El rescate del general
Antes que nada: excelente desempeño del canciller Marcelo Ebrard y del fiscal general de la República, Alejandro Gertz, en el sensible tema del general Salvador Cienfuegos. El primero desde que manifestó su “profundo extrañamiento” al gobierno de Donald Trump por la ofensiva detención del militar que implicó la violación de los compromisos binacionales de cooperación en materia criminal, y el segundo porque, en el acuerdo de repatriación, consiguió que la Procuraduría gringa reconociera el agravio a México al suscribir que “somos más fuertes cuando trabajamos juntos y respetamos la soberanía de nuestras naciones y sus instituciones…”.
El anuncio abre una interrogante lógica pero de respuestas con sus asegunes: ¿en qué condición regresará Cienfuegos?
Al contestarla en su conferencia de ayer, Ebrard se limitó a decir que se le tratará como a cualquier mexicano acusado en el extranjero pero no aquí, y recordó que, a diferencia de las estadunidenses, las leyes mexicanas son garantistas (presunción de inocencia).
Lo que la FGR tiene, informó, es el expediente de la fiscalía estadunidense.
De tal acusación, lo que se sabe es que contiene imputaciones derivadas de “miles” de intercepciones telefónicas realizadas por la DEA, indicativas de que Cienfuegos trabajó para un capo de medio pelo (apodado El H2) que radicaba en Tepic.
Primera probabilidad: si solo eso tuviera, la Fiscalía mexicana, en cuanto reciba al general, deberá pedir a los alguaciles estadunidenses quitarle las esposas y, en cuanto el repatriado pise el suelo al pie del avión, ponerlo en libertad, ya que la acusación en su contra se basa en intercepciones que no fueron autorizadas por algún juez mexicano, o sea que son ilegales e inservibles en los tribunales.
Segunda probabilidad: si en acuerdo secreto entre el gobierno de López Obrador y la FGR (independiente por ley) se quisiera “ser amable” con el agonizante mal “amigo” Trump, Cienfuegos pudiera ser legalmente arraigado en una cárcel militar o mejor, en su casa, hasta por 40 días, pretextando que se investigan “los indicios”.
Para que no fuera una u otra cosa, la FGR tendría que “capturar” al general cometiendo un delito (flagrancia), o que de verdadero milagro tuviera una orden de aprehensión por alguno de los crímenes que le colgó la DEA y se le hubiese comprobado, lo cual se antoja descabellado porque la documentación (seiscientas y pico de páginas) fue recibida, apenas, el 11 de noviembre (miércoles de la semana pasada). Impensable que para cuando Cienfuegos retorne (unos cuantos días) la Fiscalía de Gertz haya investigado, corroborado, solicitado y obtenido de un juez la correspondiente orden de captura.
Mala noticia para sus linchadores: desde ayer corrió la babosada de que a Cienfuegos pueden imputársele cargos por la muerte de civiles en el operativo de soldados en Tlatlaya o por “la cadena de mando” militar en la desaparición y asesinato de los normalistas de Ayotzinapa.
Ambas son ideotas, esencialmente, idiotas…