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SERPIENTES Y ESCALERAS

Alfonso Sandoval Camuñas

El aniversario luctuoso del exalcalde capitalino Alfonso Sandoval Camuñas provocó un interesante debate en algunos círculos de opinión luego de que Jorge Argüelles Victorero se montara en la fecha para promocionar su candidatura a la presidencia municipal de Cuernavaca. Lo mismo hicieron otros actores de la vida pública, pero ninguna expresión generó tanta polémica como la del diputado. ¿Por qué?

Lo primero que habría que explicar al respecto es alrededor de quién se ha dado la polémica: Alfonso Sandoval Camuñas fue edil de Cuernavaca en el periodo 1994-1997, fue el último presidente municipal priísta de la capital del siglo pasado; a él lo sucedió en el cargo el panista Sergio Alberto Estrada Cajigal Ramírez.

Sandoval Camuñas administró la ciudad en otro tiempo y en otras condiciones, cuando el presupuesto de la capital era de algo más de cien millones de pesos anuales y la población era menos de la mitad que hay actualmente. Dato importante: al año siguiente de que Sergio Estrada Cajigal tomó la alcaldía el presupuesto municipal se incrementó en mil millones de pesos.

La personalidad del presidente municipal priísta fue su sello distintivo y el motivo por el que más se le recuerda; quienes lo trataron se refieren a él como una persona amable, sencilla, trabajadora, honesta y preocupada por la ciudad y su gente. Historias alrededor de esto se pueden leer muchas, desde aquellas que narran cómo atendía a la gente a cualquier hora, en su casa y sin cita, hasta las que lo dibujan en una noche cualquiera supervisando el trabajo de los empleados del ayuntamiento en las calles.

Para algunos Alfonso Sandoval Camuñas representa una figura admirable, un político fuera de serie de esos “que ya no hay porque después de él rompieron el molde”. Sin ánimo de contradecir a nadie ni de abrir una polémica mayor al respecto podría decir a título personal que, sin haberlo tratado, coincido en las cualidades individuales del político, aunque creo que para las nuevas generaciones esa figura ya no es referencia. Explico:

Alfonso Sandoval Camuñas gobernó Cuernavaca hace 26 años, antes de que un importante sector del electorado actual naciera. Por supuesto que se le debe reconocer como un gobernante querido, aunque quizá no tanto como lo describen algunos de sus amigos con más corazón que memoria. Reitero: no tengo nada que criticar a un político carismático como lo fue Sandoval, pero tampoco tengo elementos para describirlo con tanto amor como lo hacen sus amigos. Lo que puntualizo es lo siguiente: muchos jóvenes en condiciones de votar no saben quien fue este político.

Lo que si comparto es que Sandoval Camuñas fue un hombre preocupado por su ciudad, afectuoso con su pueblo y accesible en todo momento. Tratemos de entender su personalidad en un México que ya no existe, cuando en Cuernavaca los problemas de inseguridad eran algunos robos menores y los hechos delictivos se centraban en los carteristas y robacarros.

En ese tiempo el presidente municipal de Cuernavaca se movía prácticamente solo, acompañado únicamente por su chofer, sin escoltas y sin el temor de sufrir algún tipo de atentado. No había en su escritorio la presión que hoy meten los cárteles del narcotráfico y de las únicas drogas que se hablaba era del cigarro de marihuana que algunos se fumaban de cuando en cuando. Eso permitía a los políticos (aunque no todos lo hacían) ser más terrenales y accesibles que ahora. A este punto quiero llegar:

Pensar en tener hoy un alcalde con la personalidad y carisma de Alfonso Sandoval Camuñas es romántico, pero poco funcional; para empezar hay que tomar en cuenta que nuestra clase política ha dejado de estar cerca de la gente y pocas veces comparte los problemas del ciudadano común. La proximidad que nos ofrecen los políticos de ahora es en el discurso y solo durante la campaña, pasado el proceso electoral pintan su raya, se alejan y regresan hasta que de nueva cuenta necesitan el voto.

Además están las complicaciones propias de nuestra nueva realidad, la constante vinculación entre autoridades y delincuentes, la indolencia gubernamental ante los problemas de la gente y por supuesto el hecho que todos los políticos actuales buscan un cargo para obtener poder, aplausos y dinero.

