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TEMPLO MAYOR

LA PROMULGACIÓN del Sistema Nacional Anticorrupción es sin duda un paso adelante, pero ahora viene lo bueno: su aplicación en la realidad.

DE ENTRADA el presidente Enrique Peña Nieto tiene un reto grande para escoger al nuevo secretario de la Función Pública que coordinará la puesta en marcha del SNA. La credibilidad del personaje será fundamental, sobre todo después del penoso caso de Virgilio Andrade.

LUEGO, la integración del Consejo Ciudadano que, en teoría, será el alma del Sistema. El reclamo de la sociedad ha sido suficientemente claro, como para que el Senado quiera volver a jugar a las cuotas partidistas.

Y, CLARO, también falta ver los verdaderos alcances de la Ley 3 de 3 que, en su versión light, se integró al paquete de reformas.

PERO lo que más trabajo costará, sin duda, será que haya la voluntad política de funcionarios, legisladores y auditores para que el Sistema Nacional Anticorrupción cumpla verdaderamente con su objetivo, y no sea un mero elefante blanco.

PORQUE, a fin de cuentas, de buenas leyes y malas implementaciones está tapizado el camino al infierno.

 

 
NO ES cosa de todos los días ver al presidente de la República decir con todas sus letras: "Les pido perdón".

SI BIEN el gesto de Enrique Peña es mucho más que una simple disculpa, para algunos analistas la jugada persigue dos objetivos. El primero, evidentemente, mejorar la percepción de la opinión pública sobre el propio Presidente.

EL SEGUNDO es estrictamente electoral: evitar a toda costa que la elección de 2018 se convierta en un referéndum contra la corrupción, tal y como ocurrió en Nuevo León, Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo.

CLARO QUE ningún "mea culpa" basta si no va acompañado de acciones contundentes contra la corrupción y, sobre todo, la impunidad.

 

 
COMO EN sus buenos tiempos en el Estadio Azteca, el alcalde Cuauhtémoc Blanco le aplicó la cuauhtemiña al PSD, el partido que lo postuló por puntada y, de chanfle, terminó llevándolo al poder.

"EL TEMO" no sólo se desmarcó de Roberto Yáñez Moreno y su padre Roberto Yáñez Vázquez, los dueños del partido, sino que despidió a los secretarios de obras públicas, de desarrollo social, del área jurídica y de comunicación social.

LA COSA está en que tras la purga en el ayuntamiento, quien tomó -¡aún más- el control del gobierno fue José Manuel Sanz, representante del ex futbolista.

AHORA habrá que ver la respuesta de los Yáñez, que sin duda tienen muuucho que contar sobre la forma en que Cuauhtémoc Blanco ganó la alcaldía.

 
 
 

Ámbito: 
Nacional
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