El nido de la violencia en la CDMX
En junio de 2017, Ignacio Cortés Hinojosa, El Droopy, entonces de 17 años, asesinó de un tiro en la cabeza a Moisés Nieto Avendaño.
El homicidio ocurrió en Cuba 86, la misma vecindad en la que la semana pasada fueron torturados y descuartizados dos niños de la comunidad mazahua, de 12 y 14 años de edad.
Cuba 86 fue una de las vecindades en la que Omar Sánchez Oropeza, El Gaznate, uno de los principales generadores de cobro de piso de la Unión Tepito, despojó a comerciantes ambulantes de sus bodegas y viviendas (estos habían invadido, previamente, dichos inmuebles). Según reportes de inteligencia policial, los locales despojados se convirtieron en “oficinas” de la Unión, lugares donde los delincuentes se reúnen para organizarse, así como en bodegas en las que almacenaban drogas y artículos robados.
Al menos desde 2016 se documentó la existencia de una banda de menores de edad dedicados al robo a transeúnte. Niños y adolescentes asaltaban en Cuba, Palma, Chile y Belisario Domínguez, incluso a la luz del día. Las víctimas reportaron que los asaltantes corrían a resguardarse precisamente en Cuba 86. En alguna nota de prensa, la banda fue bautizada como “Los runners”.
El Gaznate solía reclutar menores de edad como halcones, cobradores de piso e incluso sicarios. Se protegía él y a ellos las autoridades los dejaban libres en poco tiempo.
Al cruzar Eje Central, la calle de Cuba se convierte en Pensador Mexicano. Los niños de la vecindad de Cuba, los niños de Pensador Mexicano 31 y 36, así como los niños de una calle perpendicular, 2 de Abril 34 (procedentes en su mayoría de comunidades indígenas asentadas en el Centro Histórico) cayeron en manos de los criminales y formaron parte del grupo de halcones del Gaznate.
Al Gaznate lo asesinaron en mayo de 2018 en un estacionamiento de la calle Belisario Domínguez. Parece que, al ver a sus agresores, intentó hallar refugio en aquel inmueble. No lo consiguió y fue acribillado. Algunos cómplices lo llevaron aún con vida a un hospital; lo abandonaron en Urgencias. Falleció minutos más tarde. En el BMW que conducía, perforado por las balas, la policía halló algunas bolsas con marihuana.
Algunos de los menores de entonces han alcanzado la mayoría de edad. Otros siguieron la ruta de sus predecesores. En 2018 uno de los adolescentes fue descuartizado y sus restos esparcidos en el Puente de Nonoalco. Uno de los hermanos del menor descuartizado la semana pasada desapareció hace dos años y no ha vuelto a saberse más de él.
Reportes de la policía indican que cuatro cuartos de lámina ubicados en la azotea de Cuba 86 eran empleados desde hace cuatro años como “oficinas” y bodegas de delincuentes.
En esa vecindad han sido ubicados, por denuncias de vecinos y comerciantes que se hallan en poder de las autoridades, Kevin Torres y Enrique Torres, vendedores de droga relacionados con robo a negocio; Martín Hernández García y Alicia Chanán, vinculadas con extorsión a establecimientos mercantiles y robo a negocio, y María de la Luz Navarrete, dedicada a la venta de droga.
En uno de los cuartos de cuatro por cuatro que están en la azotea de Cuba 86, fueron sacrificados y desmembrados la semana pasada dos menores de Pensador Mexicano que estaban reportados como desaparecidos. La Policía de Investigación localizó huellas hemáticas, herramientas punzocortantes, seguetas, una manguera empleada “para lavar el piso”, así como restos de cloro y cal, probablemente empleados para borrar evidencias.
La PDI señala como responsable a un joven de 25 años, Baltazar “N”, al que las cámaras del C-5 captaron la madrugada del 31 de octubre empujando un “diablito” con las bolsas en las que iban los restos. Se cree que los “halcones” le avisaron que adelante había algunas patrullas, y que entonces Baltazar envió a un adicto, Edgar “Z”, a deshacerse de los restos. Un agente de la SSC lo descubrió por accidente, y así emergió la verdadera realidad del Centro Histórico.
Una noche de 1875 el presidente Lerdo de Tejada bajó de su carruaje y entró en Cuba 86 (que entonces era Medinas 6). En aquel palacio de tezontle, levantado a todo lujo en el siglo XVIII con profusión de tezontle y cantera, habitaba Alejandro Arango y Escandón, uno de los mayores conocedores de la lengua castellana, célebre en el medio literario por sus estudios de la obra de Fray Luis de León.
Fueron llegando esa noche un grupo de 13 bibliógrafos, escritores y académicos: el doctor por la Universidad Pontificia, Manuel Moreno y Jove; el historiador Joaquín García Icazbalceta, el hoy olvidado José María Bassoco, experto en lenguas muertas y clásicos latinos, así como el extraordinario cuentista José María Roa Bárcena.
Esa noche se fundó en lo que hoy es Cuba 86 la Academia Mexicana de la Lengua. En una habitación de esa casona, el idioma fue discutido.
Es el mismo edificio en el que el crimen organizado planeó y ejecutó con saña el crimen más atroz.
Las gotas de sangre derramadas hoy en ese sitio, nos pueden ayudar a calibrar en qué nos hemos convertido. Ahí, a unas cuadras del Zócalo, está el fracaso de nosotros, y el espejo del éxito de nuestros políticos.