Ninguno de los actores de poder que en la actualidad buscan la presidencia municipal de Cuernavaca tienen las características que en su momento tuvo Alfonso Sandoval, nadie tiene su carisma, su estilo, su sencillez, pero sobre todo el ánimo de escuchar. No se trata de glorificar al político fallecido, sino de traer a colación algunos rasgos de su personalidad que fueron llamativos para todos y hoy son escasos en el ejercicio de poder.

Reitero: estamos en otros tiempos con diferentes condiciones; si Alfonso Sandoval Camuñas estuviera vivo no tengo la certeza de que ganaría una elección, ni tampoco que haría un buen papel como en antaño. No es lo mismo ganar una contienda arropado por el priísmo invencible y sin oposición, en un gobierno que no necesita rendir cuentas ni debe administrar con reglas muy estrictas, que hacerlo desde una trinchera distinta, con un partido desprestigiado y una sociedad mucho más informada y exigente.

La cosa está así: debatir en torno a la figura de Alfonso Sandoval Camuñas es interesante, pero no resuelve nada. A quienes les ofendió que lucraran con su figura no les queda más que expresar su molestia, pero nada más; para el que se montó en la imagen del exalcalde y utilizó a su familia como señuelo tampoco hubo mucho que ganar, porque siendo sinceros hoy muy pocos lo recuerdan y a muchos menos les mueve su decisión electoral que alguien pose junto a su fotografía.

Sin menoscabo de sus virtudes, al expresidente municipal Alfonso Sandoval Camuñas le sucedió lo mismo que a Luis Donaldo Colosio y a otros tantos políticos cuya imagen creció después de su muerte. Quienes estuvieron cerca de ellos los recuerdan con cariño y destacan sus virtudes, las refieren como la panacea y suponen que solo con esas cualidades se podría cambiar hoy el rumbo de la ciudad, del estado, del país y de la historia. Se vale pensar así, cada quién es libre de opinar lo que mejor le parezca.

Yo creo que quienes ahora buscan ganar la elección y gobernar la capital tiene que ver mucho más allá de algunos simples fragmentos de la historia; está bien que varios recuerden y reconozcan a Sandoval Camuñas, pero sería más respetuoso de su memoria y más importante para Cuernavaca que su ofrenda fuera más que un simple momento acompañado de frases insulsas.

¿Por qué no honrarlo con acciones concretas como un plan de gobierno detallado, sin demagogia ni fantasías, una propuesta de administración que desde ahora le diga al votante lo que se quiere hacer en la ciudad, pero en función de los recursos que se tienen para poder lograrlo?

De nada sirve que Argüelles o cualquier otro hable bien de Sandoval Camuñas, que otros políticos publiquen fotos con él y ensalcen sus recuerdos si después de la fecha todo sigue igual y nadie hace nada. Quien quiera gobernar Cuernavaca bajo los conceptos por los que se recuerda al exalcalde podrían presentarnos al gabinete con el que piensan gobernar, porque a la ciudad no la puede manejar una sola persona.

También sería interesante que ofrecieran un estudio económico del municipio que mostrara con sinceridad el panorama que nos espera y los caminos a seguir en medio de una situación tan complicada como la actual. Además de ello podrían hacer un compromiso público que con pelos y señales nos informe qué se piensa hacer en los casos de corrupción y cuáles serán los candados para que en su gobierno no se repitan las mismas historias que hoy conocemos.

Hablo de hechos concretos, de acciones específicas, de información tangible y de compromisos que vayan más allá de la palabra. ¿No sería esa una mejor forma de honrar la memoria de un gran hombre?

Alfonso Sandoval Camuñas no fue un político fuera de serie, fue un hombre normal con virtudes y defectos que supo actuar adecuadamente su momento y trabajó en la medida de sus posibilidades. Su gran éxito, creo, fue nunca perder su arraigo, su relación directa con la gente, ni tratar de transformar económicamente su vida en tres años.

Tan solo eso es mucho más de lo que ahora nos pueden ofrecer la mayoría de los políticos.

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Puedo suponer que las intenciones del diputado federal Jorge Argüelles al organizar un homenaje a Alfonso Sandoval Camuñas eran buenas, pero me queda claro que fueron planeadas con un enfoque electoral.

El problema para el diputado es aquello por lo cual muchos lo critican: su falta de arraigo. Argüelles puede tener propiedades en Cuernavaca, pero eso no le concede identidad, ni lo vuelve conocedor de su gente. Poseer inmuebles en muchos lados no implica semejanza, simplemente refiere que se tiene mucho dinero.

