Apenas 12% de los encuestados dijo conocer a Enrique Ochoa, exdirector de la CFE, quien sustituye a Manlio Fabio Beltrones al frente del tricolor
CIUDAD DE MÉXICO.
La llegada de Enrique Ochoa a la presidencia nacional del PRI tuvo bajo impacto entre la opinión pública. El exdirector general de la Comisión Federal de Electricidad es escasamente conocido y, por lo mismo, no genera expectativas particularmente positivas sobre su futuro desempeño al frente del PRI. Tampoco trascendieron entre la población las críticas a su nombramiento. Ochoa toma las riendas de su partido en el momento de peor imagen de esta organización, según se observa en la más reciente encuesta telefónica nacional BGC-Excélsior.
Pocos se enteraron del cambio de dirigente nacional del PRI. Tan sólo una tercera parte sabe que hubo ese relevo, algo menos que cuando llegó su antecesor Manlio Fabio Beltrones un año antes (gráfica 1). Este acto de renovación en el liderazgo priista no le ayudó a Enrique Ochoa a hacerse significativamente más conocido, pues apenas 12% sabe de él (gráfica 2). Sobre las críticas que algunos políticos del PRI hicieron sobre su designación, la mitad no tiene idea de si su nombramiento fue bien recibido por los priistas. Otro 25% cree o supone que sí fue favorablemente aceptado por los militantes de su partido y sólo 17% piensa que fue cuestionado (gráfica 3). Las opiniones se dividen sobre si su elección se dio por haber sido el escogido por el presidente Enrique Peña Nieto (36%) o por haber sido el más preferido por los priistas para asumir el cargo (34%).
La opinión pública nacional piensa que lo mejor para el PRI es un dirigente joven con ideas modernas, aunque no tenga mucha experiencia partidista (62%) (gráfica 4). Únicamente 19% se inclina más por un político con mucha experiencia en el partido, aunque no tenga ideas muy actuales. Una vez que se informa a los entrevistados sobre la edad, estudios profesionales y el cargo reciente de Ochoa como director general de la Comisión Federal de Electricidad, la impresión que genera es positiva (buena, 50%) (gráfica 5).
Los mensajes de Ochoa en que establece su compromiso para limpiar la imagen del PRI como partido afectado por la corrupción carecen de credibilidad. Se le cree poco o nada que vaya a presentar su declaración 3de3 (75%) o bien que ante acusaciones de prácticas corruptas, su partido vaya a investigar y sancionar a militantes (79%), vaya a pedir la destitución de gobernadores o funcionarios priistas con esos señalamientos (78%) o vaya a vigilar que sus candidatos no hayan cometido actos de ese tipo (83%) (gráfica 6).
Pese a que se desconoce mucho sobre Enrique Ochoa, la opinión sobre la capacidad que tiene como dirigente para hacer que el PRI mantenga la presidencia de la República en 2018 tiende a ser favorable (sí/en parte tiene capacidad, 46%), no muy distinta de la que se tuvo sobre Manlio Fabio Beltrones cuando llegó al liderazgo priista (gráfica 7).
Ochoa llega a dirigir al PRI en el momento de mayor descrédito para este partido en los últimos tres sexenios. 69% califica mal a esta organización, el doble que a principios de la administración de Enrique Peña Nieto (gráfica 8).