Pleitos partidistas
Casi todos los planes que las dirigencias de los partidos políticos hicieron para la contienda electoral del 2021 se complicaron una vez que inició el proceso de selección de candidatos; entre más posibilidades de triunfo tienen, más difícil les resulta alcanzar acuerdos porque la lucha de egos y ambiciones son enormes. Verdad de Perogrullo: el enemigo más fuerte de un partido es su militancia enojada.
La elección del 2021 tiene una peculiaridad que no es precisamente el covid: el proceso electoral en curso se caracteriza por la problemática que enfrentan los partidos por la falta de liderazgo y el descontento que aparece en la mayoría, principalmente en los grandes.
Lidiar con la personalidad y los intereses de grupo ha sido siempre un problema para las dirigencias, sobre todo cuando los representantes de los partidos le entran a la rebatinga de poder y se convierten en parte del conflicto. Una y otra vez hemos visto a dirigentes que lucran con las candidaturas, que utilizan los procesos para impulsar sus proyectos personales y apartan los espacios más importantes para familiares y amigos.
Eso sucede siempre en todos los partidos, sin importar quién esté al frente o cual sea su ideología; los problemas internos son cosa común y en la mayoría de los casos provocan más daño que los adversarios. Entre más posibilidades de triunfo tiene un partido, más fuerte y encarnizada es la lucha interna. Ítem más: la batalla se agrava cuando no existe liderazgo ni conducción en las instituciones.
Lo que vemos hoy en Morelos no es nuevo, ni terminará diferente a lo que se ha visto en el pasado; el pleito interno en el Movimiento de Regeneración Nacional no es distinto a lo que en años anteriores vivió Acción Nacional, el Revolucionario Institucional o el partido de la Revolución Democrática; las siglas pueden otras, pero la ambición es la misma.
Tampoco hay que sorprenderse del chapulineo de algunos personajes que cambian su militancia porque no lograron lo que buscaban. Así es la política y así actúan desde hace muchos años los políticos; se acabaron las ideologías, las convicciones y la lealtad: todos buscan el poder sin importar desde que trinchera lo obtengan.
Hablar de valores y principios es romántico, pero no es real: las diferencias entre uno y otro partido están solo en los colores de sus playeras y en el diseño de sus escudos; si no existieran esas diferencias difícilmente podríamos distinguir a un perredista de un panista o a un priísta de un morenista. No les gusta que se los digan, pero todos los políticos son iguales.
El contraste entre unos y otros no está en sus planteamientos ni tampoco en sus valores, lo que cambia es la rentabilidad electoral y el posicionamiento del candidato, y eso varía de un proceso electoral a otro en función de lo que hacen los gobiernos.
El desgaste de un gobernante es natural y arrastra a su partido, el buen o mal trabajo que hagan desde el poder se traduce en votos y ello ayuda o perjudica a quienes lo representarán en las urnas. Entre más tiempo se está al frente del gobierno, más grande es el desgaste social.
Lo que vemos hoy en la tierra de Zapata no es distinto a lo que hemos visto en el pasado, pero se combina con otros factores que volverán muy compleja la elección. El covid, las crisis sanitaria y económica, el desempleo y la pulverización del voto derivado de los muchos partidos que habrá en las boletas electorales se añade a la lucha interna que enfrentan las instituciones. Veamos algunos casos:
El Movimiento de Regeneración Nacional sufre las convulsiones que provoca la personalidad de su militancia y la lucha de poder que se vive entre los grupos que la conforman. Por un lado está la falta de liderazgo del partido, la mediocre actuación de su dirigente, la voracidad de los consejeros y la aparición de figuras que llegan de otros partidos a ocupar espacios que deberían ser para morenistas.
La imposición nacional de una alianza con el Partido Encuentro Social no es el único problema de Morena, también está la negociación de Gerardo Albarrán con actores políticos como Amado Orihuela, los espacios que ocuparán los consejeros estatales y los amigos y familiares de Rabín Salazar que ya apartaron algunos espacios. Debendrenat Salazar, Miguel Lucia y Antonio Villalobos, por ejemplo, ya se mueven en busca de algunas posiciones legislativas.
