'Redondeo', el plan para los viejitos
El criterio para la vacunación de adultos mayores carece de justificación sanitaria: no empezó en demarcaciones densamente pobladas que más han sido afectadas por la pandemia, sino en localidades indebidamente consideradas “prioritarias” a causa no del número de contagios y decesos, sino de sus condiciones de pobreza y difícil accesibilidad.
Dos ejemplos: Atizapán, en Estado de México, y Azcapotzalco, en la capital nacional, son, de los dos mil 446 municipios del país, los que encabezan la devastación por la nueva enfermedad, pero no figuran entre los más de 300 donde ayer comenzaron las inmunizaciones.
La lógica que se aplicó es pedestre y aritméticamente cómoda: que el número de las primeras dosis con que se cuenta sea suficiente para todos los viejitos de las alcaldías seleccionadas.
Ajá.
Como si se tratara de simplificar una cuenta de supermercado con el mañoso recurso del redondeo.
¿Pues no se ha dicho que la vacunación de los mayores abatiría en 80 por ciento los contagios de covid? Por pocos que fueran proporcionalmente los ancianos que hoy pueden ser vacunados en donde más ha dañado la peste, la reducción de la misma es más urgente en Atizapán o Azcapotzalco que en Milpa Alta, Cuajimalpa y Magdalena Contreras, en la capital, o en Amanalco, Almoloya de Alquisiras, Atlautla, Atlacomulco, Acambay, Aculco, Axapusco, Apaxco, Chapa de Mota, Coatepec de Harinas, Donato Guerra, Ecatzingo, Hueypoxtla, Ixtapan del Oro, El Oro, Temascalapa, Temascalcingo, Temoaya, Ocuilan, Otzoloapan, Tlatlaya, Texcalyacac, San Felipe del Progreso y Santo Tomás de los Plátanos, en Edomex.
Ciudad de México tiene otras alcaldías entre las de mayor mortandad: Iztapalapa y Gustavo A. Madero. Y otros municipios con elevadas tasas de contagio son: Cohetzala, Puebla; Nacozari de García, Sonora; Santo Domingo Yohohino y Abejones, Oaxaca, así como Zapotlán de Juárez, Atitalaquía y Pachuca, en Hidalgo.
A la desastrosa estrategia para contener la pandemia se suma hoy un lamentable plan de vacunación.
Y todo porque fue anulado el Consejo de Salubridad General, la máxima autoridad constitucional que debió desde siempre comandar esta guerra.
¿Quién o quiénes y con qué calidad científico- sanitaria determinan la desmadejada “campaña nacional de vacunación”? ¿Cómo entender que al personal médico de hospitales públicos y privados no terminen de suministrarle sus primeras dosis y que lo obliguen a acudir a instalaciones militares… para que otros colegas se las apliquen en vez de permitirles vacunarse en sus profilácticos centros de trabajo?
¿Y qué tal eso de que 20 mil profesores de Campeche recibieron ya su primera dosis?
El batidillo de marcas, entregas, brigadas de promotores del voto de Morena disfrazados de “servidores de la nación”, soldados y “voluntarios”; llamadas telefónicas, registro por internet, más llamadas telefónicas y la nueva lotería geronto-geográfico-poblacional, en el incipiente goteo de las vacunas, solo abona la incertidumbre colectiva.