La hoguera de la locura
Un personaje impredecible e incontrolable ha provocado un momento que hasta ayer parecía imposible de imaginar. El presidente de Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, encabezó una manifestación convocada por él y sus seguidores para invitarlos a “detener el robo”, es decir, a que crean las mentiras que por meses han esparcido él y su equipo sobre un inexistente fraude sistemático para que no ganara las elecciones.
Antes de que terminara su discurso en el que insultó a legisladores de ambos partidos que estaban haciendo el conteo oficial de los votos electorales, muchos de los asistentes a la protesta comenzaron a caminar hacia el Congreso, invitados por el furioso discurso de su líder.
Para ese momento, Trump sabía que los dos republicanos más poderosos en el Senado, y por lo tanto en el procedimiento que sellaría la victoria de Biden, lo habían abandonado. Mike Pence, su vicepresidente y presidente del Senado, y Mitch McConnell, el líder de la mayoría republicana.
Un miércoles de agosto de 1974, una delegación de legisladores republicanos encabezados por Barry Goldwater de Arizona le comunicó al republicano presidente Richard Nixon que en el Senado le quedaba muy poco apoyo, pero que la mayoría votaría en su contra y sería removido de la Casa Blanca. Nixon decidió renunciar.
Cuando el liderazgo republicano dejó a Trump, éste optó por provocar aún más caos. Incendiados, los seguidores trumpianos irrumpieron en el Capitolio extrañamente desprotegido, aunque todo mundo venía advirtiendo del peligro de la violencia.
Mientras la turba tomaba el edificio, Trump tuiteaba en contra de su vicepresidente y después mandó un mensaje pidiendo que los manifestantes se fueran a casa pero que los entendía, los quería mucho y que simpatizaba con su indignación frente al robo de la elección. Más gasolina.
Con el Congreso tomado, el secretario de la defensa informó que había hablado con el vicepresidente Pence, los líderes del Congreso de ambos partidos (no mencionó a Trump) y dijo que estaba listo para ayudar a las policías locales y que refrendaba su compromiso con la constitución y la democracia.
Líderes y cámaras empresariales denunciaron lo sucedido. Más solo que nunca, desde la Oficina Oval volvió a tuitear responsabilizando de los desmanes a quienes, según él, le robaron la elección. Más leña a la hoguera.
Mal haríamos pensando que el incendio se ha apagado. El pirómano sigue ahí.
@puigcarlos