La doble independencia de México
Como sabe todo buen creyente de la historia patria, la independencia de México se debe a la rebelión del cura Miguel Hidalgo de 1810, año en que el señalado cura dio el Grito de Independencia en su parroquia de Dolores.
A la rebelión del cura Hidalgo siguió la del cura José María Morelos. Hidalgo fue derrotado y fusilado en 1811. Morelos en 1815.
Las fechas complican de inmediato las cosas para los no creyentes de la historia patria.
El hecho puro y duro es que México consiguió su independencia hasta 1821, cuando negoció y firmó el acta respectiva el entonces caudillo nacional, hoy uno de nuestros villanos históricos, Agustín de Iturbide.
Iturbide no solo no continuó las rebeliones independentistas de Hidalgo y Morelos, sino que los combatió ferozmente, como militar, a nombre de la corona española y de las autoridades de la Nueva España.
De modo que los padres de la patria no solo no lograron la independencia, sino que fueron derrotados y fusilados, luego de, en el caso de Hidalgo, externar su arrepentimiento por la gesta.
Las rebeliones de Hidalgo y Morelos triunfaron luego en los libros de texto de la historia patria. Pero el hecho es que la independencia de México es la de 1821, en que Iturbide unió al país y firmó el acta de independencia con España. México, sin embargo, celebra su independencia como sucedida en 1810, año en que la independencia fue derrotada.
La historia patria mexicana se tropieza siempre con esta misma piedra: su independencia no tuvo lugar en 1810 sino en 1821, y quien la logró fue Agustín de Iturbide, no Hidalgo y Morelos.
Para saltar la piedra, alguien inventó que la Independencia de México es, como si dijéramos, una obra en dos actos: la iniciación heroica de 1810 y la “consumación” burocrática de 1821.
Quienes creemos que la iniciación fue un fracaso y la consumación un éxito, cometemos sacrilegio de lesa historia patria.
Será interesante ver el lugar que le dan a Iturbide en la celebración oficial de la independencia de 1821.
Sospecho que lo diluirán hasta casi borrarlo del hecho en que fue el actor central.