Exceso de muerte
Incontables cuerpos cubren el campo de batalla por el que se pasea el ángel exterminador. Tras de sí las nubes oscuras abren paso a la luminosidad que perfila una silueta alada con rostro afeminado y una espada larga que no ahorra su filo a nadie. El grabado es de Gustavo Doré, pintor francés del siglo XIX que alcanzó fama por la fuerza con que retrató mitos religiosos y literarios de Occidente.
En esta obra el artista esboza la injusticia de la muerte o, mejor dicho, los excesos que comete Azrael cuando desenvaina su arma letal en tiempos extraordinarios, cuando ocurren las guerras o las pandemias y otros fenómenos que algunos solemos neciamente referir como naturales.
Hay decesos que, en tiempos corrientes, no debieron de haber sucedido, pero de vez en vez, el Ángel de la Muerte trabaja doble y hasta triple jornada.
Los médicos modernos utilizan un término científico curioso para medir este fenómeno: exceso de mortalidad. Un pleonasmo que obliga a interrogarse cuándo la muerte humana no es un exceso.
Este indicador sirve para estimar el número de decesos que sobrepasan el promedio esperado para un cierto periodo. La cifra relata el tamaño de la mortandad extraordinaria y se obtiene de comparar el comportamiento del pasado con los datos del presente.
Por ejemplo, entre enero y agosto de 2020, si el covid-19 no hubiese surgido, México habría lamentado alrededor de 488 mil decesos. Sin embargo, durante este mismo periodo, el Ángel de la Muerte hincó su espada contra 673 mil 260 seres humanos. La diferencia entre la cifra calculada y el número real fue de 184 mil 917 individuos, la inmensa mayoría, según el Inegi, víctimas de coronavirus.
Los abusos de este ángel, que igual ocupa un lugar en la Biblia como en el Corán, no se limitan a la cantidad. Otra de sus maldades es que elige a sus caídos a partir de criterios tan arbitrarios como la edad o la geografía.
Desde que apareció en Wuhan, China, aprendimos que el virus desconoce la piedad cuando topa con los adultos mayores y otros seres humanos que padecen debilidad en sus defensas.
No obstante, tardamos casi un año para enterarnos que hay países donde el ángel exterminador decidió mostrar sus peores artes.
Medida por el exceso de muertes, la nación más afectada del orbe por el coronavirus, hasta principios de este año, era Perú, seguida por México y luego por Ecuador.
Usando este mismo instrumento para perseguir la sombra de la mortandad, Lima y Ciudad de México arrojan, en el presente, los datos más tristes del globo. Hasta la semana del 3 de enero de 2021, la tasa de decesos en la capital mexicana rondaba las 6 mil 600 muertes por millón de habitantes.
Además de esta urbe, el Estado de México, Veracruz y Jalisco terminarán aportado la mayoría de las víctimas mexicanas. Es decir que estas regiones estarán ubicadas por los libros de historia entre las más lastimadas del planeta, víctimas del coronavirus.
No es posible todavía conocer la cuota final que el Ángel de la Muerte cobrará a México, pero los números de la pandemia, con sus fuentes más serias, indicarían que el país superará el medio millón de decesos.
Hasta el día de ayer, México contabilizaba 155 mil muertes por coronavirus. Tal cifra no refleja la realidad porque, como informó el Inegi esta misma semana, dichos decesos no son registrados con precisión. En prácticamente todo el mundo la cifra de víctimas por Sars-Cov-2 es mayor a la oficialmente reportada.
Esta variación se explica por diversas razones; entre ellas destaca la muerte de personas que partieron sin haberse practicado la prueba, la determinación equivocada de la causa de muerte, la tardanza para procesar un certificado de defunción, el deceso en el domicilio, entre otras.
De ahí que sea importante, no solo contabilizar las actas de defunción que consignan como causa de muerte el covid-19, sino también el exceso de mortandad antes referido. En el corto plazo tiende a ser más confiable como indicador.
Los investigadores Mario Romero Zavala y Laurianne Despeghel han hecho un aporte muy interesante para calcular el exceso de mortandad en CdMx (Nexos, julio 2020).
Ellos acudieron al Registro Civil de esta entidad para revisar el número de actas de defunción registradas entre 2016 y 2020. Gracias a este dato, que es público, llegaron a la conclusión de que la variación promedio es superior a las 2.8 veces, entre los decesos reportados oficialmente por la secretaría de Salud federal y las actas emitidas por el Registro Civil.
Si este hallazgo se extrapola para todo el país, el número real de decesos por coronavirus, en México, se aproximaría hoy a los 441 mil 750 casos.
El primer pico de la pandemia golpeó al país en julio del año pasado, luego vino un valle que duró hasta octubre, pero a partir de noviembre el Ángel de la Muerte retomó fuerza y desde entonces nos tiene padeciendo cifras diarias muy elevadas.
Desde esa fecha, CdMx refleja entre 80 y 90 por ciento de exceso de mortandad, cuando se compara con los años precedentes.
Así los números, cabe prever para México un escenario tan terrible como lamentable.
El Ángel de la Muerte no miente ni tiene sus propios datos. Al menos a este respecto es honesto.
Como el número de los muertos en el gravado de Doré —dedicado a tan temible personaje— igual de nítidas serán las estadísticas finales. No importa cuántos malabares se ensayen para maquillarlas o para aplazar su divulgación: Azrael se lleva a los nuestros y a cambio nos entrega sus números fríos, sin adjetivos, sin margen para las interpretaciones ni el engaño.
@ricardomraphael