Al estar colocado como el partido más fuerte y con más intención de voto Morena es también el lugar en donde se están dando las mayores batallas; a nivel nacional se han presentado varios conflictos en la selección de candidatos que llevaron hasta los tribunales la inconformidad de la militancia. Lo mismo sucederá en Morelos, porque en lugar de ser un conductor imparcial de la contienda, el comité estatal está aprovechándose del momento para negociar el mayor número de candidaturas.
Lo mismo ocurre en el PAN y en el PRI. Acción Nacional vive un momento complejo que puede arruinar sus probabilidades de triunfo; la decisión de competir en Cuernavaca con un personaje no panista y desplazar a la figura mejor posicionada de todas no cayó bien entre la militancia y tampoco ha sido procesada adecuadamente por los simpatizantes.
José Luis Urióstegui es un buen candidato, pero está entrando a la fuerza apadrinado por una familia (los Terrazas) que controlan al consejo estatal, pero están muy lejos de tener liderazgo social y partidista. Ítem más: la eventual ausencia de Javier Bolaños en la fórmula azul representaría un duro golpe para Acción Nacional, sobre todo si el exdiputado compite por otro partido o se ausenta del proceso.
Entre los priístas la historia es la de siempre: golpes internos, descalificaciones y fracturas. La renuncia de Amado Orihuela no pegará tanto al PRI como su participación en Morena: el liderazgo del cañero en el Revolucionario Institucional no le ha alcanzado para ganar nada desde hace muchos años y su llegada al Movimiento de Regeneración Nacional en lugar de fortalecer, dividirá a la militancia obradorista. Caso similar es el de Maricela Velázquez, cuya única participación en un cargo popular ha sido resultado de la representación proporcional, no del voto directo en las urnas.
Del PRD no tiene caso hablar, se trata de un partido hundido, desprestigiado y sin ninguna posibilidad de triunfo cuya suma al PRI lo único que hace es agregar una razón más para rechazar una oferta política poco atractiva y desde ningún ángulo confiable. El reto de los perredistas no es ganar, sino conservar el registro.
La elección del 2021 tiene un elemento común entre todos los partidos: los conflictos internos. Los que tienen más posibilidades de triunfo viven tiempos sumamente complicados producto de la molestia y división de su militancia; en este momento ya se ha presentado la primera inconformidad legal en contra de una alianza (la del PAN), pero se espera que en los siguientes días aparezcan nuevas querellas que judicializarán los proceso y dividirán a la militancia. Lo mismo pasará cuando empiecen a definir las candidaturas.
En un escenario distinto, en donde los partidos estuvieran unidos y sus militancias no pelearan entre si, la coalición encabezada por el Movimiento de Regeneración Nacional tendría el triunfo casi seguro en la mayoría de los espacios. Morena gobierna el país, el estado y la mayoría de los municipios, tiene presencia preponderante en los congresos y debería capitalizar el buen ánimo que la mayoría de los ciudadanos aún siente por el presidente de México.
Pero las cosas no son así: la identidad entre López Obrador y Morena es cada vez más distante porque la gente no traslada su empatía en automático a personajes que no tienen la misma congruencia que el presidente; AMLO está bien calificado, pero Morena no tiene los mismos números que él.
Luego está la falta de conducción nacional y estatal del partido, las malas decisiones en la selección de candidatos y la llegada de personajes foráneos o cuestionados que intentan montarse en Morena para alcanzar sus objetivos personales. Ahí está Guerrero, donde eligieron a un sujeto acusado de violar a una mujer y Morelos, donde en lugar de privilegiar a la base militante se entregan posiciones a gente de otros partidos.
Las tres fuerzas políticas con más posibilidades de triunfo están sumidas en conflictos internos; en todos los casos hay problemas y diferencias que seguramente llegarán hasta los tribunales. La del 2021 es una elección que tendrá muchos ingredientes alrededor de la pandemia; los conflictos internos serán un factor determinante.
