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Tres fotos para la historia de la infamia en Estados Unidos

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De entre las cientos de imágenes de la turba de seguidores del presidente Donald Trump, asaltando el Capitolio de Estados Unidos, y que causaron estupefacción en todo el mundo, hay tres fotos que pasarán a la historia de la infamia en ese país; no tanto porque reflejan en sí cómo fue la violación de ese recinto sagrado de la democracia estadunidense, sino por los símbolos que mostraban y por la sensación de impunidad y barbarie que reflejan muchos seguidores del todavía mandatario republicano.

1- EL HOMBRE DEL DESPACHO DE PELOSI

De los tres protagonistas, Richard Barnett, 60 años y de Arkansas, es probablemente quien más se parece a su admirado presidente Donald Trump. Desafiante, contradictorio, mentiroso… y nacionalista blanco, como se define en su cuenta de Facebook.

Interrogado por una emisora de radio sobre su foto viral, en la que se le ve sonriente y retador ante la cámara del reportero, luego de profanar el despacho de la líder de la Cámara de Representantes, Barrett dijo lo siguiente: "Arrojé mis pies sobre el escritorio. En ese momento me di cuenta de que me habían cortado y me limpié con un sobre. Así que tomé el sobre y lo guardé en mi bolsillo, me rasqué los testículos y puse un quarter (una moneda de un cuarto de dólar) en el escritorio, porque no soy un ladrón", relató. Luego escribió una nota a la líder de la Cámara de Representantes que decía: "Nancy, Bigo (su apodo) estuvo aquí" y añadió, además, una obscenidad que no repitió. Envalentonado, lo que sí dijo al micrófono fue: “Estaba preparado para una muerte violenta”.

Pero, cuando el reportero le informó que podría haber cometido un delito federal, Barnett, que en su cuenta Facebook se define como seguidor de Trump y un nacionalista blanco, empezó a mentir: "¿Que si estoy asustado? Diablos, no. Pero no hice nada. Estaba subiendo los escalones (del Capitolio) para ver qué estaba pasando. Cuando llegué arriba, habían roto las puertas y me empujaron al interior. No quería estar allí. Yo sólo estaba buscando un baño".

2- EL HOMBRE DE LAS PIELES Y LOS CUERNOS

Si la toma del Congreso de la nación que presume ser la primera democracia del mundo es, en sí, un acto de barbarie, qué mejor que quede grabado para la posteridad la imagen de uno de los asaltantes vestidos como uno de esos bárbaros germanos que protagonizaron la caìda del Imperio Romano con la toma del palacio del César en la colina Capitolina. El símil no podía ser más adecuado sobre lo que ocurrió el miércoles en el Capitolio de Washington:

Jake Angeli, 32 años y de Arizona, también conocido como “el lobo de Yellowstone”, no se disfrazó para la ocasión con pieles de bisonte, cuernos y torso desnudo al estilo mohicano o de guerrero sioux, ni se maquilló la cara con la bandera de EU, sólo para llamar la atención y ganarse así sus 15 minutos de gloria. Lleva meses exhibiéndose así, sólo que ahora lo hizo en el mejor escenario posible para darse a conocer.

Tampoco es casualidad que se haga llamar “The Q-Shaman”, en alusión a Q-Anon, la secta de extrema derecha que alerta sobre una -inexistente- conspiración liberal, comunista y de pederastas, que pretende acabar con la hegemonía blanca en EU y con su “ángel salvador”, Donald Trump.

"Estamos haciendo frente a la narrativa global de que (Joe) Biden ganó mediante desobediencia civil, como Gandhi, Jesús, o Martin Luther King hicieron", dijo antes del asalto Angeli, quien se define como el “chamán de Q-Anon”.

Sin embargo, no parece que su chamanismo o su don para predecir el futuro, que no previó el fiasco del Capitolio, vaya a ayudar al “ángel salvador”, sino todo lo contrario: el todavía mandatario podría acabar destituido o incluso en la cárcel.

3- EL HOMBRE DE LA BANDERA CONFEDERADA

Pero quizá la foto más inquietante de las tres sea la de uno de los asaltantes que se pasea solo y tranquilamente por el interior del Capitolio con una bandera confederada. A diferencia de los otros dos protagonistas, se desconoce la identidad del portador de la bandera, pero el símbolo que ésta representa es tan poderoso (y peligroso) que poco importa la identidad de quien decidió pasearse con ella por el templo de la democracia estadunidense.

La bandera confederada representa el pasado esclavista y encaja a la perfección con el lema con el que los hipnotizó Trump, hace ya casi cinco años, cuando entró en política: “Que Estados Unidos sea grande de nuevo”.

¿Y cuándo fue EU grande para el presidente derrotado y para sus seguidores? Cuando Estados Unidos era la tierra prometida para los fervorosos blancos cristianos y los de otras razas eran sus súbditos o ciudadanos de segunda categoría. Este es el mundo que añoran Trump y sus seguidores.

Ámbito: 
Nacional
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