Mientras cuentan votos, fumemos mota
Ya sabremos en algunas horas o días quién es el próximo presidente de Estados Unidos, mientras tanto, veamos una parte de la jornada electoral opacada por la incertidumbre de ese resultado.
En varios estados de la unión americana, de hecho, en todos en los que la pregunta estuvo en la boleta, los votantes dijeron “sí” a legalizar o descriminalizar las drogas. En Arizona, Montana, Nueva Jersey y Dakota del Sur los votantes aprobaron la mariguana para fines recreativos. En Misisipi y Dakota del Sur, los votantes legalizaron la mariguana medicinal. En Oregón, los votantes despenalizaron —pero no legalizaron— todas las drogas, incluida la cocaína y la heroína, y dijeron “sí” a una droga psicodélica que se encuentra en los hongos mágicos para usos terapéuticos supervisados. En Washington D.C., los votantes despenalizaron las plantas psicodélicas.
Son ya 15 los estados del vecino en que es legal el uso de una planta por la que en México metemos gente a la cárcel, movilizamos a las fuerzas armadas para erradicar, una planta a la que combatimos con todo. Y en Oregón despenalizaron las drogas que aquí movilizan a decenas de miles de autoridades policiacas y militares.
En México, la llegada del nuevo gobierno por lo que habían dicho en transición había dado esperanza, pero nada ha sucedido. El Congreso tiene orden de la Suprema Corte de Justicia para hacer algo antes del 15 de diciembre.
Pero otras voces que importan mucho tienen otro camino. Alejandro Gertz, Fiscal General, escribió esta semana en La Jornada:
“Frente a esta tragedia (la violencia y la corrupción de la guerra contra las drogas), se ha ido formando una corriente de apoyo a la legalización de las drogas para convertirlas en un mecanismo empresarial legítimo, argumentando que esto disminuiría su atractivo y su lucro, lo cual es insostenible, ya que tanto los criminales que se transformen en honorables negociantes como los nuevos empresarios que se incorporen impulsarán la expansión de sus mercados y, consecuentemente, el número de adictos; mientras, el tráfico ilegal continuaría de manera creciente y mayoritaria, como ya ocurre con toda la economía del país; y quien lo dude, que observe lo que sucede con el ambulantaje. (…) El fracaso, la ineptitud y la corrupción nunca deben convertir a un delito en un modelo empresarial legítimo”.
En el norte, esa guerra se está terminando.
@puigcarlos