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Los millonarios de la guerra

Cumple ya un año en prisión (Genaro García Luna) sin que inicie el juicio y se conozcan a ciencia cierta los elementos probatorios que se le imputan... independientemente (de) que haya sido condenado por el Presidente actual y la opinión pública, pues todavía su presunción de inocencia es legalmente válida”.

Así refirió hace una semana el ex mandatario Felipe Calderón Hinojosa respecto del proceso judicial que se sigue en los tribunales de Nueva York contra quien fuera su principal colaborador en el tema de seguridad, entre 2006 y 2012.

A estas alturas es difícil explicar la necia negación. Continuar defendiendo a García Luna es, sin adjetivos, un acto de complicidad. Los elementos probatorios que se le imputan no son materia oscura. Están a disposición de quien quiera conocerlos.

Días después de estas desafortunadas declaraciones salió a librerías un texto largamente esperado: Los millonarios de la guerra. El expediente inédito de García Luna y sus socios, de la periodista Peniley Ramírez.

Ella ha investigado, desde 2012, al supersecretario de la administración calderonista. Con el rigor y la solvencia que caracterizan su trabajo, lleva ocho años publicando material contundente sobre la red de corrupción encabezada por García Luna.

Los millonarios de la guerra ofrece una narración coherente sobre este personaje que acumuló dinero y poder gracias a la guerra que él mismo diseñó y puso en marcha, pero el libro tiene un objetivo más ambicioso: explicar el contexto y la mecánica que permitieron el ascenso y la coronación de un individuo tan siniestro.

En efecto, no se trata de la biografía de un personaje, sino de la biografía de un país herido por años de violencia, muerte y desapariciones. Es la narración de una guerra y también la exploración rigurosa y sistemática de las decisiones que unos cuantos individuos tomaron con la intención deliberada de conducir a México hacia uno de los momentos más envilecidos de su historia.

“Llevamos mucho tiempo contando quiénes han perdido con esta ‘guerra.’ Es hora de revelar quiénes han ganado,” escribe la autora del libro y pone virtuosamente el dedo en la yaga.

No fue Genaro García Luna quien trajo tanta desgracia al país, fue la desgracia del país quien lo puso al frente de una maquinaria devastadora. Fue la horma perfecta de un zapato que sirvió para aplastar la vida y el patrimonio de miles de seres humanos.

No es un solo testimonio el que pesa en contra de este sujeto, son cientos de pruebas y evidencia que lo presentan como un hombre esencialmente corrupto y desposeído de todo escrúpulo.
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Pesa hoy, como principal acusación en contra de García Luna, su presunta complicidad con el Cártel de Sinaloa desde el año 2001. Sin embargo, esta hipótesis criminal llegó después de que las autoridades estadunidenses investigaran al antiguo secretario de Seguridad Pública por otras causas.

Peniley Ramírez refiere que los primeros indicios surgieron cuando, en 2012, Genaro García Luna se mudó a vivir a Miami, Florida, ostentando una fortuna difícil de explicar.

“El dinero puede ocultarse, pero su ostentación no,” solía decir Jorge Carpizo, el gran teórico del presidencialismo mexicano.

Genaro García Luna supuso que, en Estados Unidos, nadie le exigiría cuentas por su comportamiento suntuario, ni por las cuentas bancarias abultadas a nombre suyo y de su familia.

Sin embargo, esta es la pista que persiguió la periodista a través de una larga y compleja investigación que, según sus propias palabras, hoy configura un expediente, en sus archivos, con más de 17 mil páginas.

La piedra de toque de este trabajo refiere a dos empresarios: Alexis y Samuel Weimberg. Ambos, afirma Ramírez, saltaron gracias a García Luna de ser gente adinerada a convertirse en multimillonarios.

Dedicados a comercializar tecnología israelita para la seguridad, los Weimberg fueron asesores y prestanombres del ex secretario, dentro de una compleja red que sirvió para ordeñar varias decenas de millones de dólares del erario mexicano.

Empresas tales como ICIT, Nunvav o NiceTrack obtuvieron contratos exorbitantes gracias a que García Luna operó para inhibir la legislación mexicana en materia de licitaciones.

Peniley Ramírez recuerda que, en su momento, la Auditoría Superior de la Federación señaló las huellas de la malversación. Sin embargo, el poder de García Luna, inclusive después de 2012, permitió que eludiera la acción penal en su propio país.

Las relaciones de amistad con altos funcionarios estadunidenses debían servirle igualmente como coraza frente al castigo que merecían sus arbitrariedades, pero al final falló el calculo. Nadie que hubiese tenido un modo honesto de vivir podía darse tantos lujos y por ello las autoridades del país vecino comenzaron a escarbar.

Tiempo atrás, Peniley Ramírez tocó fuerte la campana cuando, persiguiendo el dato proporcionado por García Luna en una multa de tráfico, descubrió que este hombre y su familia habitaban una mansión valuada en 3.3 millones de dólares (más de 66 millones de pesos) en la zona residencial de Golden Beach, Florida. Tras acudir al registro público, la periodista descubrió que ese inmueble estaba a nombre de una empresa perteneciente a la familia Weimberg.

Esta investigación original provocó que Peniley Ramírez se embarcara en una de las investigaciones periodísticas más importantes de nuestra época. A partir de ahora no será posible hablar o escribir sobre las redes de corrupción del Estado mexicano, la historia del narcotráfico, o las razones de la macro criminalidad, sin recurrir, como fuente, a Los millonarios de la guerra.

Se trata de un documento que parte la historia de la investigación periodística en un antes y un después. Es así por la información que proporciona, pero también por la solvencia técnica que esta reportera de muy grandes vuelos despliega en su libro.

Ella confirma que, a pesar de algunas excepciones, en México se ejerce periodismo ético, poseedor de los estándares más elevados.

@ricardomraphael

Ámbito: 
Nacional