La fotografía de Wuhan
La imagen volvió a colocar a la ciudad de Wuhan en la portada de los diarios de todo el mundo. Miles de personas reunidas para celebrar la entrada de 2021 frente al edificio de la aduana vieja.
Globos de todos colores fueron parte de una escenografía montada por las autoridades locales. Los principales edificios anochecieron iluminados de color morado que en China se usa para celebrar la fortuna.
La misma imagen es capaz de detonar dos emociones discordantes dentro del cerebro: esperanza y rabia.
Los pies de foto de esas imágenes, publicados en la mayoría de los portales, transmiten un mensaje contradictorio. De un lado el fin esperanzador de la pandemia y del otro el señalamiento culpabilizante por la peor crisis sanitaria de los tiempos contemporáneos.
A un año de que el SARS-CoV 2 haya hecho erupción, flotan todavía con densidad reclamos en contra de esa población china. La ignorancia científica sobre el origen del virus permite acusar a los visitantes del Mercado Mojado de Wuhan por haber propiciado que el bicho saltara del pangolín a los seres humanos.
Una variación de esta leyenda dice que debemos la enfermedad al gusto de algunos por la carne de murciélago.
La verdad es que la evidencia se aleja cada día más de los pangolines y los murciélagos. En todo caso el mercado habría sido un sitio de propagación para el virus, pero no el lugar donde ocurrió la mutación.
Otra especie que también suele arrojarse como estigma es un supuesto laboratorio donde el virus habría sido fabricado genéticamente por científicos chinos a quienes se les salió de control algún experimento.
Esta hipótesis no ha sido tampoco corroborada y, sin embargo, desde la Casa Blanca, en Washington DC, se encargaron de darle credibilidad.
La probabilidad de que sea cierta es tanta como que Irak se fabricaron armas de destrucción masiva.
Teorías inútiles de la conspiración que no conducen a ningún lugar.
Wuhan no es la ciudad del pangolín maldito, ni del murciélago que permitió la mutación ni del laboratorio donde se fabricó la desgracia. Wuhan es solo la primera ciudad que experimentó la tragedia.
Sus pobladores averiguaron antes que el resto del planeta que la enfermedad no tenía cura, que atacaba a los más vulnerables, que era altamente contagiosa y que iba a cambiar al mundo.
Los hospitales de Wuhan fueron los primeros en saturarse y su personal médico el que se adelantó con la experiencia del riesgo y la muerte.
Esa población de 11 millones de habitantes estrenó el confinamiento global y la transformación de la vida cotidiana.
Wuhan fue el origen, pero no la responsable del pecado original. A pesar de nuestra obsesión por comprenderlo todo, probablemente no conoceremos a ciencia cierta el punto de partida.
No tenemos el coraje para aceptar el límite de nuestros saberes y por ello es que la imagen de Wuhan hace vibrar los más mezquinos y deformados estigmas de 2020.
Acaso para retarlos fue que la autoridades de Wuhan organizaron una elocuente bienvenida de nuevo año: el juego de luces moradas y los globos de colores vivos.
La reunión de más de mil almas esperanzadas con que lo peor ya sucedió, el esfuerzo para trascender el duelo de las 4 mil personas que partieron primero, la creencia de que ha quedado atrás la incertidumbre de una epidemia que cuando comenzó solo permitía temer lo peor.
Antes de que termine este mes de enero, una comisión de científicos de la Organización Mundial de la Salud visitará Wuhan con la misión de averiguar lo que sea posible averiguar.
El gobierno de China dice estar abierto a toda investigación que permita mitigar las especulaciones.
Contrasta con este ánimo de transparencia la condena a cuatro años de prisión contra la abogada y periodista Zhang Zhan acusada de haber cometido el delito de informar lo ocurrido durante los primeros meses de la pandemia en Wuhan.
Ella es la prueba de que, ante la incertidumbre, el gobierno chino decidió ocultar información. Desde el pasado mes de junio, Zhang se sometió a una huelga de hambre que podría llevarla en breve a perder la vida. Ha protestado con su cuerpo para conjurar la manipulación de la evidencia, venga esta de donde venga.
No habrá manera de quedarse con la mejor parte de la imagen del Año Nuevo en Wuhan si Zhang Zhan muere en la cárcel. No habrá lado luminoso ni festivo.
La verdadera esperanza sucede con el abrazo que no reclama a nadie.
Wuhan fue el principio y también será bucle que cerrará la tragedia el día que unos y otros dejemos de buscar culpables. Este es el mensaje sincero de una fotografía que habrá de ser parte de la historia de nuestra generación.
@ricardomraphael