando por el alcalde actual, quieren competir en Cuernavaca y sienten que tienen los elementos necesarios para ser el próximo presidente municipal. Hay varios que ya se mueven en ese sentido, que hacen campaña individual, aunque aún no tiene claro el partido o el camino que los puede llevar.

Hay personajes que quieren ser alcalde capitalino, aunque se conformarían con un escaño en el congreso o un sitio en el cabildo; la mayoría no tiene clara la manera como pueden llegar, pero comienzan a mostrarse pensando que la sola exposición los pone en la mesa de las decisiones.

Ahí están apuntados quienes de manera natural pueden buscar esa posición, como el ex diputado Javier Bolaños, el actual diputado Adrián Martínez Terrazas, el abogado José Luis Urióstegui, y algunos empresarios como Juan Pablo Rivera o Gabriel Haddad; desde otra trinchera hacen pase de lista el otrora presbítero Antonio Sandoval y la empresaria Megguie Salgado.

Desde la trinchera política se mueve el diputado federal Jorge Argüelles, el ex diputado Matías Nazario, el alcalde Antonio Villalobos y algunos diputados locales y federales de Morena. En los partidos de reciente creación también se barajan nombres, aunque ninguno verdaderamente llamativo o capaz de hacer la diferencia en una elección.

Si la contienda se da uno a uno, es decir, sin alianzas, Morena lleva la delantera, pero dependerá de un buen candidato para ganar; si se hacen coaliciones el panorama cambia, en contra del Movimiento de Regeneración Nacional, porque casi todas las uniones se harían en su contra y con mejores candidatos de los que podría tener.

La llegada de Mario Delgado a la dirigencia nacional de Morena abre paso a una alianza local de Morena con el PES y allana el camino al diputado Belindo. Si esa fuese la propuesta de la coalición Juntos Haremos Historia, el escenario mejora para la oposición, porque a Argüelles no lo quieren en Morena, no lo quieren en el PT, no tiene arraigo ni imagen en la capital y es un candidato impugnable; en ese plano hay varias combinaciones posibles, porque Morena competiría con la peor carta.

Hay cosas claves en la siguiente elección capitalina: 1- Tener un buen candidato. 2- Definirlo lo antes posible para iniciar de inmediato su promoción. 3- Sumar a tantos partidos como sea posible para hacer un frente común. Y 4- Trazar una buena estrategia de imagen y comunicación.

Quien lo logre tiene más posibilidades de ganar.

nota

Los ojos de varias dependencias federales están puestos en algunas oficinas del gobierno estatal. Aunque el Caso Primavera fue cancelado políticamente por el presidente, las investigaciones de diferentes organismos públicos no se han detenido y siguen otras líneas que pronto podrían ver la luz en forma de acciones oficiales contra actos de corrupción.

Hay actuaciones y nombres que han surgido de dichas pesquisas, existen carpetas de investigación y puntual atención en los movimientos de algunas áreas, como la de salud. En esa dependencia resalta el nombre de un personaje que, dicen, maneja la dependencia como un “Operador externo”, apoyado por varios funcionarios que representan sus intereses.

La historia que se investiga en la secretaría de salud morelense viene desde la época de Marco Adame con la empresa Nadro (Nacional de Drogas) que fuera la principal proveedora de medicamento en ese sexenio; desde ese tiempo ubicaron a Mario Alberto Oliva Ruíz, Beatriz Díaz Rogel y Daniel Juárez Céspedes como piezas principales de la trama; los dos primeros hoy están prófugos de la ley, mientras que el segundo funge director de administración de los Servicios de Salud.

Las investigaciones, cuentan los que saben, van muy avanzadas, pero no se hará nada hasta que pasen las elecciones del 2021. Después de ello cualquier cosa puede suceder; hoy es tiempo de juntar evidencias.

post it

Si la mitad de los ocho nuevos partidos locales lograran postular a un buen candidato a diputado local o lograra los sufragios necesarios para acceder a una diputación plurinominal, la conformación de la siguiente legislatura sería multicolor.

Puede ser que el siguiente congreso sea mucho más complejo que el actual porque quedaría pulverizado entre muchos partidos. Cuidado: la única constante en este escenario es el deseo de hacerle la vida difícil al gobernador Cuauhtémoc Blanco.

redes sociales

Si el PES quieren la candidatura en Cuernavaca, lo que más le conviene es reforzar la imagen del gobernador. El único impulso que puede tener Jorge Argüelles en la capital es la figura de Cuauhtémoc Blanco y no basta con acompañarlo en actos oficiales.

Siempre, pero especialmente en un proceso electoral, la comunicación es clave para cualquier gobierno.

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