La división de los partidos opositores es un elemento que favorece la campaña de la coalición Juntos Haremos Historia, pero la ausencia de un buen equipo de trabajo y estrategia que lo acompañen deriva en este tipo de situaciones. No cuestiono la capacidad profesional que puedan tener los asesores de Jorge Argüelles, pero es evidente que no conocen la ciudad, su historia, su cultura y las costumbres.

El diputado supone que por no tener una larga carrera política es inmune a cualquier ataque de parte de sus adversarios. ¿De qué me van a acusar? Pregunta con arrogancia en una clara muestra de su desconocimiento de la política.

Pongamos dos cosas por las cuales Jorge Argüelles Victorero ya es cuestionado: 1- No es de Morelos, no tiene arraigo en el estado, desconoce la ciudad y no tiene trato con su gente. El diputado se ha aprendido de memoria algunas cosas que recita tratando de hacerlas ver como anécdotas de vida, habla de sus vivencias cuando era joven y refiere al menos tres casas en las que habría vivido en estos años ¿En serio se mudaba tanto? Y 2- En política la crítica puede llegar por hechos indirectos, como el ejercicio de gobierno de Cuauhtémoc Blanco. Y no, no son cosas distintas como lo afirma Argüelles a manera de deslinde; desde la campaña ha estado cerca del gobernador, durante dos años lo ha acompañado a casi todos sus eventos y es secreto a voces que el mandatario le tiene afecto. Haga lo que haga, aunque lo intente, Jorge Argüelles Victorero no se podrá deslindar del gobernador y de las acciones de su equipo; por participación directa u omisión va a compartir los aplausos o los abucheos del régimen. Desmarcarse de Blanco, como trato de hacerlo Messeguer con Graco, le puede resultar contraproducente.

Visto el despliegue publicitario mediático es claro que Argüelles tiene mucho dinero, pero se nota que no sabe utilizarlo; tapizar la ciudad con su nombre e imagen puede ayudar a elevar su conocimiento, pero no mejorará su intención de voto y, por el contrario, puede generarle nuevos negativos. El impulso que pueda ganar el candidato del PES con la división de sus opositores se va a diluir cuando su campaña fracase porque su estrategia no conecta con la gente.

Jorge Argüelles depende cien por ciento del voto de Morena para ganar la elección y el planteamiento de campaña que hacen no lo está conectando con la sociedad, ni con los electores jóvenes, ni mucho menos con el obradorismo. Es dinero tirado a la basura.

nota

Pueden decir muchas cosas, lo cierto es que el voto rara vez es razonado. Aunque no debiera ser así el sufragio casi siempre un acto de fe, una reacción anímica producto de algún sentimiento, el efecto de una situación o simplemente un acuerdo monetario.

Pocos (muy pocos) analizan las propuestas de sus candidatos, casi nadie pide a los políticos que comprueben cómo harán lo que dicen, ni tampoco se toman el tiempo de darle seguimiento a lo que han hecho aquellos que ya ocuparon algún cargo.

Llamar al voto razonado es válido, es necesario, aunque nunca funciona; si los mexicanos razonáramos nuestro voto no habríamos pasado momentos tan terribles a lo largo de nuestra historia, ni los repetiríamos cada tres y seis años con los mismos personajes en diferentes partidos.

¿Entonces? Lo que funciona son las campañas mediáticas, aquellas que tocan la mente, el corazón y los sentimientos, las que mueven al votante y colocan ideas sencillas que pueden ser fácilmente digeribles.

Por eso vemos campañas tan parecidas e insulsas, porque a pesar de ser burdas aún mueven a la gente.

post it

Primera vez en mi vida que recibo la llamada para participar en una encuesta electoral; me preguntaron sobre los aspirantes a la alcaldía de Cuernavaca. ¿A quienes de los siguientes personajes conoce? La grabación me ofreció dos opciones: SI (2) y NO (3). Curioso: solo preguntan por algunos aspirantes, no por todos. ¿Se puede confiar en el resultado de una encuesta así?

redes sociales

Aunque sabe que difícilmente podría ganar el proceso interno del PAN porque los Terrazas son juez y parte (algo así como Manuel Barttlet en 1988), Juan Pablo Adame ha tomado en serio la elección y le pone el cascabel al gato: ya pidió un debate y ahora exige, con razón, que no sea un solo centro de votación, sino trece.

Puede ser que Juan Pablo no gane la candidatura, pero les puede arrancar el partido en la siguiente elección.

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