El desaire
El sábado, poco después de las 10:30 de la mañana tiempo del Centro de México, al oficializarse su triunfo en el conteo de los votos del estado de Pensilvania, el candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, sumó el número suficiente de delegados ante el colegio electoral para amarrar su triunfo en los comicios presidenciales de Estados Unidos.
De inmediato comenzaron a pronunciarse jefes de Estado y de gobierno por todos los rumbos del planeta, felicitando a Biden y a su compañera de fórmula, Kamala Harris, por su triunfo.
Uno de los primeros en hacerlo fue el primer ministro británico, Boris Johnson, quien tuiteó: “Felicitaciones a Joe Biden por su elección como Presidente de Estados Unidos y a Kamala Harris por este logro histórico”.
En las siguientes horas, vinieron decenas de mensajes semejantes. Del presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa; de la canciller alemana Angela Merkel, y la primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern; del presidente de Argentina, Alberto Fernández, y el primer ministro de Japón, Yoshihide Suga; del presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau; del primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, y el de India, Narendra Modi…
Vaya, la noticia incluso hizo coincidir en sus parabienes a los dos venezolanos que se disputan el reconocimiento como presidente de ese país: Juan Guaidó y Nicolás Maduro.
Al final de ese día, era más fácil contar los países cuyos líderes no habían felicitado a Biden, porque eran sólo un puñado. Entre ellos, Rusia, Hungría, Eslovenia, Turquía, Brasil y… México.
A la 1:15 de la tarde del sábado, mientras se acumulaban los mensajes provenientes de todo el mundo, el canciller Marcelo Ebrard tuiteó: “Me consultan si el presidente López Obrador fijará la posición de México respecto a las elecciones en Estados Unidos en cuanto arribe a Villahermosa, ciudad a la que está volando para encabezar la respuesta a la emergencia por las inundaciones. Es correcto, así será en las próximas horas”.
Más temprano, el mandatario había publicado en redes sociales que suspendería su gira de fin de semana por Nayarit y Sinaloa para viajar a Tabasco.
Ya en ese estado, pasadas las 5 de la tarde, el Presidente habló sobre las elecciones en Estados Unidos. Dijo que su gobierno esperaría a que se resolvieran las impugnaciones a la votación para felicitar al ganador.
“No queremos ser imprudentes, no queremos actuar a la ligera y queremos ser respetuosos de la autodeterminación de los pueblos y del derecho ajeno”, afirmó. Luego, relató que, en su momento, él padeció la “cargada” de muchos mandatarios extranjeros a favor de Felipe Calderón antes de que se resolvieran las impugnaciones presentadas por su movimiento en aquella elección de 2006.
Con ello, el Ejecutivo dio el beneficio de la duda a los reclamos electorales de Donald Trump, quien lo ha llenado de elogios desde hace dos años. Por lo mismo, dio validez a la posibilidad de que el Partido Demócrata, que postuló a Biden, haya cometido un fraude electoral, como denuncia Trump. Asimismo, se alineó con gobiernos como los de Turquía, Hungría y Brasil, señalados de populistas y autoritarios. Y, de pasada, calificó de imprudentes a decenas de líderes mundiales que ya habían felicitado al virtual ganador.
De por sí la relación con el nuevo gobierno de Estados Unidos estaba destinada a ser complicada, pues, entre otras cosas, nada gustó al liderazgo demócrata que López Obrador no haya querido reunirse con la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, cuando visitó Washington —en julio pasado, su único viaje internacional hasta ahora—, pese a haber recibido una invitación, según me confirmó en ese tiempo el diputado texano Henry Cuellar en una entrevista.
Habrá que ver cómo toma este nuevo desaire el próximo inquilino de la Casa Blanca, cuyas posturas se diferencian de las de López Obrador en muchos temas, como el de la lucha contra el cambio climático.
Por lo pronto, Joaquín Castro, uno de los legisladores latinos demócratas más influyentes, tuiteó que el mensaje de López Obrador en Villahermosa había sido una “sorprendente falla diplomática”.