Falaces “fraudes” a Trump y AMLO
La tardía felicitación del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, a Joe Biden, se explica por la negativa percepción que de su gobierno tiene el virtual presidente electo de los Estados Unidos. Apenas en agosto, el portavoz Ibrahim Kalin acusó al entonces candidato de “ignorancia, arrogancia e hipocresía” en sus opiniones sobre aquella nación y alardeó: “Los días de dar órdenes a Turquía han terminado. Pero si usted aún cree que puede intentarlo, adelante. Pagará el precio”.
Ayer, sin embargo, Erdogan expresó su confianza en que los lazos entre Ankara y Washington se reforzarán y “continuaremos con las vitales contribuciones a la paz mundial, como se ha hecho hasta ahora, con una sólida cooperación y lazos de alianza…”.
Uno menos del puñado de líderes reticentes a saludar la victoria electoral de Biden, entre quienes destila pus el dictador de Corea del Norte, Kim Jong-Un. ¿La razón?: como vicepresidente con Barack Obama, Biden se rehusó a cualquier diálogo con el tirano (lo cual sí sucedió con Donald Trump), mientras no renunciara a su política de agresión, hiciera concesiones y les bajara a sus baladronadas.
Tanto detesta el norcoreano al candidato triunfante que la agencia oficial KCNA difundió hace un año: “Los perros rabiosos como Biden pueden hacer daño a mucha gente si se los deja en libertad. Hay que matarlos a palos”.
A diferencia de Erdogan, se antoja impensable que el sanguinario heredero fifí de aquel reino proletario siga el ejemplo de su amigo venezolano, el tiranuelo Maduro, quien tuvo la cachaza de felicitar a Biden.
Como el presidente de la pequeña Eslovenia (donde nació Melania Trump), los jefes de gobierno de Rusia, China, Brasil y México se mantienen en la lista de rejegos ante la victoria del viejo Joe.
La actitud de las dos grandes potencias es comprensible por las colosales disputas hegemónicas en que suelen trenzarse con los Estados Unidos. De Brasil también porque Bolsonaro es una vomitiva calca tropical de Trump.
Pero de López Obrador es incomprensible porque en su negativa sugiere la posibilidad de que la derrota de Trump es resultado de un “fraude”. Lo dice de manera implícita cuando exhuma las salutaciones a Felipe Calderón en 2006 y las equipara con lo que él, a sabiendas de que nunca lo pudo demostrar, considera “el robo” de la Presidencia cuando en realidad, por pequeño que haya sido el margen (0.56 por ciento: 233 mil 821 votos), perdió la elección presidencial (si tuvo y tiene aún sus “otros datos”, jamás los ha dado a conocer).
Aclaración.- El lector Alejandro Osuna me hace notar: “La administración de Trump está entorpeciendo la transición, negando su cooperación al equipo de Biden”. Cierto: la Agencia de Servicios Gubernamentales no ha firmado la carta que facilite la metamorfosis de una administración a otra, no libera los fondos necesarios y la incertidumbre perfila el inicio de acciones legales por parte del equipo ganador de Biden.