Quien gane en las elecciones de junio será aquel que mejor pueda manejar sus problemas internos.
posdata
Juan Pablo Adame Alemán es el primero que ha llevado su inconformidad partidista hasta un tribunal; el exdiputado local ya impugnó la alianza con el Partido Social Demócrata y se alista para participar en la contienda interna para seleccionar al candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca.
Es claro que el objetivo de Adame no es ser candidato en Cuernavaca, sino exhibir a la dirigencia estatal. Obvio: el panista sabe cómo funciona su partido y está enterado que la mayoría de los consejeros son incondicionales a Juan Carlos Martínez Terrazas; aún así participará y junto con él habrá otros panistas que competirán por espacios que la familia Terraza ya comprometió. La idea no es ganarles, sino ensuciarles el proceso.
La de Juan Pablo no es una batalla perdida, más bien es un acto de dignidad que no solo complicará los planes de la Santísima trinidad, también dejará una marca que a la vuelta de los meses dará vida a una oposición dentro del PAN.
Adame Alemán no quiere ser candidato en Cuernavaca, ni siquiera lo necesita; su posición en el senado de la república y su cercanía con quien seguramente será el próximo gobernador de Querétaro le dan una tranquilidad que pocos panistas morelenses tienen. Precisamente por eso es interesante su postura, porque aunque podría enfocar sus baterías al trabajo nacional que viene haciendo desde hace varios años y al proyecto queretano del que ya forma parte, ha decidido venir a luchar contra los Terrazas, exponiendo la manera como se conducen y con quienes negocian. Un dato más: la actuación del exdiputado no es solo de saliva: hay un esfuerzo permanente en tierra y recursos económicos acompañando sus palabras; no está operando solo.
Juan Pablo Adame Alemán no va a arrebatarle ninguna candidatura a la dirigencia estatal, pero provocará un quiebre en la estructura y colocará el primer clavo en el ataúd político de Juan Carlos Martínez Terrazas.
Al tiempo.
nota
Maricela Velázquez exige que el comité nacional de su partido atraiga el proceso de selección de candidatos; dice que no hay piso parejo y que no se están tomando buenas decisiones.
Lo que señala Velázquez Sánchez puede ser verdad, pero no es distinto a lo que su familia y grupo político ha hecho en el PRI durante muchos años; no olvidemos que cuando su madre y su padrastro estuvieron al frente del PRI hicieron lo mismo: se repartieron los mejores lugares, vendieron las candidaturas y negociaron con el gobierno. Claro: no es lo mismo ser quien reparte las candidaturas que quien desde fuera busca una.
El problema del PRI no está en la desafortunada conducción que al proceso le está dando el comité estatal, sino en la suma de malas decisiones y vicios que coinciden en esa institución desde hace años. Jonathan Márquez tuvo la oportunidad de cambiar al PRI, de abrirle paso a una verdadera renovación generacional, pero terminó haciendo lo mismo de siempre.
Al PRI lo han hundido y lo siguen hundiendo sus malos dirigentes. Jonathan Márquez es un político joven con ideas viejas; Maricela Velázquez tiene vicios viejos y ya ni siquiera es joven.
post it
Decían que la semana pasada presentarían a Sergio Estrada Cajigal como candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca por el nuevo partido del oscuro dirigente sindical Pedro Haces. No fue así.
En cuanto surgió el nombre del exgobernador comenzaron a revivir sus historias, aquellas que lo inmortalizaron como un personaje torpe, frívolo, corrupto, incompetente y ligado a la delincuencia organizada.
Veremos si en los próximos días se confirma la participación de Estrada Cajigal en la contienda del 2021; la primera sorpresa sería que se anime y se arriesgue a ser nuevamente cuestionado; luego veremos lo que logra en las urnas.
Aunque algunos así lo crean, el mecánico no es un buen candidato.
redes sociales
Los contagios de covid siguen a la alza; la situación es grave. El problema no es solo enfermarse, sino la falta de espacios en los hospitales.
La mejor manera de enfrentar esta situación es cuidándonos.
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